Entre el 'butoh' y la lucha libre, una proeza física sin causa que la integre
Si no te cuentan que es una reflexión sobre el rubor, no lo percibirás ni por asomo. Si no te insisten en que va de sonrojo, en que las manchas rojizas que parchean el cuerpo de los bailarines son fundamentales, no caerás en ello. ‘Blush’ son tres o cuatro piezas cortas soldadas sin intermedios, sin más nexo de unión que los mismos seis bailarines evolucionando aleatoriamente entre posturas de kungfu, espasmos de frenopático, piruetas de circo y proezas de gimnasio.
Algunos quieren ver una línea argumental basada en aventuras oníricas, pero la verdad es que no hay tal, como tampoco propósito de enmienda ni dolor por los pecados cometidos en pro de una nueva danza que ya no es danza, que incluye todo tipo de aspavientos corporales menos la proeza de dar con evoluciones sincopadas de cuerpos humanos evolucionando con belleza y estética en estos atribulados tiempos.
Es notable el despliegue de energía. Los seis protagonistas apenas descansan unos segundos en estos frenéticos sesenta minutos de piruetas sin fin. Miller confiesa estar fascinada por la ‘fisicalidad’, un concepto que podría asociarse a la actividad gimnástica, al esfuerzo continuado, al esplendor energético de los cuerpos jóvenes bullendo en el espacio interminablemente. Se nota, se nota muchísimo que la coreógrafa es aficionada a la lucha libre, al ‘wrestling’ en sus distintas modalidades.
Al mismo tiempo la compañía reconoce la influencia del arte japonés del butoh, un ritual japonés lento y controlado en el que los danzantes llevan todo su cuerpo maquillado en color blanco. Lucha libre con butoh, cámara lenta con aceleraciones, Chopin con electropunk, la trascendencia de ‘Frates’ de Arvo Pärt convertida en idilio homo.
Dicen sus promotores que ‘Blush (Rubor) es una obra vigorosa en la que la emoción y el esfuerzo físico toman como punto de partida el sentimiento del sonrojo, el acaloramiento para llevarnos a un viaje donde el campo de batalla es la danza.
Se nos comunica que Blush ha sido premiada por el National Dance Project estadounidense y tras una importante gira en Estados Unidos recala en el Festival Internacional Madrid en Danza como primicia europea. Andrea Miller, directora artística y coreógrafa de Gallim Dance ha desarrollado en solo cinco años una nueva compañía reconocida internacionalmente. Andrea Miller se llama Tocino de segundo apellido; el responsable de iluminación Vicent se apellida Vigilante y el diseñador de vestuario es Jose Solis.
‘Blush’ había casi llenado la sala. El público asistió absorto y aplaudió cumplidamente. Vimos un bonito espectáculo en el que el eclecticismo predominó sobre la coherencia, y la ‘fisicalidad’ esa sobre la danza.
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Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 5
Concepto: 6
Coreografía: 6
Músical: 6
Cuerpo de baile: 7
Escenografía: 5
Iluminación: 6
Vestuario: 5
FESTIVAL MADRID EN DANZA
Teatros del Canal
‘Blush’, de Gallim Dance, Estados Unidos
www.gallimdance.com
Estreno en España
15, 16 y 17 de noviembre
Duración: 1 hora sin intermedio.
Dirección artística y coreografía: Andrea Miller
Diseño de luces: Vincent Vigilante
Diseño de vestuario, Jose Solis
Diseño escénico: Vincent Vigilante y Andrea Miller
Compilación musical: Andrea Miller
Bailarines: Michael Nameishi, Caroline Fermin, Troy Ogilvie, Francesca Romo, Dan Walczak, Jonathan Royse Windham.
Músicas: Mannyfingers, Andrej Przybytkowski, Chopin, Kap Bambino, Arvo Part, Wolf Parade.