Cada cierto tiempo este artista británico vuelve a ponerse de moda sin dejar nunca de estarlo. La última vez, en la década final del siglo pasado, reivindicado por el movimiento New Age como uno de sus ancestros. Conocido fundamentalmente por su poesía, nos llega ahora su producción pictórica, personal e intransferible, la obra de un hombre que daba más valor a los sueños que a los razonamientos, cuyo afán de trascendencia superaba a la religión oficial, cuyos dibujos han ilustrado numerosas escuelas esotéricas posteriores, cuyos poemas son legendarios sin dejar de ser herméticos.
Inconformismo y misticismo son los rasgos definitorios de su obra, un inconformismo que derivó en la búsqueda de nuevas técnicas artísticas, un misticismo nacido de las visiones que acompañaron al artista a lo largo de toda su vida y que le sirvieron de constante fuente de inspiración. Fue un firme defensor de la imaginación frente a la razón, considerándola no solo una facultad del alma, sino la existencia humana en sí misma.
‘William Blake (1757-1827). Visiones en el arte británico’, organizada por la Tate Britain y producida por la Obra Social ”la Caixa”, propone al visitante un acercamiento a la obra gráfica del artista y a su influencia en el arte británico posterior. Formada por un centenar de piezas, 70 de ellas del propio Blake —entre acuarelas, grabados, dibujos y pinturas al óleo— y las 30 restantes de otros destacados artistas ingleses influenciados por su legado. Hubiera sido conveniente una referencia paralela a su obra literaria, y así el personaje hubiera quedado expuesto en toda su interesante dimensión. Por la relación que en su obra tienen poesía y grabados suele citársele como ejemplo del «artista total». Considerar los logros de Blake en poesía o en las artes visuales por separado perjudica entender la magnitud de su obra: Blake veía estas dos disciplinas como dos medios de un esfuerzo espiritual unificado, y son inseparables para apreciar correctamente su trabajo. Y es que además el concepto de exposición hoy debe ser más complejo de lo que fue en un tiempo y relacionar diversas disciplinas en un discurso dialéctico. Ciertamente en la muestra hay una mesa de lectura con ejemplares de sus obras escogidas: pero nos parece poco. Blake sin su poesía -¡al menos una sala audiovisual de esas que tan bien monta Caixaforum!- es medio Blake.
Para la comisaria Alison Smith, William Blake es una figura fundamental en el conjunto cultural británico, un tesoro nacional cuyo poema ‘Jerusalén’ se recita enfervorizadamente en la última noche de los Proms desde hace décadas. Según el periódico The Guardian, «William Blake es con gran margen el mayor artista que Gran Bretaña ha producido». Su figura inspira a los que se enfrentan a los poderes establecidos, y aunque ella no lo diga debería inspirar a ún más a los que luchan enfrentándose a lo más difícil, oir la voz de la inspiración propia, escuchar el mensaje de la imaginación en su lenguaje fantasioso, crear un sistema de valores personal. A partir de ello inventaría su propio lenguaje visual, partiendo de que la línea y el trazo son lo que mejor permite articular conceptos abstractos, frente al óleo por ejemplo, siempre oscuro y velado. El dibujo pues era la forma de revelar la verdad. Y para ello inventó sus propios métodos y creó sus propias técnicas.
En comparación con Goya viajó a visiones de ultratumba un tanto convencionales en vez de encontrar en sus paisanos todos los infiernos. Sus seguidores lo veneraron como un profeta. Fue uno de las primeros intelectuales que se enfrentó al sistema capitalista en sus inicios. Fue anterior a D.H. Lawrence en su reivindicación del sentimentalismo frente al raciocinio feroz. Su figura controvertida sigue siendo fuente auténtica de inspiración. A qué más se puede aspirar. Ha sido declarado santo por una secta marginal, la Ecclesia Gnostica Catholica.
