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La invasión de especies marinas foráneas al mar Mediterráneo

, Martes, 2 de enero 2001
El mar es, en muchos aspectos, y sobre todo para el gran público, un gran desconocido. Es lógico, pues, que la información referente a las especies introducidas sea muy inferior a la que se posee del medio terrestre. El Mediterráneo es un mar extraordinario en muchos aspectos.

Hace 10 millones de años el Mediterráneo estaba aún abierto al océano Índico y su fauna era muy distinta a la actual, con una importante proliferación de arrecifes de coral. Dicha comunicación fue cerrándose, la fauna se fue empobreciendo y finalmente, coincidiendo también con el cierre del estrecho de Gibraltar, hace algo más de 6 millones de años, el Mediterráneo se secó, quedando reducido únicamente a algunas lagunas hipersalinas con una fauna y flora paupérrimas. La reapertura del estrecho de Gibraltar ahora hace entre 4 y 5 millones de años propició una entrada de especies atlánticas, en una invasión a gran escala que originó el poblamiento faunístico y florístico del Mediterráneo.

La apertura del Mediterráneo al Índico nunca tuvo lugar hasta que, en 1869, el canal de Suez unió el Mediterráneo oriental con el mar Rojo, éste a su vez comunicado con el Índico. Ello ha propiciado la invasión de especies marinas más espectacular y mejor documentada; al menos 300 especies provenientes del Índico se han establecido recientemente en el Mediterráneo, lo que significa alrededor de un 4% de la flora y fauna mediterránea actual. Si continuase la invasión de especies del mar Rojo a este ritmo, en "sólo" cinco mil años el número de especies del océano Índico igualaría a las mediterráneas. La apertura del canal de Suez ha significado, pues, una entrada de especies foráneas mil veces superior por año en 130 años a la acontecida a través del estrecho de Gibraltar en 5 millones de años.

El caso de la apertura del canal de Suez es un ejemplo único de la importancia que puede tener una actuación humana en la biodiversidad de una amplia zona geográfica. Sin embargo, los vectores de introducción de especies en el medio marino son muy diversos. El transporte de organismos adheridos a los cascos de embarcaciones ha sido un factor de introducción de especies desde la antigüedad, de tal forma que muchas especies propias de los puertos son especies de distribución actualmente cosmopolita pero que tenían una distribución geográfica muy restringida hace unos pocos miles de años. El agua de lastre de los barcos es un factor importantísimo en la homogeneización de los poblamientos de plancton a nivel mundial. Miles de barcos navegan por todo el mundo cogiendo cientos de miles de metros cúbicos de agua de lastre en un océano con toda su flora y fauna planctónica incluida. Liberando esta agua en otros mares o océanos, permiten la implantación de esta flora y fauna en lugares muy alejados de sus zonas de origen. La acuicultura es un tercer factor muy importante en la introducción de especies. Dicha introducción puede ser deliberada, cuando la especie introducida en las comunidades naturales es la misma cuyo cultivo se pretendía, o accidental, cuando se introducen especies que acompañaban a la especie objeto de cultivo. Por ejemplo, la ostra japonesa se introdujo en Francia para su comercialización, pero con ella se han introducido involuntariamente numerosas especies de algas japonesas que han colonizado con éxito las zonas de cultivo de ostras, como son las lagunas litorales de la costa francesa mediterránea.

Otros vectores de introducción menos importantes son la acuariología -recordemos la polémica introducción del alga tropical "Caulerpa taxifolia" en el Mediterráneo a partir de ejemplares procedentes del Museo Oceanográfico de Mónaco-, la investigación científica o, incluso, los cebos para la pesca deportiva.

Así pues, un ambiente tan sumamente inhóspito para el hombre como es el mar ve afectada la distribución de su flora y fauna por múltiples actividades humanas que transportan multitud de organismos de forma voluntaria o involuntaria.