Con la claridad aumenta el frío y los cuentos de hadas

Una buena adaptación teatral de escritos póstumos de Thomas Bernhard

Pep Tosar, que lo ha hecho todo en el teatro catalán, ha tenido que refugiarse en La Abadía de Madrid porque no conseguía reestrenar en Barcelona esta pieza, que el año pasado tuvo tanto éxito a partir de unos escritos póstumos del dramaturgo austriaco Thomas Bernhard, en los que recuerda su larga ristra de premios oficiales para criticar las deficiencias de las políticas culturales y a los mandamases que la administran. Al final de la obra el protagonista en una larga perorata dice ‘Cuentos de hadas, eso lo que son los Estados’. Al parecer ni siquiera eso puede decirse hoy en Cataluña. La lucidez vitriólica del que fuera una de las luminarias europeas de la segunda mitad del siglo pasado nos rinde un último servicio de esclarecimiento.

Hace unos años se publicó ‘Mis premios’ en base a unos cuantos escritos que Bernhard agrupaba poco antes de su muerte. Rememoraba las circunstancias que rodearon a algunos de los muchos premios literarios que recibió, con esa ironía sinuosa suya que esconde los más brutales exabruptos y no poca autocrítica. Tosar, que confiesa esa adicción al autor austriaco por la que todo aficionado al teatro debe pasar en algún momento, ideó dramatizarla con dos personajes que escoltaran al escritor, narrando sus peripecias a un periodista que viene a entrevistarlo ante su compañera de toda la vida, Hedwig Stavianicek, esa extraña tía que no era su tía con la que a pesar de ser mucho más mayor que él mantuvo una relación íntima -nadie ha dicho que sexual- desde su temprana juventud. Una pieza de pequeño formato, de monólogo hipnótico aderezado con escasos diálogos y agradable escenografía, de extensión adecuada -75 minutos intensos- y de resultado redondo siempre que se cuente con la complicidad de un público exigente que no va al teatro a divertirse y a pasar el rato, sino a mejorar su comprensión del mundo.

Tosar hace de hombre orquesta, dirige la compañía, dirige la pieza y se encarga junto con Évelyn Arévalo tanto de la versión y adaptación como del vestuario y escenografía, y esta le acompaña también como ayudante de dirección y se encarga de la producción. Todo queda en casa y queda bien. Todo no, porque hay una aportación importante, un vídeo del amirado -por el músico que fue Bernhard y por todos nosotros- pianista Glenn Gould interpretando su segunda versión de las Variaciones Goldberg de Bach, la de madurez, la que tantas veces se ha comprado a la de juventud también suya, sin que se pueda elegir. Un subtítulo dice ‘Viena, 1980, casa de Edwig Stavianizek’ sin que sepamos si responde a la realidad. Sirve de hilación enigmática -apenas aludida-, complemento excelso y variante sugerente que adorna notablemente el escenario. Una pieza como decíamos típica de sala teatral pequeña pero con el nivel de las grandes, que debe ser el mismo en ambos formatos. La traducción de Miguel Sáenz sigue la tónica notable de todas las suyas de este autor. La versión teatral es ingeniosa siendo sencilla y abarca la mitad del texto original dejando al margen varios episodios.

‘He tratado de ser más fiel al contenido de su obra que al personaje. En los últimos años he hecho espectáculos biográficos sobre escritores y con todos he utilizado una aproximación distinta. Con Bernhard no busco una recreación fidedigna de su carácter, he tratado de sumergirme en el contenido y sacar mis conclusiones a partir de ahí’, explica Tosar en alguna entrevista. El suyo es un Thomas Bernhard muy domeñado, muy casero y accesible, muy parlanchín y casi moderado. Es una opción, y cuando no se elige la caricatura, siempre lo preferimos. Le secundan bien Imma Colomer como esa tía que no es su tía y que en la pieza parece una fiel esposa, y Carlos Olalla, un periodista muy conciliador que quizás se pasa de atento y obsequioso ante las divagaciones del entrevistado.

La extraña frase del título, al final resulta perfectamente explicada. Tanto saber tanto, está sepultando nuestra humanidad sensible. Una luz helada nos está poseyendo, cree Bernhard, lo cual es una manera respetable aunque no compartida por nosotros de ver la botella medio vacía. El público que sólo llenaba la mitad de la sala se mostró muy satisfecho con tener que cavilar un poco a la salida. Bernhard siempre es un descubrimiento esencial y este Bernhard es una cita imprescindible.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 9
Texto: 8
Adaptación: 8
Dirección: 7
Interpretación: 7
Escenografía: 7
Producción: 8
Programa de mano: 7
Documentación a los medios: 7


Teatro de la Abadía

Con la claridad aumenta el frío
A partir del libro ‘Mis premios’ de Thomas Bernhard
Del 1 al 19 de octubre
Dirección: Pep Tosar

Reparto
Imma Colomer
Carlos Olalla
Pep Tosar

Ficha artística
Traducción Miguel Sáenz
Versión y adaptación Évelyn Arévalo y Pep Tosar
Vestuario y escenografía Évelyn Arévalo y Pep Tosar
Peluquería Toni Santos
Diseño de iluminación Pep Tosar
Luz, sonido y vídeo David Muñiz
Producción y ayudante de dirección Évelyn Arévalo
Producción: Grec 2013 Festival de Barcelona y Compañía Pep Tosar

De martes a sábado, 19:30 h.
Domingo, 18:30 h.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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