Nueve bailarines se mueven por un escenario erizado como un puercoespín. A veces están entre el bosque de varillas verticales de tamaño humano, ideadas por Marilene Bastien, y a veces fuera, sin que quede muy claro cuál es la diferencia entre una y otra cosa. Vestidos como salidos de un catálogo de alguna multinacional de esa moda urbana, elegante, pero uniformadora, que prolifera, cuatro mujeres y cinco hombres exploran, se desgañitan, apelando a movimientos cercanos a veces al lenguaje de signos, como un postmoderna pandilla de jóvenes informatizados y acelerados que buscan sin encontrar, se juntan y separan sin entender. A ratos son casi animales, a ratos, partes de un todo electrónico en el que no hay frontera entre lo biológico y lo artificial, como chips de tamaño humano.
«Khaos» es el caos. La compañía canadiense O’Vertigo, veterana de decenas de festivales internacionales, defiende con este montaje que «considerar el caos, jugar y disfrutar con ello es lo más sensato». Pero hay poco disfrute en sus bailarines, técnicamente perfectos, intencionadamente robóticos y distantes. Todo en ellos y entre ellos es un frenesí angustioso, impecable, deshumanizado, con algún atisbo de humor que de puro frío no queda ni en guiño.
La presencia hipnótica y fascinante de Wen-Shuan Yang, una bailarina como una muñeca, perfecta e inexpresiva, elástica y vigorosa al mismo tiempo, y sus ocho compañeros no bastan para trascender el caos, llegar a algún puerto, por desolador que sea; dejan al espectador desazonado, y cansado, porque mantener la atención en una sucesión de viñetas, todas ellas interesantes, pero inconexas, y que no parecen avanzar hacia ningún desenlace, es un esfuerzo de concentración que no parece obtener recompensa.
La danza contemporánea, en su versión más vanguardista como la que ofrece la selección hecha por Madrid en Danza, es una de las formas de expresión artística más abstractas y difíciles para un espectador no especializado. No hay narración, no hay articulación intelectual. Todo es movimiento, expresión pura, espacio y proporción. Y en casos como el de Khaos, en el que la música tampoco está elegida para transmitir una unidad o una dirección, puesto que se compone en gran parte de latidos, roces y otros sonidos aparentemente arbitrarios captados en el escenario por los sensores instalados en las varillas y digitalizados, todavía es más el desconcierto. Una obra pionera en su momento, y hoy clásica, como «Cafe Müller» de Pina Bausch duraba 35 minutos. Ya en el 98 Duato defendía en el diario El País (http://elpais.com/diario/1998/12/10/paisvasco/913322421_850215.html) una verdad casi ridícula de puro evidente: que una mayor duración no hacía una obra mejor. En el caso de «Khaos» uno se queda con la sensación inevitable de que hay muchas reiteraciones y vueltas sobre el mismo caos. Es un caos demasiado largo para ser sólo caos.
También dura una hora el espectáculo de la canadiense Lesley Telford, que estrenó en el Corral de Comedias de Alcalá de Henares este sábado la primera creación de su recién nacida compañía (ella prefiere llamarla «plataforma interdisciplinar») In/verso: «Paredes de papel», co-producida con el teatro holandés Korzo. Pero es de lo poco que tiene en común este montaje con el de O’Vertigo.
Telford dejó la CND en 2001 tras seis años, y tras diez años en la Nederlands Dans Theater con coreógrafos como Jirí Kylian, inició su andadura como creadora independiente. «Paredes de papel» es un montaje modesto, aunque no por ello poco ambicioso y su humildad parecía acentuada por el familiar escenario del Corral de Comedias de Alcalá, un espacio rústico, íntimo, casi pensado para la familia y los amigos, absolutamente opuesto a la inmensidad fría de la Sala Roja del Canal. Allí, Iratxe Ansa, Clyde Archer y Fernando Carrión giran y buscan entorno a las casitas de papel ideadas por Yoko Seyama. La proximidad y la concentración de los tres bailarines, sus intervenciones habladas, y la escenografía, colaboran y se complementan para trasladar la abstracción a algo más tangible. Aquí sí hay comunicación entre los personajes, sí hay serenidad, introspección, momentos de calma e incluso de disfrute. «Paredes» sí llega a una conclusión y su acto final es un hallazgo visual y emocional que logra conectar con el público y conmover. Algo que, es de suponer, busca cualquier espectáculo por vanguardista que sea.
Khaos
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 6
Concepto: 5
Coreografía: 6
Músical:4
Cuerpo de baile: 7
Escenografía: 4
Iluminación: 4
Vestuario: 5
FESTIVAL MADRID EN DANZA
Teatros del Canal
‘Khaos’, de O’Vertigo, Canadá
www.overtigo.com
Estreno absoluto
22 y 23 de noviembre
Duración: 1 hora sin intermedio.
Dirección artística y coreografía: Ginette Laurin
Diseño de luces: Martin Labrecque
Diseño de vestuario: Marilène Bastien
Diseño escénico: Mariléne Bastien
Compilación musical: Martin Messier
Bailarines: David Campbell, Marianne Gignac-Girard, Caroline Laurin-Beaucage, Louis-Elyan Martin, Robert Meilleur, James Phillips, Gillian Seaward-Boone, Adrew Turner, Wen-Shuan Yang
Paredes de Papel
Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 8
Concepto: 8
Coreografía: 8
Músical: 9
Cuerpo de baile: 9
Escenografía: 8
Iluminación: 8
Vestuario: 7
FESTIVAL MADRID EN DANZA
Corral de Comedias de Alcalá de Henares
‘Paredes de papel’, de In/verso y Korzo productions, Países Bajos
www.lesleytelford.com
Estreno absoluto
24 y 25 de noviembre
Duración: 1 hora sin intermedio.
Dirección artística y coreografía: Lesley Telford
Diseño de vestuario: Lesley Telford
Diseño escénico: Yoko Seyama
Compilación musical: Lesley Telford
Música:Hilary Hahn, Hauschka, Ekkerhard Ehlers.
Bailarines: Iratxe Ansa, Clyde Archer, Fernando Carrión