A esta obra de pequeño formato le queda una semana en cartel: pocas veces hemos estado tan seguros en recomendar una pieza
A menudo en nuestro país la crítica social es un espantajo enarbolado por una supuesta izquierda en contra de los otros, a los que se niega poder tener razón en algo. Desde Extremadura nos llega una reflexión teatral que escapa a la anomia reinante en aquella comunidad y en el ‘establishment’ cultural español. Eugenio Amaya ha escrito una tragicomedia actualísima con el tino y la sensatez, con la información y la decencia necesarias en estos tiempos. ‘Anomia’ debería ser representada en los cinco mil municipios españoles como acto de contrición generalizada, como catarsis liberadora de esta barbaridad que hemos hecho entre todos, como propósito de enmienda para empezar otra transición a la democracia, esta vez auténtica, en el punto donde la anterior ha embarrancado.
Pocas veces uno se encuentra con un texto de actualidad tan bien documentado. Dice su autor que lo ha sacado de transcripciones en los periódicos. Pero no es cierto: está mejor informado que todos los analistas políticos y económicos que conocemos. Eugenio Amaya, apoyado en información confidencial de primera mano, ha descrito con precisión minuciosa algunos de los mecanismos de corrupción que han envenenado nuestra sociedad, no sólo a la clase política -y ahí está la clave del problema y de la obra- sino a toda, todita nuestra sociedad. Ha construido personajes de carne y hueso, que mantienen un pulso frenético, agobiante, lúcido y estremecedor de los que se han vuelto cotidianos en este naufragio que vivimos día a día.
Apenas importa que la escenografía sea pobre de solemnidad, que toda la iluminación sea dar al interruptor de los focos fijos. Es tal la fuerza del texto, el verismo de la situación y la autenticidad de los diálogos que sólo necesita un puñado de buenos actores. Y a fe que los tiene. María Luisa Borruel interpreta a la protagonista, un cuadro medio de cualquiera de nuestros partidos políticos, una mujer emprendedora que ha ido aprendiendo todas las trampas, sevicias, chanchullos, chapuzas, trucos y torticerías con las que la clase política y la clase judicial y la clase periodística y la clase empresarial han convertido las leyes y las normas en papel no ya mojado, sino higiénico tras cumplir ampliamente sus funciones. Carmen es mucha Carmen para librarse de ella cuando conviene. Carmen lo sabe todo y Carmen gana siempre.
A su lado hay otros tres políticos, hombres, que la dan réplica con incluso mayor contundencia. Son tres papelazos mayúsculos como pocos recordamos. Son tres personajes vivos que están ahí a tu lado y te hacen dudar si estás en el teatro o en la misma vida, en una dependencia de la planta menos uno del ayuntamiento de Cáceres, valga por caso, o como en un momento se enumera en la obra, de tres o cuatro docenas de municipios españoles que han pasado en los últimos años a la crónica negra del más horrendo latrocinio criminal nunca visto en este pobre país que tanto ha visto.
Hablamos de Ignacio, el alto cargo de la ejecutiva de Madrid desplazado urgentemente a solucionar este conflicto provincial, uno más de los muchos con que lidia cada semana. Lo interpreta Pablo Bigeriego como si fuera Rubalcaba en persona, con concisión afinada. Hablamos del alcalde, que Quino Díez retrata con todos los matices y contradicciones de tantos de nuestros ediles, que empezaron con ganas de hacerlo bien, se fueron poco a poco enfangando, y ahora ya no tienen fuerzas ni para retirarse dignamente. Y hablamos del tercero de estos políticos vivos, quizás el que más nos gusta, el bueno de Matías, el joven lleno de ganas de cambio, el que viene a limpiar la casa y a poner orden, pero que junto a los hermosos parlamentos que salen de su boca no puede dominar el discurso imperante de su expresión corporal, esos gestos que le traicionan, esos modales ambivalentes, y sobre todo esa expresión de su boca, esos labios que traicionaban a Richard Nixon. No sabemos en quién o quiénes se ha inspirado Elías González, porque tiene para elegir. Pero juramos que conocemos algún personaje que fue importante político y luego importante empresario, que era exactamente, -¡exactamente!-, como este Matías cuando tenía sus años y algunos más.
