Los Wyeth, padre e hijo

Dos grandes realistas norteamericanos se reúnen con los 'lópeces' en el Thyssen

Los Wyeth, padre e hijo
Wyeth: Andrew y Jamie en el estudio - Museo Thyssen

Gran idea la de sumar a la exposición ‘Realistas de Madrid’ (ver nuestra reseña) a estos dos pintores, tan realistas o más, de Pensilvania. Son coetáneos y pintan el mundo con parecida mirada. Si entre los nuestros había tres matrimonios, los americanos son padre e hijo. Andrew y Jamie Wyeth llegan desde su mundo rural con paisajes, interiores, vecinos, animales, y acompañados también de una selección de fotografías de su recóndito mundo. Contraste, contrapunto, complemento y semejanza.

Los Wyeth, sobre todo el padre, son tan conocidos en Estados Unidos como desconocidos en Europa. Llegan con 65 obras de diversas técnicas: dibujo a pluma, lápiz o carboncillo, acuarela, pincel seco, temple, óleo y técnicas mixtas. Nunca antes se había expuesto su obra a esta escala y en el contexto común de sus autobiografías, sus formas de trabajar en el estudio y sus ensoñaciones. «Me gustaría que me recordaran como el padre del artista Jamie Wyeth», dijo Andrew en una ocasión. Y Jamie afirma que es de su padre de quien más ha aprendido sobre arte. Para uno y para otro, la creación parte de la emoción, de la inspiración del momento, de las circunstancias del propio mundo, del cariño al entorno. Se les ha considerado expresión de una supuesta corriente denominada ‘agrariarismo’.
 
Es su primera retrospectiva en Europa. Andrew Wyeth (1917-2009) y su hijo Jamie (1946) son destacados representantes del realismo americano del siglo XX; durante buena parte de sus vidas coincidieron físicamente, vivieron en el mismo enclave -la localidad de Chadds Ford y la casa de verano en Cushing, Maine-, pintaron en estudios vecinos; el trabajo de ambos discurría en paralelo, se complementaba, se retaba incluso. Gustaban de la experimentación técnica y compartían una misma sensibilidad trabajando en un relativo aislamiento del mundo. Ambos fueron niños muy despiertos, educados en el propio hogar e introducidos al dibujo y la pintura por otros miembros de la familia. Ambos dedicaron tiempo y tiempo a dominar el oficio y a buscar, hasta encontrarlo, el universo que querían mostrar a los demás. El padre falleció a los 91 años de edad.

Al parecer a la popularidad de Andrew entre sus conciudadanos sólo puede compararse la de Pollock, antítesis absoluta. Su cuadro «Christina’s Worlds» (‘El mundo de Cristina’) proporciona al MoMa ingente número de visitantes y de ventas de reproducciones, y el museo neyorquino tal y como acostumbra tampoco lo ha prestado en esta ocasión. Jamie estuvo ayer presentando la muestra a los medios de comunicación y su campechana actitud y apariencia -con unos increíbles pantalones bombachos- no desmereció de la del comisario Standing, que concibió el proyecto y lo ha manejado con una eficacia que su continuo bromear, su inseparable gorra de béisbol y su aspecto hiper casual juegan a disimular. Con ambos llegó a Madrid una nutrida representación de su ambiente, una veintena de familiares, amigos, vecinos y coleccionistas de su obra, conceptos casi todos unidos en muchos de los miembros de la variopinta delegación venida de una américa austera, auténtica, desconocida.

El acceso a las colecciones privadas de Andrew y Betsy Wyeth y de Jamie Wyeth ha permitido al comisario de la muestra, conservador de pintura y escultura de la Gates Foundation del Denver Art Museum, desarrollar un completo proyecto expositivo que recorre toda su trayectoria, planteado como una conversación artística entre ambos y organizar el recorrido en los siguientes capítulos: Padre e hijo; Amigos y vecinos; Lugares compartidos; Desnudos; Animales; Control y exuberancia y Extraños prodigios.

Padre e hijo se retratan. En Lejanía (1952), una de sus primeras obras a pincel seco, Andrew pinta a su hijo buscando ‘el instante fugaz pero no congelado’. Jamie recordaría después que, mientras posaba, se dio cuenta de que había perdido en la hierba un soldado de juguete, lo que explicaría su mirada perdida en la “lejanía”. Con 23 años y en 1969 realizó un retrato de su padre, en el que el sencillo chaquetón típico de los amish, que apenas se distingue del fondo oscuro, le da al retrato un tono patriarcal y distante.