CaixaForum Madrid piensa que sus recientes exposiciones dedicadas a Eugène Delacroix y Francisco de Goya como precursores innegables de la modernidad, se hermanan a esta presentación de Blake en un tríptico reivindicador de figuras que marcaron un punto de inflexión en la historia del arte y la cultura occidental. Se trata de la tercera gran colaboración entre ”la Caixa” y la Tate Britain, tras exposiciones anteriores en torno a los pintores británicos William Turner y William Hogarth.
Pese a su pronta iniciación en el dibujo y su relativo éxito inicial a través de los grabados, las inconformistas teorías de William Blake sobre el arte y sus revolucionarias ideas sobre la dimensión espiritual de la vida humana no fueron comprendidas hasta mucho tiempo después de su muerte. Fue un librepensador, independiente y radical. Y su inconformismo derivó también en la búsqueda de nuevas técnicas artísticas que le alejaron de las convenciones del arte neoclásico asociadas a los valores de la Ilustración. Para obtener el efecto deseado en las líneas y el color, Blake diseña técnicas propias, a la vez que rechaza rotundamente algunos procedimientos imperantes en su época.
ÁMBITOS DE LA EXPOSICIÓN
Grabador y artista
Blake fue un artista precoz: tomó sus primeras clases de dibujo a los 10 años, aprendió acuarela y se convirtió en grabador de oficio. A pesar de que existía gran demanda de grabados por parte de la burguesía de la época, sus trabajos, muy personales, no tuvieron suficiente aceptación y Blake no logró nunca vivir de forma acomodada. Sus primeros trabajos tuvieron un éxito relativo. Sin embargo, a medida que empezó a definir su estilo, el complejo simbolismo de sus imágenes provocaría el rechazo de los espectadores, que las consideraron absurdas, turbadoras y de mal gusto.
Libros proféticos
Blake vivió una época turbulenta. Revoluciones sociales y guerras dejaron huella en sus ideas. Muy crítico respecto al sistema político, religioso y moral del momento, fue un revolucionario. Sus Libros proféticos, producidos en su mayor parte entre 1788 y 1806, son sus obras más complejas y originales: una serie de extensos poemas iluminados que tratan de la actualidad de su tiempo desde una perspectiva simbólica. Blake se inspiró en sus visiones y alimentó sus poemas con elementos procedentes de distintas tradiciones religiosas, fuentes literarias e ideas esotéricas. En el frontispicio de Visiones de las hijas de Albión (1793), Blake dibujó tres personajes encadenados entre sí, amarrados a las rocas de Inglaterra, prisioneros de un código social moral arbitrario y represivo. En esta obra, uno de sus primeros libros proféticos, Blake aborda temas relacionados con la libertad sexual y la igualdad entre hombres y mujeres.
Los grandes grabados en color
En los grandes grabados en color, Blake experimentó nuevos temas, técnicas y materiales. Son sus obras de mayor formato; denominaba a estos trabajos frescos, independientemente de si se trataba de acuarelas, grabados o pinturas al temple. De esta forma establecía un vínculo entre su obra y las grandes
representaciones murales del Renacimiento italiano. Los frescos de Blake, como las pinturas de Miguel Ángel —su máxima referencia estilística— en el Vaticano, incorporan elementos narrativos con vocación didáctica para el gran público.
Escenas de la Biblia
Aunque Blake fue bautizado, contrajo matrimonio y recibió sepultura según los preceptos de la Iglesia anglicana, durante toda su vida mantuvo una actitud muy crítica respecto al poder eclesiástico, integrado en el poder estatal. Fue un gran lector de los textos religiosos, en especial de la Biblia y sus libros
proféticos, que estudió y analizó desde una perspectiva heterodoxa. Blake llegó a la conclusión de que la Biblia era una recopilación histórica, obra de distintas voces inspiradas por Dios, pero no dictadas por él.
