Un burlador para un mundo requeteburlado

La Compañía Nacional de Teatro Clásico avala una versión nueva del Tenorio de Tirso

Un burlador para un mundo requeteburlado
El burlador de Sevilla - Teatro de la Comedia

Ya la virginidad no tiene el enorme valor social que tenía en tiempos de Tirso de Molina, pero burladores, seductores, engañadores de mujeres, todavía haylos. Y de hombres, y de colectivos y de sociedades. Y depredadores no solamente sexuales sino en todas las facetas de la vida. Y probablemente haya ahora más que nunca, con la ausencia de normas morales y éticas en que tantos viven, con el incumplimiento sistemático de reglas sociales y leyes jurídicas que tanto abunda. El burlador de Sevilla nos visita de nuevo para recordárnoslo.

A primera vista es personaje vetusto en tiempos de aparente libertad sexual e igualdad de géneros. Pero sin duda como piensan los autores de la propuesta su forma de actuar está sumamente vigente: ‘Nos interesa por su faceta de transgresor de todas las leyes humanas y divinas, porque está instalado en la búsqueda del hedonismo más egoísta y desenfrenado, porque es un consumidor de sensaciones sin disfrutarlas’, dice Josep María Mestres. El diccionario reduce al burlador a ‘hombre que hace gala de seducir y engañar a las mujeres’, pero en esta y en tantas otras veces queda manco. Burlar no es solo asunto sexual y de hombres hacia mujeres. Así que buscando una acepción más amplia llegamos al mito y al mundo que vivimos.

Pero hay que tener en cuenta el desfase de siglos en trama y texto, y ahí comienzan las dificultades. Si se respeta a Tirso como es el caso -y además de obligado cumplimiento-, hay que distanciar el escenario, y sin ningún criterio historicista hacernos ver la lejana época para poder extraer el actual contenido. El director ha optado por jugar a los dos palos, y el montaje interacciona dos mundos, el del Siglo de Oro y el contemporáneo; lo hace en la escenografía y en el vestuario de forma discutible y harto acomodaticia, y lo hace en la actuación de elenco con resultado aún peor. Nos parece sincera y humildemente que el resultado es un grado inferior al notable, que resulta un Buscador confuso en el que galanes de traje y corbata trajinan entre columnatas barrocas, y pescadores salidos de las novelas de Blasco Ibáñez coexisten con nobles renancentistas.

El principal problema está en la forma de hablar y comportarse de los personajes, especialmente del protagonista encarnado por Raúl Prieto, un especialista en malvados barriobajeros actuales -no se ha quitado ni el pendiente- que da a Don Juan aires chulescos, macarras y zafios que francamente lo rebajan a rufián siendo caballero. En un decir y hacer muy de la calle actual y poco de los clásicos, le secunda destacadamente Mamen Camacho en la pescadora Tisbea, más propia de la televisión que del drama clásico. Se incluyen en un  reparto numeroso de quince actores y actrices en el que a Pepe Viñuela le toca de nuevo hacer el ganso en un Catalinón que no merece tantas collejas y empujones. Don Gonzalo de Ulloa es un personaje clave en su aparición después de muerto, y Paco Lahoz no consigue convencernos ni en aspecto ni en discurso.

Borja Ortiz de Gondra aunque proclama sumo respeto por el texto de Tirso, se atreve a hacer recitar a Doña Ana, esperando a su amante, el marqués de la Mota, versos que son de otra obra de Tirso, Los amantes de Teruel, para explicar sus sentimientos, y a que aparezca en el acto primero sin que figure en el original. ¿Por qué? Además ha situado al don Juan de Tirso en un espacio cercano al de  Molière. De ahí que en el final añade unos versos a Catalinón que son de personaje Sganarelle francés, esos de ‘¿pero a mí, quién me paga?’. ¿Por qué? No encontramos justificados ambos atrevimientos ni otros: ‘Si yo quiero, como ha sido el caso, sustituir la capa del marqués de la Mota con la que don Juan intenta engañar en el original a doña Ana, por un sombrero, porque no podía haber capas en este montaje, pues eso significa quizá cambiar un montón de versos. Obviamente además hay que respetar la estrofa. Y a mí me ha costado mucho, cuando he decidido dónde tenía que reescribir, conseguir estar a la altura de Tirso de Molina, porque Tirso de Molina es uno de los grandes y a uno le da mucho miedo retocar un verso suyo, o tener que inventar una redondilla para que cuadre. Al final, te diré que me ha llegado el perderle el miedo pensando, bueno, que Tirso no deja de ser  un colega de hace cuatrocientos años, que se enfrentó a las mismas problemas pero que tenía más agilidad que yo porque solo escribía en verso’.

