Asistimos a un auge espectacular de la Inteligencia Artificial (IA) que viene acompañado por el vehemente fervor de buena parte de la comunidad científico-técnica.
Así comienza Rafael Bachiller un interesante artículo de opinión publicado en El Mundo en el que trata la IA desde un interesante aspecto: no verla como una amenaza sino como el modo de responder a las necesidades humanas.
El texto parte del axioma al que toda tecnología se enfrentó en un momento dado. Algo nuevo no debe de ser visto como el verdugo de lo antiguo sino como una forma de mejorarlo y adaptarlo al ser humano. Pero como siempre, eso siempre depende del factor humano; no olvidemos el ejemplo de la dinamita desarrollada para abrir caminos aunque también fue usada para funestos fines.
Bachiller recuerda en su texto como
La ambición de desarrollar máquinas pensantes no es de ahora, se remonta a los trabajos del atormentado Alan Turing hace más de medio siglo y, desde entonces, las máquinas han vencido al hombre en algunas de sus habilidades de razonamiento más emblemáticas, por ejemplo, en el juego del ajedrez.
La gestión del Big Data es uno de los aspectos que destaca el autor para mejorar los entornos de trabajo.
El mundo laboral puede transformarse completamente gracias a la IA. Y esto desde el primer momento del reclutamiento de un nuevo trabajador, pues estos sistemas pueden ayudar a decidir qué candidato es el más apropiado para un puesto de trabajo. (…) Gracias a la IA se pueden examinar en toda su complejidad las comparaciones entre salarios, incluyendo todos los factores, como el de género, y se puede decidir de una manera objetiva quién merece antes una promoción o un aumento.
Y también resume las dudas que aun sobrevuelan sobre la IA al cuestionarse hasta qué punto hay que permitir que un robot conduzca un autobús o realice una operación quirúrgica compleja; ¿es razonable dejar en manos de un sistema de IA los asuntos de ciberseguridad o de seguridad militar?; o ¿dónde habrá que buscar al responsable en caso de fallo o accidente?
Sobre este binomio entre lo humano y lo técnico, el abogado Antonio Garrigues Walker participó en la primera edición de Congreso Internacional de Longevidad y Criopreservación organizado por la Fundación Vidaplus.