Un funcionario llamado Thomas Butts se convirtió en su principal mecenas, a pesar de no ser un hombre de gran fortuna. Muchos de sus encargos estaban relacionados con los textos bíblicos. Gracias a Butts, Blake pudo disfrutar de una mínima seguridad económica y pudo desarrollar sus ideas libremente.
Pintura al temple
A diferencia de la mayoría de sus contemporáneos, que utilizaban la pintura al óleo, Blake desarrolló una innovadora técnica de pintura al temple que le permitía plasmar líneas claras y definidas y obtener colores puros e intensos. En primer lugar, dibujaba los contornos principales con tinta o pintura. A continuación aplicaba los colores y los sellaba con goma, y a veces con cola. Este procedimiento le permitía reflejar sus visiones a través de imágenes muy llamativas y espectaculares.
Además, uno de los rasgos más característicos de Blake es la forma de representar el cuerpo humano. A su modo de ver, esta representación debía construirse desde la visión interna y no desde la observación de la naturaleza. Tomando como modelo el arte gótico y la pintura de Miguel Ángel, el cuerpo debía expresar valores y estados espirituales. En sus obras, el trazo y la silueta resultan fundamentales, por encima del efecto y el color. Esta elección no responde únicamente a una preferencia estética: es un imperativo moral.
El Libro de Job
En 1818 Blake, con 61 años, vivía una difícil situación económica. Un joven artista, John Linnell, le encargó los dibujos para el Libro de Job y las acuarelas de la Divina Comedia de Dante. Además, compró la mayor parte de sus escritos publicados. La amistad y la colaboración entre ambos duró los últimos diez años de la vida de Blake. El legado de Linnell fue el puente que conectó su obra con las generaciones posteriores.
Blake se identificaba, personal y profesionalmente, con la historia de Job: el hombre bueno que sufre, que rechaza la idea de que este sufrimiento sea culpa de sus propios pecados y que, en la defensa de su virtud, llega a enfrentarse al propio Yahvé.
La Divina Comedia
A propuesta de Linnell, Blake ilustró la Divina Comedia de Dante. El trabajo comenzó en otoño de 1824 y debía publicarse como una serie de grabados. A la muerte de Blake, en 1827, solo habían sido impresas siete láminas y los diseños se encontraban en distintas fases de realización; la mayor parte de estas acuarelas corresponden al infierno. El encargo de Linnell dio pie a una importante producción formada por 102 acuarelas y algunos bocetos originales. La Divina Comedia no es tan solo el más importante de sus proyectos inacabados, sino una de sus obras más significativas, donde puede observarse la amplitud y gran poder de su imaginación.
Libros iluminados
Los libros iluminados o miniados, impresos entre 1788 y 1806, marcan el periodo más prolífico de la obra de Blake y son testimonio de su audaz experimentación técnica y conceptual. Sus imágenes no deben ser entendidas únicamente como ilustraciones que adornan el texto, sino como un importante elemento que lo amplía y complementa. Imágenes y palabras aparecen grabadas en relieve. Antes de sumergirla en
ácido, Blake pintaba la plancha de cobre con una solución resistente. Una vez obtenido el dibujo o el texto en relieve, le aplicaba tinta y lo imprimía utilizando varios colores en la misma plancha. Por ello nunca encontramos dos versiones iguales de la misma imagen, ya que Blake, junto a su esposa Catherine,
terminaba los grabados a mano, reforzando las líneas más tenues y otorgando a cada ejemplar un color y una textura únicos.
Blake atribuyó la invención de esta técnica a su hermano menor, Robert, cuyas aspiraciones artísticas quedaron bruscamente truncadas por su trágica y temprana muerte en 1787. Este suceso tuvo un profundo efecto en Blake, quien sostenía que Robert le visitó en una de sus visiones y le explicó los
principios de un nuevo método de grabado en color.