La pieza dura noventa minutos, y quizás le sobran algunos para ser totalmente redonda. No está mal la caracterización de los personajes y el poco sonido ambiente. Pero la producción es muy, muy escueta. Queriendo rizar el rizo, el autor ha abordado también el conflicto familiar de la concejala de Urbanismo, y es en el personaje de su marido, este Arturo enfermo de depresión aguda, donde radican algunas pegas. Tiene momentos sublimes pero otros desabridos, especialmente en sus accesos violentos. Cándido Gómez hace un buen papel pero este Arturo es el personaje más endeble de los cinco. A la obra le sobraría espesor en la vuelta de tuerca final y le faltaría contextualización para insistir en que la corrupción es un virus que afecta a todas las esferas sociales y a todos los países de nuestro entorno. No se vaya a creer el público esa demagogia barata de que la han inventado los políticos españoles actuales, entre los que por supuesto, como en cualquier estamento, hay de todo.
Se podrían poner algunas pegas más a la trama, a determinadas escenas, a ciertos diálogos. Pero en nada modificarían el sobresaliente rotundo que la pieza merece. Dice su autor que ‘Anomia no pretende erigirse en denuncia de nada. En el contexto general de las cosas, esta obra de teatro es una anécdota, una nota a pie de página desde la perspectiva de una mosca en la pared’. Así tiene que ser un autor dramático, una humilde, una puñetera mosca cojonera que lo escuche todo sin censura, que lo vea todo sin anteojeras, que sepa reflejar sin manipular, que sepa decir sin sermonear. ‘Sumidos en un mar de lamentaciones y reivindicaciones
sectoriales, convendría alzarse por encima del oleaje que nos ahoga y examinar en qué hemos fallado’. Exactamente: primero, en qué hemos fallado nosotros; segundo, en qué han fallado los nuestros, nuestros allegados, nuestros compinches, nuestros compañeros de voto; tercero, tener el coraje de cambiar el rumbo, pequeños gestos, pequeñas heroicidades cotidianas, pequeños actos de valor para llevar la contraria en voz alta.
Gracias pues a Arán Dramática por esa melancólica euforia que los productos de calidad transmiten al espectador compensándole de tantas veladas frustrantes. Es una compañía de teatro extremeña fundada en 1990: veinte montajes en dos décadas, que intenta crear tejido artístico en su comunidad y articular respuestas creativas a la problemática de nuestra necesitadas provincias. Razón de más para estarles agradecidos. Y aplauso para el Centro Dramático Nacional por cumplir su cometido.
A veces el teatro es una lección moral, una inyección de ánimo, un jarrazo de agua fría para despertar. Los que gritan sin ton ni son, los que presumen de ser críticos pero repiten consignas sobadas, los que se disfrazan de masa en manifestaciones patéticas, harían mal en desaprovechar esta ocasión de completar su óptica. A esta obra de pequeño formato le queda una semana en cartel. Pocas veces hemos estado tan seguros en recomendar una pieza teatral: por sus méritos artísticos, ciertamente, pero sobre todo por su aportación ciudadana.
VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 9
Texto: 8
Dirección: 8
Interpretación: 8
Escenografía: 5
Producción: 5
Teatro María Guerrero | Sala de la Princesa
Anomia
Texto y dirección, Eugenio Amaya
Del 25 de septiembre al 21 de octubre de 2012
Reparto
Ignacio Pablo Bigeriego
Carmen María Luisa Borruel
Alcalde Quino Díez
Arturo Cándido Gómez
Matías Elías González
Equipo artístico
Diseño escénico e iluminación Javier Mata
Diseño y realización de sonido Koke Rodríguez
Caracterización Pepa Casado
Ayudante de dirección Jorge Moraga
Producción de Arán Dramática Manuela Vázquez
Coproducción, Centro Dramático Nacional y Arán Dramática con la colaboración de la Consejería de Educación y Cultura (Gobierno de Extremadura)
Martes a sábados: 20.00 horas
Domingos: 19.00 horas.
LOS LUNES CON VOZ
Día 15 de octubre a las 20 horas
Mesa debate en torno a:
Democracia interna en los partidos políticos y elaboración de las listas electorales
Intervienen: Toni Cantó, Joan Herrera, Berta Ojea
Entrada libre hasta completar aforo.