La respiración de fuego y Sanzol

Acierto y éxito en la última entrega de un maduro autor dramático

La respiración de fuego y Sanzol
La respiración - Teatro de la Abadía

Tratándose posiblemente de uno de los tres mejores dramaturgos españoles actuales, la pregunta es si conserva la marca sobresaliente de sus seis últimas piezas, si eleva el listón o desciende de categoría. ‘La respiración’ de Alfredo Sanzol le mantiene en el podio con una trama interesante, un texto inteligente e irónico, una dirección destacable y en fin, una comedia con mucho humor encima y mucho dolor debajo, entretenida y reflexiva al mismo tiempo, y como siempre en él, auténtica y encima popular.

Dice el autor que tras una ruptura sentimental el pasado verano se puso a escribir esta pieza como terapia. Se nota el profundo interés desplegado, no poco trabajo de documentación sobre un tema que ocupa lugar destacado en la vida actual y sobre el que se escribe y se habla tanto que resulta manido y cansado. Conseguir no resultarlo es una primera dificultad superada. Esta obra cuenta, en clave de comedia, las alegrías y penas de una mujer separada en trance de recuperar su autoestima y de rehacer su vida. Gracias a los consejos de su madre, que tiene una intensa vida amorosa, este proceso se convierte en una verdadera aventura.

Seis personajes de tres generaciones y ambos sexos, entrecruzados en relaciones muy abiertas, conforman un espacio fantasioso, fantástico, quizás onírico, que se expande como una pompa de jabón y que se sigue sin desmayo hasta el final para comprobar si estalla. Un final que al autor y sus colaboradores se les ha resistido, que tiene tres o cuatro amagos previos inconclusos y que cuando llega es como si pusiera el cartel de continuará.

Trama, texto, diálogo y situaciones están en su mayoría estupendamente hulvanadas y resueltas, aunque haya también fallos en todos estos aspectos. Por ejemplo, el asunto del sacacorchos es probablemente el más ingenioso de la obra pero su conclusión a base de esfínteres, lo malogra. Por ejemplo, nos parece genial haberse inspirado en el kundalini yoga para montar el personaje de Andoni, pero el acertado recurso a la respiración de fuego no encuentra continuidad en un personaje mucho más pedestre que los de esta disciplina exigente, la más convincente de la rama orientalista del supermercado espiritual de nuestros días.

El autor ha redondeado la trama y mejorado su texto en la interacción con los intérpretes y aquí radica en nuestra opinión el principal acierto de la pieza, seis personajes creíbles en una trama creíble aunque disparatada hablando y moviéndose de forma creíble, el único secreto de toda comedia que se precie. Son casi todos actores de ya largo y probado recorrido que aquí despliegan su buen hacer con maestría. Y digamos ya que Nuria Mencía hace un papel sensacional, para nosotros el mejor sobre las tablas en lo que va de temporada; viene del teatro clásico y con esas bases puede encarnar a esta entrañable Nagore, a este ser humano tan conmovedor, tan digno de fraternidad, tan como todos nosotros.

Junto a ella, Gloria Muñoz hace igual de bien que en otras ocasiones (como para Tolcachir) de ella misma, de buena señora entrada en años y carnes que mantiene siempre las debidas distancias con la astracanada de este tipo de personajes de comedia. Y la pareja joven, Martiño Rivas y Camila Viyuela, se apodera de la escena como corresponde a su potencia y vitalidad. destaquemos a esta última, una joven actriz a la que vemos enorme potencial dramático, que pasa de la risa al llanto con una eficacia pasmosa, y que se cree de verdad su personaje, haciendo una Leire que es quizás el segundo personaje mejor trazado de la obra. A Pietro Olivera y Pau Durá les han tocado estos papeles de sosainas en que últimamente todos los guionistas del mundo se han confabulado para presentar a los hombres, frente a mujeres siempre mejores. Si Olivera no es un auténtico profesor de yoga, tampoco Durá parece haber practicado mucho el masaje de fisioterapia, pero en realidad da lo mismo, porque la obra no pretende ser totalmente real y tiene ese marcado toque de ensoñación que se huele en todo el teatro de nuestro Sanzol.

En la parte negativa del balance hay que situar sin duda la puesta en escena, con una escenografía entreguista y plana, un vestuario aceptable y una iluminación muda. En la carrera por producciones cada vez más baratas no se sabe donde llegaremos. No, aunque sea una comedia de interiores, aunque todo ocurra en el salón de un par de apartamentos en serie, algo más podría y debería hacerse para apoyar la trama.

Sí merece mención aparte la música, como es habitual en el teatro de Sanzol, y los pequeños adornos musicales -el ukelele por aquí, el saxo por allá- siempre se agradecen. Además, las dos canciones largas son buenas, vienen a cuento y están muy bien interpretadas. Otra cosa es que el tema principal repetido tres o cuatro veces suene reincidente.

Alfredo Sanzol escribe y dirige teatro con gran solvencia, y cuando hace las dos cosas juntas el resultado es de admirar. El espectacular monólogo de la protagonista con que se abre la pieza nos recordó inmediatamente el original tono que dio Pascal Rambert a ‘La clausura del amor’ y la interpretación de Bárbara Lennie del personaje femenino de esta celebrada pieza francesa que estuvo entre nosotros en noviembre por medio del Festival de Otoño a Primavera (ver nuestra reseña). La pieza tiene reminiscencias de Yasmina reza y otros grandes comediantes  que se han enfrentado recientemente a tan goloso como empalagoso tema: la imparable irrupción de relaciones ajenas a la pareja heterosexual para toda la vida, su práctica desaparición en el curso de dos generaciones, y su creciente inestabilidad en divorcios y separaciones encadenadas, con la secuela de  soledades prematuras y duraderas, y sentimientos en expansión de fracaso y tristeza. El paraíso de la libertad sexual trajo el infierno del amor imposible. O quizás sólo la constatación. O a lo peor es que no sabemos utilizar apropiadamente esta palabra talismán. Pero esto nos alejaría de la comedia amable, de la salsa agridulce que mejora los platos intragables de la existencia.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 8
Texto, 8
Dirección, 8
Interpretación, 8
Escenografía, 5
Producción, 5
Programa de mano, 7
Documentación a los medios, 8

TEATRO DE LA ABADÍA
Sala José Luis Alonso
Del 20 de enero al 28 de febrero 2016
La respiración, de  Alfredo Sanzol

REPARTO
(por orden alfabético)
Pau Durà
Nuria Mencía
Gloria Muñoz
Pietro Olivera
Martiño Rivas
Camila Viyuela

FICHA ARTÍSTICA
Dirección: Alfredo Sanzol
Música Fernando Velázquez
Escenografía y vestuario Alejandro Andújar
Diseño de iluminación Pedro Yagüe
Diseño gráfico y fotografías Javier Naval
Ayte. de dirección Laura Galán
Ayte. de producción Sara Brogueras
Producción ejecutiva Jair Souza-Ferreira
Director técnico Alfonso Ramos
Construcción decorado May Servicios
Realización vestuario Ángel Domingo / María Calderón
Dirección de Producción Nadia Corral / Miguel Cuerdo  
Producción: Una producción del Teatro de La Abadía y Lazona
Duración apróximada: 1h y 40 min
El encuentro con el público tendrá lugar el 28 de enero al finalizar la función.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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