Sus modelos son en su mayoría amigos, vecinos y familiares . En los pocos retratos que hicieron por encargo, se empapaban de su mundo, compartían con ellos historias, estudiaban sus movimientos y su entorno, observaban lo que hacían a diario. “Cuando decido pintar a alguien, no es por su fisonomía sino por lo que transmite” -dice Jamie-, “tienes que saberlo todo de tu modelo. Si no, te quedas en la piel”. Y lo mismo pensaba Andrew: “Me involucro con las personas a las que retrato. Me hago amigo de ellas. No las pinto y sanseacabó”. Para Andrew, hasta las habitaciones en las que no hay nadie reflejan la personalidad de los que viven en ellas; es el caso de Maíz para sembrar (1948), donde pinta el desván de la casa de sus amigos Alvaro y Christina Olson. “Creo que una persona impregna un sitio… En los cuadros que representan esa casa, las ventanas son casi unos ojos, o fragmentos del alma. Cada ventana es para mí una parte distinta de la vida de Christina”.

La muerte de Christina Olson, su amiga y modelo durante mucho tiempo, dejó, como el mismo Andrew confesara, un vacío en su creatividad. Poco después, movido quizás por los dibujos que Jamie estaba haciendo de su prima (Desnudo de Robin McCoy, 1968), Andrew empezó una serie de desnudos de una joven vecina, Siri Erickson (La Virgen, 1969 o Estudio para Amantes, 1981) y esas obras llevaron después a otras del mismo género. También los animales domésticos de los Wyeth siempre fueron parte de la familia. Padre e hijo se identificaban mucho con ellos cuando los pintaban en obras como Durmiente nocturno (1979).

Durante su etapa de formación, ambos pintores aprendieron a ser rigurosamente disciplinados, a crear contornos y volúmenes dibujando una y otra vez formas geométricas a partir de modelos reales y vaciados de escayola, y a realizarlos después de memoria. Esa práctica constante les enseñó a ser muy observadores. Entendieron que, con esa preparación, podrían trabajar después de una manera más libre e intuitiva; muestra de ello son obras como La buhardilla (1962), todos ellas de Andrew. Como él mismo dijo “para saltarse las normas, tienes que conocerlas”.

Su afinidad con lo fantástico está en el origen de obras como Danza de la muerte (1973) de Andrew o Lluvia de meteoros (1993), una de las creaciones más originales de Jamie, no solo por el contenido -un espantapájaros vestido con una casaca militar de 1812 que, tanto él como su padre, utilizaron en muchas de sus obras-, sino también por los valiosos materiales empleados: Jamie “tomó prestado” un collar del joyero de su mujer y molió sus perlas para fabricar el pigmento con el que pintó las estrellas que titilan en el cielo. Su serie de 2005 titulada Los siete pecados capitales está protagonizada por gaviotas y cada pecado es una escena repleta de tensión tomada del natural.

Como complemento contextual, The Secret Sits (Wyeth Wonderland), expone una selección de fotografías de Joséphine Douet, que acompañó a Andrew Wyeth durante un mes retratando los lugares y motivos que le inspiraron en su localidad natal de Chadds Ford. Las 27 fotografías de Douet que se presentan en esta exposición constituyen, por lo tanto, una recreación de la producción del pintor y, a la vez, una variación: «No solo he construido relaciones cercanas y profundas con la gente de allí, explica, sino también con antiguos modelos de Andrew, llegando a compartir momentos extraordinarios con Helga, su musa secreta durante quince años’.

Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 7
Despliegue: 7
Comisariado: 7
Catálogo: 8
Folleto explicativo: 8
Documentación a los medios: 8

Museo Thyssen-Bornemisza
Wyeth: Andrew y Jamie en el estudio
Del 1 de marzo al 19 de junio de 2016
Organiza: Denver Art Museum en colaboración con el Museo Thyssen-Bornemisza
Comisariado: Timothy S. Standring, conservador de pintura y escultura de la Gates Foundation del Denver Art Museum
Coordinadora: Laura Andrada, Área de Conservación del Museo Thyssen-Bornemisza
Catálogo con texto y cronología de Thimothy J. Standring
Publicación digital en la app ‘Quiosco Thyssen’.
Sala de Exposiciones Temporales del Museo Thyssen-Bornemisza. Sótano primero.
Precios: General: 12 € – Reducida: (previa acreditación): 8 €

Como complemento a la exposición, el Museo ha organizado una charla entre Jamie Wyeth y Timothy J. Standring, comisario de la exposición, el martes 1 de marzo a las 18.00 h. en el salón de actos del Museo. Entrada libre hasta completar el aforo.

Fotografías de Joséphine Douet
Comisario: Guillermo Solana
Patrocinador: Giacometti Peron & Associés
Lugar: Balcón-mirador de la primera planta.
Horario: de martes a domingos, de 10 a 19 horas; lunes, de 12 a 16 horas.
Entrada gratuita.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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