Los Antiguos
Los primeros artistas que acusaron la influencia de Blake fueron los miembros del grupo Los Antiguos, jóvenes pintores, algunos de ellos apenas salidos de la academia, que veían a Blake como un sabio, un ermitaño que les indicaba el camino a seguir. Conocieron a Blake a través de John Linnell y se sintieron
profundamente atraídos por la miniaturización y el aspecto visionario de su pintura. Aunque compartían la pasión por Milton y la Biblia, Los Antiguos eran más convencionales en su interpretación de dichas fuentes. No les interesaban los escritos proféticos ni los complejos sistemas mitológicos de Blake, que consideraban impenetrables e imposibles de reproducir. Las obras de Los Antiguos tampoco comparten ninguna de las vehementes críticas sociales de Blake, ni sus representaciones del horror, ni sus imágenes sexuales explícitas. Su arte era más nostálgico y estaba concebido como una reacción frente a la sociedad industrial.
Prerrafaelitas, simbolistas, neorománticos
Los artistas que integraban la hermandad prerrafaelita eran más radicales en su oposición al Establishment artístico que Los Antiguos, y siguieron a Blake de forma más directa al denunciar las enseñanzas y preceptos de la Royal Academy. Los prerrafaelitas tomaron de Blake el tratamiento del espacio, el color y la dinámica del cuerpo humano, así como muchos de sus temas: el amor, la muerte y el juicio, la primacía del ojo interno y el cuerpo trascendente.
El simbolismo surgió, a finales del siglo XIX, como una reacción esteticista, irreal y poética al materialismo de la cultura europea. Blake fue considerado, retrospectivamente, como un simbolista cuya vigorosa espiritualidad y mitología personal ejercieron una gran influencia en los artistas de dicho movimiento.
Como Blake, los simbolistas creían que el artista era un visionario, un profeta, y desarrollaron un lenguaje figurativo que revitalizó el género histórico e introdujo la temática psicológica en el arte.
El principal exponente de esa tendencia fue G. F. Watts, quien, en una serie de obras de gran formato, desarrolló un sistema alegórico personal al servicio de la transmisión de mensajes espirituales arcanos y denunció los abusos de la sociedad contemporánea. A pesar del carácter a menudo impenetrable de sus imágenes, Watts tuvo más éxito que Blake en su época. Los tiempos habían cambiado, el público aceptaba formas y temas que expresaban una nueva sensibilidad y los simbolistas eran aceptados por el Establishment artístico.
Dante Gabriele Rossetti (1828-1882) fue uno de los miembros fundadores del movimiento de los prerrafaelitas y, junto con John Linnell (1779-1882) y Alexander Gilchrist (1828-1861), una de las piezas clave del «redescubrimiento» de Blake a partir de mediados del siglo XIX. Poco a poco su obra empezó a ser leída bajo una nueva luz: a sus innegables valores artísticos se sumaban ahora sus valores morales, asumidos por nuevas capas sociales. Como consecuencia, Blake —un artista nacional— se convirtió en una de las figuras más representativas e influyentes del arte británico.
Finalmente, la obra de Blake encuentra su eco en los pintores ingleses de las primeras décadas del siglo XX, que recuperan temas y formas del Romanticismo. Cecil Collins (1908-1989), John Piper (1903-1992), Graham Sutherland (1903-1980), Ceri Richards (1903-1971) y Eduardo Paolozzi (1924-2005)
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 6
Comisariado: 6
Catálogo: no hay
CaixaForum Madrid
William Blake (1757-1827). Visiones en el arte británico
Del 4 de julio al 21 de octubre
Comisariado: Alison Smith, conservadora de la Tate Britain
RECITAL POÉTICO
Jueves 5 de julio, a las 21.00 h
Cantos de inocencia y Cantos de experiencia, que él mismo ilustró con sus dibujos y acuarelas, constituyen una de las más notables colecciones de poemas líricos escritos en inglés. Recitarán Jordi Doce, Jorge Riechmann, Carlos Marzal, Antoni Marí, Antonio Martínez Sarrión.