La casa crecía (tiempo de burbujas)

Una comedia divertida y juiciosa en una notable producción del Centro Dramático Nacional

La casa crecía (tiempo de burbujas)
... Y la casa crecía - Teatro María Guerrero

Una comedia costumbrista en la mejor tradición del género, en la de Jardiel, Mihura y muchos otros que reflejaron la sociedad española poniéndole distancia a base de esa medicina que va del humor a la ironía y contiene empatía y tolerancia. El Centro Dramático Nacional pose a su disposición el María Guerrero en una ambiciosa producción que junta reflexión crítica con diversión, buenos apuntes de la realidad con sano entretenimiento.

Jesús Campos García tiene 77 años, ha dedicado su vida al teatro, escrito muchas obras, recibido ocho premios, realizado siete estrenos, y presidido la Asociación de Autores de Teatro entre 1998 y 2015. Y sin embargo es un perfecto desconocido para el público, cosas de nuestras escena. Cuarenta años después del estreno de 7000 gallinas y un camello (1976), vuelvo de nuevo a este teatro del que conservo tan buenos recuerdos. Y no es que me haya negado a volver, que bien que lo he intentado, solo que en todos esos años no fui capaz de escribir una obra que despertara el interés de quienes tenían la responsabilidad de interesarse. Nada personal, de eso estoy seguro, que las negativas o las abstenciones (silencios administrativos) se debieron, sin duda, a que mi teatro no encajaba en sus programaciones, más dedicadas a poner en escena obras de autores muertos o extranjeros. Esperemos que no se me haya olvidado hacer teatro con medios después de tantos años de teatro precario’.

‘…Y la casa crecía’ es una fábula social a cuenta de los años del crecimiento económico desmesurado, la especulación financiera, la avaricia colectiva y el consumismo desmadrado que culminaron hacia 2007 en eso que hemos resumido como La Crisis. Los ricos de toda la vida realizan una retirada táctica mientras los aspirantes a enriquecerse mucho y rápido creen llegado el momento de su particular ‘pelotazo’. Es una trama funcional que conviene no analizar de cerca para no verla sus muchas costuras improvisadas. Es un texto vivo y ameno, repleto de esas respuestas ingeniosas que los ciudadanos improvisan en el aperitivo y la sobremesa, tan ingeniosas como inoperantes. Resulta creíble y realista durante sus dos primeros tercios a pesar de la fuerte dosis surrealista que contiene, pero que en su tramo final, a partir de la inevitable irrupción policial, se despeña en una desmesurada farsa que queriendo superar el realismo costumbrista aterriza en la debacle fallera, perdiendo profundidad conceptual mayor, provocando situaciones disparatadas y sustituyendo la sonrisa reflexiva por la vacía risotada que acompaña a bufonadas y payasadas tan del gusto patrio.

El autor, director y escenógrafo alcanza un notable alto en las tres facetas. Del texto ya hemos hablado. Concibe una escenografía generosa, a contracorriente de la frugalidad sucinta imperante, que una excelente realización del equipo técnico convierte en lujo desusado en nuestras tablas, bien acompañado por la iluminación y servido por un vestuario sobresaliente que permite a los protagonistas cambiar de atuendo continuamente conforme transcurre la acción temporal. Y en cuanto a la dirección actoral, consigue ese difícil tono justo que en la comedia marca la diferencia.

El reparto funciona. Destaca Juan Carlos Talavera compensando con la debida mesura el disparate que presenciamos. Le secunda bien Ana Cerdeiriña aunque en su tópica ‘post maruja’ Isabel va cogiendo tono y tinte cada vez más histriónico. Genial es el papel de Yuya, cuyo hablar cubano resulta imponente y cuya divertida presencia a cargo de Marilyn Torres se convierte en ingrediente clave. Fernando Albizu prefiere no llegar que pasarse (como en su anterior Fernando VII) en ese caricaturesco Don Ruperto. La pareja señorial cumple mientras que su vástago Don Guillermo necesita aún encontrar el punto, aunque esa faraónica aparición final no tenga arreglo tal y como el autor la concibe. Es cuando el autor se despendola, quiere explicarlos la historia de la humanidad y las claves de nuestra sociedad y termina descubriendo la pólvora. A partir de aquí, la metáfora coge vuelo cósmico y los tres actores secundarios nos van a sorprender en una grandísima actuación inmóvil al servicio de una moraleja fallida.

Era la velada siguiente al estreno y el María Guerrero comenzó frío y terminó pletórico. Gustó, gustó mucho a los asistentes, y seguramente va a ser un gran éxito de público. Una buena comedia sin acritud, con ese enfoque realista que los veteranos enseñan a los ‘jóvenos’ sin que estos sepan apreciarlo. Un juzgar las contingencias sociales con la moderación del que ha visto cosas mucho peores y sabe lo difícil que resulta simplemente ir tirando.

VALORACIÓN DEL ESPECTÁCULO (del 1 al 10)
Interés: 7
Texto: 7
Dirección: 8
Interpretación: 7
Escenografía: 8
Producción: 9
Programa de mano: 9
Documentación a los medios: 8

CDN – Teatro María Guerrero

…Y LA CASA CRECÍA
Texto y dirección: Jesús Campos García
Del 4 de marzo al 10 de abril de 2016

EQUIPO ARTÍSTICO
Texto y dirección: Jesús Campos García

Reparto (por orden alfabético)
Don Ruperto – Fernando Albizu
Dimas – José Ramón Arredondo
Isabel – Ana Cerdeiriña
Jesús – Luis Hostalot
Doña Aurelia – Ana Marzoa
Gestas – Juan Matute
Don Daniel – Miguel Palenzuela
Alberto Juan Carlos Talavera
Yuya – Marilyn Torres
Don Guillermo Samuel Viyuela

Equipo Artístico
Escenografía Jesús Campos García
Iluminación Juan Gómez-Cornejo
Vestuario María Luisa Engel
Espacio sonoro Javier Almela
Ayudante de dirección Roberto Altozano
Diseño cartel Isidro Ferrer
Fotos marcosGpunto
Producción: Centro Dramático Nacional

De martes a sábados, a las 20:30 h
Domingos, a las 19:30 h
Encuentro con el público
Jueves 17 de marzo.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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