Sin prohibición de amar a Wagner

Mundano y cosmopolita antes de su deriva mesiánica, he aquí su juvenil propuesta

Sin prohibición de amar a Wagner
La prohibición de amar, de Wagner - Teatro Real

El gran compositor tildó de pecado de juventud esta su segunda ópera, una ópera cómica, una opereta repleta de influencias ajenas pero ya apabullante muestra de talento con 21 años de edad. El pecado es una fantástica partitura, una vibrante comedia musical que parte de Shakespeare y nos llega en una producción divertida e intachable. Un acierto pleno del Teatro Real.

Se trata de una coproducción con la Royal Opera House de Londres y el Teatro Colón de Buenos Aires, que se estrena en Madrid, donde nunca se ha representado. La versión musical está a cargo de Ivor Bolton, actual director musical del Teatro Real, y la dramatúrgica de Kasper Holten, director de ópera de la Royal Opera House. El primero ha trabajado minuciosamente en la revisión de la partitura para dar más fluidez y cohesión orgánica a la obra, reduciendo su duración original de cerca de 4 horas, pero respectando su esencia y su coherencia musical. El segundo moderniza la comedia de enredo shakesperiana con guiños a la actualidad, acentúa la vertiente cómica, mediterránea y fogosa de la obra, caricaturizando los estereotipos wagnerianos.

Richard Wagner escribió el libreto de Das Liebesverbot basándose en ‘Medida por medida’ de William Shakespeare, pero introduciendo todos los cambios que le vino en gana den función de una idea que le rondaba: criticar el puritanismo y la hipocresía de la sociedad alemana contraponiéndolas a un idealizado sur de Europa, de gentes liberales y risueñas, siempre de fiesta y haciendo el amor al borde del Mediterráneo. O sea destrozando el original a su conveniencia, más o menos como tantos hacen ahora. El original, que algunos desprecian y otros consideran excelso, es equiparable a las mejores piezas de Lope de Vega y otros autores de nuestro Siglo de Oro. Una trama casi perfecta en la que se entremezclan las andanzas de trece personajes que son como un caleidoscopio de la sociedad de entonces y de la de ahora: dirigentes políticos de primera y segunda fila, que dudan en ser más justos que misericordiosos, o más tolerantes que legalistas; fauna de los bajos fondos que es tan sólo el envés de la misma moneda; jóvenes a los que la pasión arrastra a violar leyes absurdas y a los que el amor fraterno desafía en sus convicciones; presos y carceleros; policías y rufianes.

Wagner convierte a Angelo, el malo de la historia, en el teutón Friedrich, agrava su tiranía haciéndole prohibir carnavales, amor libre y desenfreno, y la acción en Viena la traslada a Palermo. Por lo demás, todo se mantiene: el malo legisla estrictamente y sin compasión, condena a muerte al joven Claudio por no respetar el bando prohibicionista, y su hermana Isabela, novicia en un convento, es convencida por Lucio, buen amigo del hermano, para que interceda ante el malvado hipócrita quien ni corto ni perezoso la exige que se acueste con él para perdonarlo.

El danés Kasper Holten concibe un montaje satírico en el que el joven Wagner se ríe de la grandilocuencia de su obra futura y de los estereotipos del germanismo ario que él mismo exaltaría más tarde. No sabemos lo que pensarán en Alemania pero en Madrid se celebró mucho que incluso al final aparezca la mismísima Angela Merkel sumándose a la fiesta repartiendo maletines llenos de marcos. La acción arranca en un delirante paisaje urbano poblado de reclamos de neón y personajes carnavalescos, en un tiempo indefinido en el que se yuxtaponen alusiones al pasado y guiños al presente, y los protagonistas abusan de los teléfonos móviles y sus wasap se proyectan para explicar la trama. Hay que señalar inmediatamente  las virtudes del escenógrafo y figurinista Steffen Aarfing, más en el primer capítulo que en el segundo. El decorado es un laberinto de habitáculos y escaleras entrecruzadas que recordaría a un Escher algo ebrio que con ingeniosos trucos de iluminación y movimiento pasa de ser Palermo la nuit a un convento, a la audiencia nacional, a las mazmorras de la ciudad y finalmente remata en el Corso la faena.

