Secuestro y muerte de Diana Quer

El Chicle violó a la hermana gemela de su mujer y esta lo entregó a la Guardia Civil

Sus padres y su mujer le protegieron cuando su cuñada lo denunció por violación«Este es capaz de cualquier cosa», cuentan los vecinos de José Enrique Abuín

El Chicle violó a la hermana gemela de su mujer y esta lo entregó a la Guardia Civil
José Enrique Abuín Gey, alias el Chicle, con Rosario Rodríguez, su esposa. FB

Era un habitual de un conocido after de Santiago, ya cerrado. Y un depredador

Mucho se sabe ya de Abuín Gey, El Chicle. Socio del club de Remo de Rianxo. Aficionado al running y socio del club de atletismo +9 Moraña. Un padre marinero.

La madre, en una fábrica de conservas de las muchas que hay en la zona. Casado desde hace 15 años. Una hija de ocho. Todo aparentemente normal.

Sin embargo, como explica Brais Cedeira en ‘El Español’, el hombre ocultaba bajo esa apariencia un buen número de antecedentes, algunos de ellos muy graves. El más grave de todos, la violación a su cuñada.

Su mujer se llama Rosario Rodríguez Fraga y pertenece a una conocida familia de Catoira, una localidad encajada al fondo de la Ría de Arousa, al borde de la desembocadura del río Ulla. Allí vivía su familia, los Rodríguez Sobrino. Son cuatro hermanos en su casa, tres chicas y un chico.

De lo más extraño de todo el caso es lo que sucede con la hija de ambos. La niña, que apenas alcanza los diez años, hace ya un buen tiempo que no vive con ellos, sino que se queda en casa de los padres de Rosario. En esa casa de Catoira.

En este caso, cobra también especial relevancia la historia de la hermana gemela de la mujer de El Chicle. Su aspecto es casi idéntico al de Rosario. Lo que a ella le ocurrió hace ya varios años es uno de los más oscuros antecedentes de todos los que tiene El Chicle. Enrique Abuín Gey trató de violarla.

La hermana de su mujer denunció lo ocurrido, explicando lo que hizo El Chicle y cómo la penetró en contra de su voluntad. Le denunció en el año 2005 acusándole de violación. Sin embargo, la víctima no colaboró en la investigación, no ratificó la acusación y el hombre acabó siendo absuelto.

En su ficha policial le constan seis antecedentes: por tráfico de drogas, por violación, por lesiones, dos por conducir sin carné y un hurto en agosto.

Nadie discute que fuera furtivo (de almeja sobre todo), ladrón de gasóleo de barcos en el puerto y de camiones donde pillara; vividor, traficante e incluso un traidor.

«Aquí también le llaman el chivato porque vendió a los otros para salvarse él. Por eso no estuvo nada de tiempo en la cárcel», cuenta su antiguo vecino, rabioso y entristecido al confirmarse que el cuerpo de la joven se descomponía a unos metros de sus casas mientras se la buscaba con ahínco», según recogen José Luis Jiménez, Patricia Abet y Cruz Morcillo en ABC.

En determinadas zonas se perdonan o se entienden algunos delitos con los que se han acostumbrado a convivir, pero para crímenes como el de Diana son implacables. Los murmullos señalan hacia la Justicia.

Las preguntas se agolpan:

«¿Por qué no estaba en la cárcel si todo el mundo sabe que lo habían condenado?».

Dos años y seis meses, esa fue la pena que le impuso la Audiencia de La Coruña hace dos años y que está pendiente de ejecución.

«Ahora se darán prisa para meterlo».

Cruzando tiempos, si hubiera estado cumpliendo esa condena no se hubiera atravesado en el camino y la vida de Diana Quer. Difícil de digerir.

«La semana pasada estaba ahí parado en la puerta, riéndose a carcajadas. Maldita sea su estampa. Si me dejan o lo mato o lo capo», amenaza otro vecino incapaz de entender cómo no se había llegado a esa nave en la que se sabe que él trabajó esporádicamente, que está al lado de la casa familiar y pegada a otra vivienda de una pariente del Chicle.

«Es un ladrón de siempre, te quita lo que pille».

En su declaración reconoció que salían a robar gasóil con el coche él y su mujer.

«Nunca iba con ella a las fiestas».

Era un habitual de un conocido after de Santiago, ya cerrado. Y un depredador.

Dicen que no es muy listo, pero que no conoce la piedad. En uno de sus juicios se encaró con un conocido abogado de narcos y le espetó en mitad de la Sala:

«Tú fuiste a buscarme a la cárcel para que yo me comiera el marrón».

Los acusados, parientes entre sí, se enzarzaron a gritos ante el Tribunal. Ninguno ha entrado en prisión. El Chicle los arrastrará a todos.

Fuente original: ABC/Leer más

VÍDEO DESTACADO: Las últimas palabras grabadas y enviadas por Diana Quer

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