La esquizofrenia, el autismo, el trastorno bipolar, la depresión y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) tienen una base genética común entre ellos. Sobre esta base, un grupo de 500 científicos han estudiado alteraciones genéticas que, combinadas de una determinada manare, derivan en este tipo de dolencias. Con esta herramienta los expertos insisten que «el futuro pasa por la prevención».
Lo cuenta Jessica Mouzo en El País donde publica un artículo en que relata como un gran estudio internacional sobre las enfermedades del cerebro en el que se analizaron las variantes genéticas de más de 800.000 personas (pacientes e individuos control) de todo el mundo constata el estrecho parentesco entre los trastornos psiquiátricos.
Los médicos, en realidad, ya preveían un poco los resultados de este estudio. Lo veían en la consulta: un paciente con depresión que desarrolla ansiedad y también tiene diagnosticado TDAH, por ejemplo. Lo veían en sus pacientes pero no entendían por qué sucedía.
Bru Cormand, investigador en el Instituto de Biomedicina de la Universidad de Barcelona (UB), señala que
A nivel clínico, se presentaban algunas coincidencias, varias comorbilidades. Y se decidió aprovechar los datos preexistentes a escala genética de muchas enfermedades del cerebro para ver si hay una base genética compartida entre ellas.
Se ha mirado todo el genoma sin ninguna hipótesis previa. Miramos los 28.000 genes del genoma y la región oscura, los segmentos que hay entre los genes, para saber la correlación genética que hay entre los trastornos.
Según el artículo que han publicado en la revista Science,
El resultado fue que la esquizofrenia y la depresión, por ejemplo, tienen una base genética parcialmente común a la de casi todos los trastornos psiquiátricos analizados. Asimismo, la esquizofrenia, el trastornos bipolar, la depresión mayor y el TDAH, comparten entre ellos alrededor de un 40% de base genética común.
Pero los investigadores de este macroestudio, como se subraya en el artículo de El País, no se han quedado solo en el análisis genético de estas patologías. Los expertos han ampliado el foco y han puesto en el punto de mira otros parámetros cognitivos como el rendimiento escolar, elementos ambientales como el tabaquismo o la obesidad, y el estudio de los rasgos de personalidad (la inestabilidad emocional, por ejemplo), para establecer las coincidencias entre patologías.
