Divinas palabras, el esperpento elevado al cubo

Cargar las tintas siempre estropea a Valle-Inclán que ya las cargaba en demasía

Algunos gallegos estaban deseando traducir y manipular a Ramón María del Valle-Inclán y lo han conseguido con una versión lamentable de su más respetada obra teatral, aunque prefiramos Luces de Bohemia. El discutible pionero de esta visión deformada y enfermiza de la realidad a la que se llama esperpento, se ve sobrepasado por seguidores arribistas, que no respetan los mínimos baremos en relación a la obra original, y elevan la falta de empatía hacia la discapacidad, así como el peor mal gusto posible, a límites intolerables e insoportables. Hablaremos de si aprueban otras asignaturas, pero desde luego tienen cero en conducta.

Divinas palabras, subtitulada Tragicomedia de aldea, se publicó en 1919. En 1921 el autor explicaba lo que entendía por esperpento: ‘Esta modalidad consiste en buscar el lado cómico en lo trágico de la vida’. Y sin embargo se insiste desde hace décadas en esperpentizar el esperpento tomándose en serio sus deformaciones cóncavas, convexas y desenfocadas. La obra plantea situaciones crueles en las que lo trágico y lo grotesco se aúnan en cuadros que remiten al Goya de Los disparates y Los caprichos, una galería de personajes sórdidos y miserables en versión expresionista. Además de las incontables versiones en España, ha sido montada en 35 ocasiones en 18 países, 13 de ellos de habla no hispana.

La acción gira alrededor de la familia de Pedro Gailo, un sacristán casado con Mari Gaila con la quer ha tenido una hija, Simoniña. La hermana de Pedro Gailo muere, dejando solo en la vida a su engendro, Laureaniño el Idiota, un enano hidrocéfalo, que es expuesto en las ferias ganando buenos dineros. Se lo disputan a tal fin la hermana de la difunta, Marica, y los Gailos. Cuando la esposa del sacristán se va con su amante Séptimo Miau, un grupo de gente emborracha al enano hasta matarle, desencadenándose un final tremendo.

La versión de Manuel Cortés e Xron advierte que es ‘a partir’ de la obra original, lo que en teatro se suele entender como escabechina generalizada. La acción se traslada a nuestros días, al mundo de la telebasura que suele ir acompañado de ambientes, gentes, sentimientos y pensamientos acordes en el desperdicio. Muere Xoana y su hijo Laureano, un joven con discapacidad grave a causa de una enfermedad motoneuronal, -quizás esclerosis lateral amiotrófica (ELA)-, que le impide moverse, hablar y el menor control de su fisiología, se queda solo en el mundo pero bien acompañado por una jugosa cuenta corriente y su celebridad en platós televisivos de los que su madre obtenía jugosos emolumentos. Su hermana y su cuñada no quieren hacerse cargo del inválido, pero cuando conocen el pan que trae bajo el brazo, se disputan su custodia, que se resuelve por un sistema de turnos. Ninguna de las dos piensa en el bienestar del enfermo, sino en el puro beneficio.

En esta aproximación, Marigaila, Pedro, Simoniña, Marica, Tatoola, Migueliño, Candás, Laurenao y Sétimo Miau son nueve personas encerradas en un programa de telerrealidad, que rehacen el crudo y duro retablo que escribió Valle-Inclán conservando el mero esqueleto del argumento.
 
‘Divinas Palabras Revolution’, añade sin que venga a cuento la palabra totémica de la gilipoyez reinante, la palabra más desgastada, la más desvirtuada y manipulada, y encima en inglés, lo cual es infame porque pocas veces ha sonado en ese idioma. Se representa en gallego con sobretítulos en castellano y eso complica mucho la comprensión para los espectadores que no falan galego y hace incomprensible la decisión la directora del Español de programarla así, como lo hubiera sido en vasco o catalán.

Pero eso es secundario ante el problema central. Esta no es una obra de Vale-Inclán sino una obra que la han robado a Valle-Inclán para usufructuando su nombre, su fama y su argumento hacer otra cosa, una requetesperpéntica comedieta televisiva carente de enjundia, repleta de zafiedad, en la que se confunde la velocidad con el tocino, y en vez de teñir de humanidad, compasión y templanza el planteamiento esperpéntico valleinclanesco, lo lleva a extremos espantosos y en nuestra humilde opinión, inaceptables.

