Foutanga Babani Sissoko

Este hombre usando «magia negra» se apropió de US$242 millones

Le dijo al banquero Mohammed Ayoub que tenía poderes mágicos y que con ellos podía duplicar cualquier suma de dinero

Este hombre usando "magia negra" se apropió de US$242 millones
Foutanga Babani Sissoko BBC Mundo

En agosto de 1995 un hombre llamado Foutanga Babani Sissoko entró a la oficina central del Banco Islámico de Dubái (DIB), en la capital del emirato con el mismo nombre, y solicitó un préstamo para comprar un auto.

El gerente, Mohammed Ayoub, aceptó y Sissoko lo invitó a cenar a su casa.

Ese fue el preludio de uno de los engaños más audaces de todos los tiempos.

Durante la cena, Sissoko sorprendió al gerente del banco asegurándole que tenía poderes mágicos y que con ellos podía duplicar cualquier suma de dinero.

La magia negra está condenada por el islam, aunque mucha gente cree en ella, y Ayoub cayó en el engaño del misterioso empresario originario de una aldea remota en Malí.

En el próximo encuentro, Ayoub llegó a la casa de Sissoko con el dinero.

Fue entonces cuando un hombre salió de una habitación diciendo que un espíritu acababa de atacarlo. Y le advirtió a Ayoub que no enojara al espíritu, porque su dinero no se duplicaría.

Ante eso, el banquero dejó su efectivo en la sala de magia y esperó.

El hombre dijo que vio luces, humo y que escuchó las voces de los espíritus. Luego hubo silencio.

El dinero se había duplicado. Y Ayoub estaba fascinad.

Ayoub «creyó que era magia negra y que Sissoko podía duplicar el dinero», dijo Alan Fine, un abogado de Miami, Estados Unidos, que el banco contrató para investigar el caso.

«Así que comenzó a enviarle dinero a Sissoko, pero esta vez era efectivo del banco».

Entre 1995 y 1998, Ayoub realizó 183 transferencias a las cuentas de Sissoko en todo el mundo.

Mientras, el empresario gastaba grandes cantidades de dinero en tarjetas de crédito, millones según Fine, que Ayoub pagaba en su nombre.

En 1998 el banco comenzó a tener problemas de flujo de efectivo y una multitud de clientes se reunió en la puerta para retirar su dinero.

Las autoridades de Dubái intentaron minimizaron la crisis, pero la gente salió perjudicada.

«El DIB se salvó porque el gobierno intervino para ayudar, pero a cambio tuvo que desprenderse de una gran cantidad de sus acciones», dice Fine.

Para entonces, Sissoko estaba muy lejos. Uno de los beneficios de su plan era que no necesitaba estar en Dubái para seguir recibiendo dinero.

Fuente original: BBC Mundo/Leer más

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