Se completa con toda una excelente carpitería móvil que aporta apareciendo por los laterales en las sucesivas escenas una celda conventual -que se permite la licencia inverosímil de ser habitación doble-, las gradas donde el público y los letrados asisten al proceso, y el aposento donde el tirano se consume esperando su ansiada cita. Y el conjunto además se ve ampliado por una cinta deslizante como las de los aeropuertos, que cruza el escenario, y permite dinamizar y amenizar los movimientos en escena.

Aarfing es responsable también de los delirantes figurines, que nos convencen menos que su escenografía y acentúan el tono de vodevil quizás en exceso para nuestro gusto. El director de escena completa su original y adecuada propuesta con un gran esfuerzo en el terreno del movimiento en escena y la interpretación actoral exigiendo mucho a los cantantes, quizás en algunos momentos demasiado. Qué enorme paso desde aquellas presencias estatuarias de no tan antaño y esta hiperactuación que, en general, saca lo mejor del reparto, destacando la gran presencia de Francisco Vas en ese gracioso Pontio Pilatos, todo un personaje de zarzuela. No está tan brillante Peter Londahl y estándolo Manuela Uhl exhibe continuamente una expresión sonriente que muchas veces no casa con la escena.

La obertura a telón bajado con Wagner haciendo muecas y guiños a la audiencia resulta perfecta los primeros dos minutos; luego, cansa un tanto. El estallido de neones y carteles turísticos con que comienza el primer acto es realmente espectacular, aunque el barullo de los primeros minutos llega a confundirlo todo. Los personajes masculinos persiguen todo lo que lleva faldas, ya sean largas de monja o minis de cabaretera. Lucio inicia su ataque a Isabella en el mismo convento, Friedrich pierde los papeles y el polizón Brighella cae inmediatamente prendido de la cabaretera Dorella. Es quizás el inicio del segundo acto la escena menos coherente, entre el prisionero Claudio y su hermana, una conversación un tanto desbarrada resuelta con humor a través de los teléfonos móviles. Aunque luego Isabella, Luzio y Dorella sobre la cinta deslizante recuperan la iniciativa. Friedrich esperando en su habitación es la escena más intensa y el desenlace retorna a la locura del principio en un lío morrocotudo del que Hilten consigue sobrevivir. Buen trabajo coreográfico y apreciable presencia de los actores bailarines.

Ivor Bolton viene de dirigir doce funciones de La flauta mágica el mes pasado y llega arrasando. Su orquesta y él nos convencieron plenamente. Y el engarce con las voces casi siempre fue perfecto. El coro irrumpe brillantemente desde el inicio y mantiene una presencia destacable toda la obra. En el desarrollo musical destaca sin duda la fuerza del leitmotiv, ese principio rector tan distinto de los que le seguirán en las partituras de Wagner, tan nada solemne como los siguientes, tan risueño con castañuelas y pandereta. Nos parecieron momentos destacables el dueto de Isabela y Lucio que pone fin a la primera esccena, el largo duelo de esta con Freidrich en la escena del juicio, el trío de cuitas que engarzan Isabella, Luzio y Dorella ya en el segundo acto, las arias expectantes de Friedrich en su cuarto y de Mariana subiendo a los cielos sentada en la luna, y en general todos o casi todos los números musicales. Todo suena a sabido, ciertamente, pero suena de maravilla.

El reparto vocal ofreció a su cabeza una gran actuación de Manuela Uhl como Isabela y de Christopher Maltman como Friedrich. Estuvo notable aunque en tono menor Peter Lodahl como Lucio, al igual que Ilker Arcayürek como Claudio, mientras que Ante Jerkunica hizo un acertadísimo Brighella. Hay que destacar sinceramente la aportación española, especialmente a las dos marías, María Miró y María Hinojosa haciendo Mariana y Dorella respectivamente, pero David Alegret, David Jerusalem, Isaac Galán y Francisco Vas aportaron un gran abanico de personajes secundarios.

