Los campesinos de un pueblo en el sureste de Bolivia le acusaron de asesinar a otro agricultor del lugar

Una turba enloquecida entierra vivo a su vecino por practicar brujería

Aplican la llamada justicia comunitaria indígena, reconocida en la Constitución que rige en el país desde 2009, que no establece ni ampara la pena de muerte

Una turba enloquecida entierra vivo a su vecino por practicar brujería
Enterrado vivo FV

Campesinos de un pueblo en el sureste de Bolivia enterraron vivo a un hombre de 61 años al que acusaron de practicar brujería para asesinar a otro agricultor del lugar.

El suceso ocurrió el domingo, en la comunidad de Irocota, en el municipio de Poroma, a unos 67 kilómetros de la ciudad de Sucre, capital constitucional de Bolivia, informó a la radio Erbol el director de la Fuerza Especial de Lucha contra el Crimen (Felcc) de la región de Chuquisaca, coronel Jaime González.

«Autoridades de Irocota habrían determinado enterrar viva a esta persona de 61 años, de sexo masculino, siendo que lo sindicaban por una muerte por práctica de brujería»,

señaló González.

PROHIBICIÓN

El domingo en toda Bolivia regía una prohibición para viajar por tierra, entre otras restricciones, debido a la votación de las elecciones generales.

En las últimas horas, la Policía se enteró del suceso y logró rescatar el cadáver. Los familiares de la víctima identificaron a los supuestos responsables de su muerte, si bien por ahora no hay personas detenidas, señaló González.

Los linchamientos de supuestos delincuentes en Bolivia ocurren con frecuencia y, según advirtieron los juristas, muestran que en el país rige una pena de muerte de facto aplicada por muchedumbres.

JUSTICIA COMUNITARIA

Las turbas siempre argumentan que aplican la llamada justicia comunitaria indígena, reconocida en la Constitución que rige en el país desde 2009, que no establece ni ampara la pena de muerte ni los castigos físicos.

Las autoridades bolivianas y organismos internacionales, entre ellos la ONU, han mostrado su preocupación por estos actos que la Policía no ha logrado frenar, ya que muchos tienen lugar en zonas rurales en las que apenas hay agentes que puedan enfrentarse a las muchedumbres furiosas.

 

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