Mitomanía: Carole Lombard

Cócteles de cine

Mezcla de frágil belleza, refinada sofisticación y ácida ironía, esa rubia actriz de risa sonora, huracanada presencia y rotunda vis cómica empezó su intenso periplo cinematográfico (más de ochenta pelís) entre las mojadas, escuálidas y mudas «Bathing Beauties» de Mack Sennett (1920). Los prolíficos años ’30-‘40 la consagraron como reina de las trepidantes «screwball comedies» («comedias excéntricas«). Para muestra inmortal, están entre gloriosos títulos de ese divertido género los descabellados «Gay Bride» (1934), «My Man Godfrey» (1936), «Nothing Sacred» (1937), «Mr. and Mrs. Smith» (1941).

Con esas dotes burlescas, la desparpajada Jane Alice Peters, alias Carole Lombard, fue la más vivaz, vital, respectada y aclamada de su época. Sólo un ícono de tamaña espontaneidad, elegancia, ingenio, relumbre y arrebatadora seducción podía cautivar al mismísimo «King» del celuloide, más tarde clasificado por el American Film Institute como séptimo actor leyendario del cine clásico. Ese insigne caballero era Clark Gable, ya sabéis, el cínico bigote pícaro o sensual Rhett Butler de «Lo que el viento se llevó«. La cortejó de gastronómica manera, enviándole un gigantesco jamón. La respuesta caroliana vino en forma de… nevera. Siguió el inevitable happy end de cine con vicaría incluida, glamour a granel y propulsión al panteón nacional del rutilante Hall of Fame.

En diciembre del ’41, la celebérrima Lombard rodó bajo la dirección del genio de la comedia, Ernst Lubitsch, el corrosivo «Ser o no ser«, una de las pocas pelís tragicómicas evocando en clave satírica y gags repetitivos, una desgarrada Polonia nada cómica y a la sazón, avasallada por la invasora bota hitleriana. Nominado en ‘43 para el Óscar, el film tuvo un estreno mágico. Desafortunadamente su luminosa protagonista, Carole, no viviría para presenciarlo, ya que el horror de Pearl Harbor lanzó los EE.UU. a la atrocidad de la segunda contienda mundial.

Para apoyar el esfuerzo bélico estadounidense, Hollywood llamó a fila a sus stars más rutilantes. Así surgió en la Meca del Cine la famosa División de los Actores del Comité de la Victoria, presidida por Clark, que inesperadamente rechazó cuando se le pidió, en su calidad de mito supremo, su presencia en Ohio (donde nació), para despachar unos bonos de guerra. Su incomprensible negativa tensó su relación con Carole, igualmente requerida para realizar idéntico cometido en su Indiana natal.

El 16 de enero de 1942, Carole, entusiasmada, corrió a su tierra para cumplir con sus deberes patrióticos y jamás regresó. Después de recaudar en Indianapolis 2 millones de dólares en bonos para familias y tropas, impaciente de volver al lado de Clark, jugó a cara o cruz su regreso por vía aérea o ferroviaria, ganó la apuesta y selló su trágico destino. Se subió con su apoderado, su madre Elizabeth Peters y la Muerte al fatídico Douglas DC-3.  Eran tiempos de guerra y la reducida iluminación en tierra desvió la nave, que se estrelló en Table Rock Mountain (Nevada). Todos los ocupantes perecieron con la estrella de tan sólo 33 primaveras, de cuyo luto el país llevó durante varias semanas y Gable, el resto de su vida.

Su fulgurante desaparición impactó de tal forma que por respeto a su memoria, se modificaron algunos diálogos del mítico Ser o no ser, donde la actriz preguntaba ¿Qué te puede pasar en un avión?

El Presidente Roosevelt declaró Lombard primera mujer caída por la libertad durante el conflicto, premió su patriotismo condecorándola póstumamente y dio su nombre a un buque de guerra (The USS Lombard). Lo bautizó el mismísimo y culpabilizado Gable. Devastado, mudado a sombra de sí mismo, el actor empezó a conducir bebido y a tumba abierta sobre Sunset Boulevard.

Unos meses más tarde, honrando su desaparecida esposa, se alistó en las fuerzas aéreas estadounidenses enviadas a Europa. Finalizada la guerre, desganado y profundamente afectado anímicamente, rodó más películas, se casó con Sylvia Ashley, un desastroso clon físico de Carole que jubilaría por otra señora de comportamiento más sereno.  De esa última unión nacería su único hijo legítimo, que vendría al mundo cinco meses después de la desaparición de Gable. Dieciocho años más tarde, en 1960, una trombosis coronaria por fin lo reunió con su auténtica amada en la eternidad y la leyenda.

Enterrado con honores militares cerca de ella, reposa en el californiano Forest Lawn Memory Park Cementery de Glendale, también última morada del rey del pop Michael Jackson, no muy lejos de otro gigante del celuloide, su común amigo Lubitsch.

La coctelería rinde a esa deliciosa dama de espíritu libre su peculiar homenaje, con un mix sweet-sour tan chispeante como ella, hecho directamente al shaker refrescado con 3 cl. de ginebra, 2 cl. de jarabe de caña de azúcar y uno de lima. Verter en el vaso y completar con gaseosa.

Para mitómanos y admiradores, la luz de esa maravillosa actriz sigue brillando en la estrella dedicada a su nombre.  Si pasea por el Walk of Fame de Hollywood Boulevard, la encontrará en el nº 6930 y podrá homenajear su memoria con flores y velitas.

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Autor

Marie José Martin Delic Karavelic

Marie José Martin Delic Karevelic, apasionada periodista culinaria autora del blog ‘Fogon’s Corner’ en Periodista Digital.

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