España vive una etapa de resplandor industrial con un tejido automovilístico estable, sólido y fructífero, tanto por el número de fábricas como por la cantidad de modelos que se producen. La gran mayoría de las factorías presumen de una larga tradición y están adaptadas a los tiempos modernos, generando empleos, siendo competitivas y diversificando la producción; pues la mayoría de las plantas ubicadas por toda la península desarrollan motores, cajas de cambio, vehículos comerciales e industriales, y por supuesto turismo y todoterrenos.
Si una marca de coches está asociada a la marca España ésa no es otra que Seat, que, bajo las directrices del Grupo Volkswagen, mantiene su identidad a la par que amplía horizontes produciendo en su planta de Martorell (Barcelona) modelos de otras firmas del consorcio. El último, el Audi Q3, cubriendo el vacío dejado por el buque insignia de Seat, el Exeo, que dejó de fabricarse este pasado verano. Por su parte Volkswagen, la matriz del grupo alemán, sigue apostando firmemente por su planta de Landaben (Navarra), donde lleva 30 años produciendo las diferentes generaciones del pequeño Polo. Y por supuesto la factoría catalana mantiene modelos emblemáticos como los populares Seat Ibiza y Seat León, así como el veterano Altea, al tiempo que se adapta a las lógicas sinergias del Grupo VAG, que produce los Seat Mii y Toledo en plantas checas junto a sus ´primos´ de Skoda, Citigo y Rapid.
Pero por encima de nacionalidades, hay que hablar de marcas que verdaderamente han apostado por nuestro país para producir sus coches. Y en este terreno, los fabricantes franceses son los grandes protagonistas. Empezando por Renault Valladolid, la fábrica decana en España (1953), que ha producido turismos históricos como los R4, R5, R18, o los Clio I, II, III, coches que han motorizado diferentes generaciones de un país entero, y que ahora produce en la planta satélite de Palencia el superventas Renault Megane y en Valladolid, en exclusiva, el SUV urbano Captur y el primer modelo eléctrico español, el Twizy.
Menos bulliciosos se encuentran en PSA, grupo francés propietario de Citroën y Peugeot que en España está establecido por partida doble: en Madrid y Vigo. En la planta de Villaverde, la llegada del Citroën C4 Cactus, en exclusiva mundial, ha sido un soplo de aire fresco para una factoría que a duras penas se sostenía con modelos como el Peugeot 207, que, evolucionado por el nuevo 208, está destinado a mercados secundarios. Por su parte, en Vigo la última adjudicación ha venido por partida doble de la mano de las berlinas compactas de bajo coste Citroën C-Elysee y Peugeot 301, que se unen a los monovolúmenes Citroën C4 Picasso y Grand C4 Picasso, y los comerciales Citroën Berlingo y Peugeot Partner.
Y si hay una marca para la que este 2014 está siendo movido por la salida y entrada de modelos en su cadena de producción, ésa ha sido Ford, presente en Almusafes (Valencia) desde 1976 con el primer Fiesta, al que siguió durante una larga temporada el compacto Focus, y que después de perder este mismo año al último superviviente de la gama media el C-Max, abraza intensamente a los modelos de gama alta de la marca; desde septiembre la berlina Mondeo (incluida una versión híbrida) y a primeros de 2015 los monovolúmenes grandes S-Max y Galaxy, todos procedentes de la planta belga de Genk que Ford acaba de cerrar. Estos tres modelos se unirán a Kuga (SUV medio) y Transit Connect (comercial).
Por último, dos plantas emblemáticas, una en Figueruelas (Zaragoza) y otra en Barcelona, ambas con pasado, presente y futuro. La primera corresponde a Opel (General Motors), de donde han salido modelos como el Kadett y el Astra, y que desde 1982 ha visto crecer ininterrumpidamente a todas las generaciones del Corsa, incluida la quinta, que llegará al mercado en las primeras fechas de 2015. La segunda, también fundada en los años 80 (1983), es propiedad de Nissan, que desde julio fabrica el nuevo compacto de la casa, el Pulsar, uniéndose a los todoterrenos puros Pathfinder y Navara.