Porque siendo el planteamiento discutible -una familia entera metida en un ‘Gran Hermano’ en el que les introducen al huérfano, así como si nada-, Xron lo ha hecho tan exageradamente horripilante, tan exactamente estercolero, vertedero, albañal, muladar, pocilga, imagen de ese cuarto por cien de ciudadanos a los que hay que ayudar a progresar en vez de jalear en su inhumana vivencia de humanos descendiendo en la pirámide evolutiva. Dicen haber llevado esta ‘tragicomedia de aldea’ a las alturas de ‘tragicomedia de aldea global y sin fronteras en la que se ha convertido el mundo a través de la telerrealidad’. Más bien tragicomedia de la aldea basura, la eclosión de los peores instintos y comportamientos que tiran para abajo mientras la especie humana avanza a trompicones.

El montaje presenta el argumento completo del original pero pierde la mitad del significado. La compañía Chévere (Premio Nacional de Teatro en 2014) apoyada en el Centro Dramático Galego lo ha tenido todo para hacerlo bien y lo ha hecho mal. ‘Nos negamos a mostrar esa Galicia idílica y metemos toda la obra en un interior prefabricado. Aquella Galicia ya no existe, fue abandonada, está en ruinas, el monte que la rodeaba se ha quemado, está arrasada, y aquella cultura ancestral tan apegada a la tierra se ha interrumpido, hay un corte brusco en la transmisión generacional de lo que es nuestra cultura, y eso también tiene que ver con la lengua’, dice Xron con el típico negativismo de boquilla antes de irse a degustar la penúltima mariscada. ‘Cien años después vamos a mostrar esta crisis cultural en gallego, como creadores gallegos, perdiéndole absolutamente el respeto a Valle’. Estupendo.

¿Por qué resulta repugnante estas propuesta a pesar de que hacerlo en galego -están en su derecho (menos en Madrid)-, y ambientarlo en una mierda voyeurística de esas de la tele, son cosas que podrían disculparse? Pues porque es tan sórdida, tan bien ambientada en el infraproletariado posmoderno que se convierte en un puñetazo premeditado a la audiencia de esos que no nos da la gana de aguantar ¡Qué se lo propinen entre ellos y sus seguidores!

La irrupción allá por la primera media hora insulsa de ‘Gran Hermano’ del pobre Laureano en escena, convertido precisamente en ese guiñapo del que todos se mofan, al que todos agreden con comentarios crueles, y que va a protagonizar el más lamentable cuarto de hora que recordamos en un escenario, una interminable escena en la que la borrica cuñada de la fallecida descubre que el pobre Laureano ha defecado entre tantas novedades y hay que cambiarle el pañal en una ceremonia dantesca. Una escena decimos interminable en su deplorable hiperrealismo, incluido un odor que crece y crece por el patio de butacas y que termina por provocar la huida de unos pocos espectadores valientes y decididos a que ‘enough is enough’, que dicen cuando llegan las grandes ocasiones esos flemáticos británicos.

No hay mucho más que decir porque no pudimos aguantar mucho más de espectáculo tan hipermaxiesperpéntico. Qué descenso vertiginoso desde su presentación em Madri el año pasado con ‘Eroski Paraiso’ (ver nuestra reseña de entonces). Sólo conservan a Patricia de Lorenzo de aquel reparto y Manuel Cortés se incorpora  al elenco. Siguen sin identificar a cada actor con su personaje en detrimento de los que mejor lo hacen. El Centro Dramático Galego humilla a Valle-Inclán con una versión que hace trizas su prosa y se apunta a lo más penoso de la moda podemita, sensacionalismo de mal gusto.

Aproximación al espectáculo (valoración del 1 al 10)
Interés: 4
Versión: 5
Dirección: 6
Interpretación: 7
Escenografía: 5
Producción: 5
Información a los medios: 7


Teatro Español
DIVINAS PALABRAS  REVOLUTION
Tragicomedia de aldea global
A partir de Ramón María del Valle-Inclán 
Dirección Xron
Del 17 al 27 de mayo de 2018
 
REPARTO 
Manuel Cortés
Antón Coucheiro
Patricia de Lorenzo
Borja Fernández
Mónica García
Tone Martínez 
Victoria Pérez
Ánxela Ríos
Tomé Viéitez
 
EQUIPO ARTÍSTICO   
Versión  Manuel Cortés e Xron
Escenografía  Suso Montero
Vestuario  Mar Fraga
Iluminación  Fidel Vázquez
Espacio Sonoro Xacobe Martínez Antelo
Vídeos   Quadra Producións/Cuco Pino
Caracterización Fanny Bello
Traducción  Manuel Cortés
Asesoría lingüística Rosa Moledo
Ayte. Audiovisual Semi Soto
Ayte. Dirección   Arantza Villar
Ayte. Producción  José Díaz
Una Producción del Centro Dramático Galego.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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