Todo ello colabora a que este burlador no sea el de Tirso sino el de Tirso corregido y aumentado. La CNTC sabrá por qué. En fin, hubiera hecho falta un asesor de dicción, además de la de verso y el de canto. La composición musical y el espacio sonoro de Iñaki Salvador están muy trabajados y son siempre aportación de agradecer a los clásicos, así como bailes y danzas que ha coreografiado Jon Maya Sein con desigual resultado. Ya hemos mostrado reparos a la escenografía de Clara Notari y no tenemos nada que añadir a la iluminación de Juanjo Llorens, correcta.

Hace un año el autor Borja Ortiz de Gondra y el director Josep Maria Mestres estrenaron ‘Los Gondra (una historia vasca)’, y ahora mantienen su colaboración versionando este burlador con inferior resultado. Dice la directora de la CNTC, Elena Pimenta, que desde 2003 (aquel montaje dirigido por Miguel Narros con versión del gran poeta José Hierro) no se había puesto en escena por parte de la Compañía. Cierto es, pero si se han podido ver otros burladores, como el último en 2015 adaptado y dirigido por Darío Facal para el Español (ver nuestra reseña de entonces), un espectacular montaje discotequero, con mucho erotismo y tracas audiovisuales.

El público abarrotaba el pasado martes, día de San Isidro, el Teatro de la Comedia y venía de todos lados. Salió -al decir de sus aplausos- encantado. A nosotros nos pareció una puesta en escena un tanto comercial pero sin duda aceptable. En El burlador de Sevilla se aceptan mil innovaciones escenográficas menos la de aligerarlo en una producción firmada por quien debe velar y actualizar las esencias de nuestro teatro clásico.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés: 8
Versión: 7
Dirección: 6
Puesta en escena: 7
Interpretación: 7
Producción: 7
Programa de mano: 6
Documentación para los medios: 8

CNTC
Teatro de la Comedia – Sala Principal
El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina
Dirección Josep María Mestres
Del 13 de abril al 3 de junio de 2018
Duración aproximada del espectáculo: 1 hora y 45 minutos

Reparto por orden de intervención
Isabela – Elvira Cuadrupani
Don Juan – Raúl Prieto
Rey de Nápoles / Fabio – Ricardo Reguera
Don Pedro / Rey de Castilla – Pedro Miguel Martínez
Ripio / Anfriso – Samuel Viyuela González
Duque Octavio – Egoitz Sánchez
Tisbea – Mamen Camacho
Catalinón – Pepe Viyuela
Don Gonzalo – Paco Lahoz
Doña Ana / Constanza / Belisa – Irene Serrano
Don Diego – Juan Calot
Marqués de la Mota – Ángel Pardo
Batricio – José Juan Rodríguez
Aminta – Lara Grube
Gaseno – José Ramón Iglesias

Video Escena Álvaro Luna
Composición musical y espacio sonoro Iñaki Salvador
Escenografía Clara Notari
Asesor de canto Juan Pablo de Juan
Asesora de verso Pepa Pedroche
Iluminación Juanjo Llorens
Coreografía Jon Maya Sein
Vestuario María Araujo
Versión Borja Ortiz de Gondra
Producción CNTC

-Encuentro con el público: 26 de abril
-Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro
Hospital de San Juan
del 5 al 15 de julio.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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