Nuestra impresión, que no aspira a ser dictamen técnico, fue quu el rotundo barítono inglés Maltman resultó arrollador frente a los tenores ligeros Lodalh y Arcayürek, mientras que las sopranos españolas no desmerecieron de la gran soprano alemana Ulh. El bajo croata Jerkúnica fue una gran aportación en un juego de voces que no ofrecía demasiados contrastes aunque en las intervenciones conjuntas siempre mantuvieron audible y elegante la personal aportación de cada uno.
 
Esta ópera rara vez se representaba, sólo cuatro veces en el período 2005-2010. Pero en 2013, con motivo del bicentenario del nacimiento de Wagner, ya hubo once producciones con 47 representaciones. Entre ellas, las del Festival de Peralada el 3 y 4 de agosto de 2013, que constituyó su estreno en España, aunque con orquesta reducida. En Spotify se puede escuchar la grabación en directo de 2013 en Frankfurt dirigida por Sebastian Weigle.

La segunda de las nueve funciones programadas fue un éxito sin duda, con lleno total y un público que aplaudió generosamente al final, aunque estuvo muy reservado durante la función. La crítica internacional ha estado muy pendiente y sin ya apenas localidades disponibles en Madrid, todo presagia que el éxito se repetirá en el Coven Garden de Londres.

A propósito de otras obras de Wagner anteriores a la sacrosanta tetralogía, ya hemos expresado nuestras reservas ante la arrogancia demencial del teatro total de este prohombre y el culto a la personalidad que le rodea. Añadamos hoy que este jovencito mundano estaba quizás más acertado que el exaltado patriotero, que el mistificador étnico en que terminó encarnando, y al que ofrendó su enorme talento musical, demostrando palpablemente que la creación artística debe ser lo más libre posible de todo tipo de condicionantes.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 7
Dirección musical: 8
Dirección artística: 8
Voces: 8
Orquesta: 8
Escenografía: 8
Producción: 8
Programa de mano: 8
Documentación a los medios: 8

Teatro Real
LA PROHIBICIÓN DE AMAR Ó LAS NOVICIAS DE PALERMO
(DAS LIEBESVERBOT ODER DIE NOVIZE VON PALERMO)
Richard Wagner
Grosse komische Oper en dos actos
Libreto de Richard Wagner, basado en la comedia Medida por medida de William Shakespeare.
Estrenada en el Stadttheater de Magdeburgo el 29 de marzo de 1836
Nueva producción del Teatro Real, en coproducción con la Royal Opera
House Covent Garden de Londres y el Teatro Colón de Buenos Aires

Equipo artístico
Director musical Ivor Bolton
Director de escena Kasper Holten
Escenógrafo y figurinista Steffen Aarfing
Iluminador Bruno Poet
Coreógrafa Signe Fabricius
Director del coro Andrés Máspero

Reparto
Friedrich (barítono) Christopher Maltman (Feb. 19, 22, 25, 28 · Mar. 3, 5)
  Leigh Melrose (Feb. 27 · Mar. 1, 4)
Luzio (tenor) Peter Lodahl (Feb. 19, 22, 25, 28 · Mar. 3, 5)
  Peter Bronder (Feb. 27 · Mar. 1, 4)
Claudio (tenor) Ilker Arcayürek (Feb. 19, 22, 25, 28 · Mar. 3, 5)
  Mikheil Sheshaberidze (Feb. 27 · Mar. 1, 4)
Antonio (tenor) David Alegret
Angelo (bajo) David Jerusalem
Isabella (soprano) Manuela Uhl (Feb. 19, 22, 25, 28 · Mar. 3, 5)
  Sonja Gornik (Feb. 27 · Mar. 1, 4)
Mariana (soprano) Maria Miró
Brighella (bajo) Ante Jerkunica (Feb. 19, 22, 25, 28 · Mar. 3, 5)
  Martin Winkler (Feb. 27 · Mar. 1, 4)
Danieli (barítono) Isaac Galán
Dorella (soprano) María Hinojosa
Pontio Pilato (tenor) Francisco Vas

Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
Duración Aproximada: 3 horas
Parte I: 1 hora y 25 minutos
Pausa: 25 min.
Parte II: 1 hora
Fechas: 19, 22, 25, 27 y 28 de febrero y 1, 3, 4 y 5 de marzo de 2016
20:00 horas; domingos, 18:00 horas
Retransmisión, 5 de marzo a las 20 horas, Radio Clásica.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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