Los afectados por las «participaciones preferentes» en Galicia van llamando a diferentes puertas equivocadas. El otro día irrumpieron en la Televisión de Galicia y lograron hacer ruido mediático.
Este miércoles 11 de abril de 2012 mismo rodearon el Parlamento de Galicia, introdujeron avanzadillas en el propio hemiciclo y provocaron un estéril debate entre la oposición y el gobierno, se hicieron una foto con un conselleiro llamado Guerra, que pretendía sin éxito poner paz, y han vuelto a copar páginas de periódicos, espacios de radio e informativos de televisión.
«Ruido de abogados, ruido compartido, ruido años perdidos, mucho, mucho ruido. Ruido qué me has hecho, ruido yo no he sido, ruido incomprendido, ruido, ruido, ruido», que diría Sabina.
Siguiendo el itinerario habitual de los seres vulnerables e indefensos, se han convertido en carne de medios de comunicación, de interesados gobiernos protectores y de locuaces oposiciones defensoras de casos perdidos. Pero han entrado en una espiral de mucho ruido y pocas nueces. Porque no es el poder legislativo o el ejecutivo, el que puede sacar de éste lío a cien mil almas galaicas.
Ni las palabras de Feijóo justificando su labor de intermediación ante el Banco de España o el Mercado Nacional de Valores, ni los discursos modelo Robín Hood de la oposición, van a rescatar los ahorros de sus vidas secuestrados.
La puerta a la que deben llamar urgentemente es la del Poder Judicial. Organizarse en el menor espacio de tiempo posible y provocar un diluvio universal de demandas contra la estafa encubierta de instituciones financieras. Existe ya jurisprudencia que ha rescatado a víctimas como ellas de las siniestras telarañas financieras.
Por ejemplo, una sentencia de la Audiencia de Provincial de 2 de septiembre de 2011. Aplica el artículo 79 y siguientes de la Ley de Mercado de Valores que regula la obligación de lealtad, transparencia y diligencia.
Estos son algunos extractos de la sentencia:
El Sr… oferta entre otros productos lo que él denomina acciones preferentes y tal oferta y comercialización del producto la hace, como ha reconocido sin entregar folleto informativo alguno y más preocupante sin haberlo tenido él en sus manos.
(…) cuando ofertó el producto no lo había estudiado ni tenía toda la información sobre el producto para aconsejar debidamente al actor ya que ha día de hoy se sigue discutiendo su naturaleza por expertos en la materia. Si quien lo oferta como producto de inversión no ha examinado su folleto ni sus riesgos ni sus condiciones resulta obvio que no suministra una información veraz y completa de tal manera que el actor no tiene conocimiento completo de lo que adquiere porque la información con la que toma la decisión de comprar la ha conformado de una forma parcial al contar con todos los datos. Entre los datos omitidos, según admite el Sr… hay uno más, el carácter perpetuo del producto .
– Defecto de información en el momento previo a la contratación del producto que dio lugar a la decisión de adquirir las participaciones preferentes.
«Por tanto el defecto de información se generó en el momento previo a la contratación del producto y dio lugar a la decisión del actor de adquirir las acciones preferentes. Por tanto la entidad demandada ha incurrido en una negligencia al actuar en sus labores de asesoramiento por recomendación de productos de inversión.
Asimismo y habida cuenta de la situación en que esos momentos se encontraba el Sr… y reconocida por el demandado no era el producto más adecuado. La ausencia de una información veraz y clara suministrada conlleva la responsabilidad del obligado contractual. El Sr.. ha sufrido daños y perjuicios en la adquisición del producto por una información negligente y por tanto surge la obligación de indemnizar los daños causados.»
Cien mil víctimas gallegas de semejante abuso financiero son una tentación para cazadores informativos y busca votos de todos los partidos políticos.
Salir en los medios les permite mantener viva su causa y sensibilizar a la opinión pública. Escuchar compromisos verbales de los partidos políticos les puede servir de consuelo. Pero las únicas víctimas que se han liberado hasta el momento de esa pesadilla han sido algunas que han llamado a la puerta de la Justicia.
Y hablando de puertas: ¿nadie puede indicarle a los afectados las direcciones de José Luis Méndez, de Julio Fernández Gayoso, de José Luís Pego, de Mauro Varela, de antiguos dioses de los olimpos financieros gallegos, en sus retiros dorados, que miraron para otro lado mientras en sus antiguas cajas de ahorros se la estaban metiendo cuadrada a honrados ciudadanos que confiaron en ellos? En esas puertas habría que hacer ruido, mucho ruido.