El político, acusado de cobrar sus mordidas en monterías que costaban 9.000 euros por cazador

Mariscadas, ‘bodas de sangre’, timbas de póker y prostitutas en las cacerías de Paco Granados

Entre las prebendas que recibía el exsecretario general del PP de Madrid había invitaciones de constructores a ostentosas cacerías.

Como explica Javier Chicote en ‘ABC‘, esas monterías, que tenían un coste de 9.000 euros por cazador, las pagaban constructores con intereses inmobiliarios en la Comunidad de Madrid. En concreto, varias jornadas cinegéticas entre 2003 y 2006 corrieron a cargo del grupo Dico, que fue una de las promotoras con mayor presencia en la región.

Según los documentos y testimonios recabados por ABC, Granados cobró sobornos en metálico en esas cacerías, que se celebraban en grandes fincas: «La Parrilla» (Los Yébenes, Toledo); Los Berrocales (Almadén, Ciudad Real) o en la finca que tenía la citada constructora en Daimiel, también en Ciudad Real.

El exdirector general del Grupo Dico así lo confesó en 2009 a la revista «Interviú», en una entrevista con el autor de esta información: «Francisco Granados es el tío más sucio del mundo. A ése le he dado yo el dinero directamente», dijo. Merino, que ya no trabajaba para el grupo Dico, escribió de su puño y letra las corruptelas de la constructora, manuscritos a los que ha tenido acceso ABC y que han sido entregados a la Fiscalía Anticorrupción.

Los documentos describen con todo lujo de detalles cómo eran esas monterías: «F. Granados ha asistido a casi todas las cacerías organizadas por Dico (…) Además estaban como invitados las demás empresas que actuaban en el municipio del Valdemoro, empresas del sector de la promoción y construcción y propietarios de suelo del mismo municipio».

Los invitados estrella eran los políticos a los que había que cortejar. Solían agruparlos por zonas y partidos, por ejemplo, alcaldes del PP del área noroeste de Madrid (Las Rozas, Pozuelo…). También solía asistir un polémico juez ya fallecido.

En estas jornadas cinegéticas se realizaba la llamada «boda de sangre». El cazador que abatía la primera pieza era «bautizado» usandio las vísceras del animal. Quien bautizó a David Merino fue, precisamente, el hombre fuerte del Gobierno de Esperanza Aguirre:

«Granados personalmente, mientras yo estaba en una silla sentado, me colocó las vísceras del jabalí encima de mi cabeza».

Las cacerías comenzaban un viernes y se prolongaban hasta el domingo. Al llegar la noche se celebraban partidas de póker con grandes cantidades de dinero sobre la mesa, incluso «billetes de 500 euros» que ponían los constructores, Julián Giménez de los Galanes y Francisco Colado, dueños del grupo Dico e imputado en la operación Púnica.

Todo pagado

Uno de los manuscritos del entonces director general de la promotora dibuja la mesa de la timba e identifica a sus asistentes: entre ellos está Granados, David Marjaliza -principal conseguidor de la trama-, el constructor de «Vías y Obras» (Ramiro Cid Sicluna, también imputado).

No se escatimaba en gastos. En una ocasión trajeron marisco con un helicóptero. Además, si el cazador de turno así lo deseaba, por la noche se le ofrecían prostitutas, de las que podía disfrutar en la finca o en los hoteles cercanos en los que se alojaban algunos de ellos.

 

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