Es el momento de salvar a Venezuela

Hasta los chavistas abandonan al sanguinario Nicolás Maduro

Hasta los chavistas abandonan al sanguinario Nicolás Maduro
Nicolás Maduro (VENEZUELA). VZ

CUANDO un dirigente político dice en público y sin ruborizarse que, si los ciudadanos no le votan, utilizará la fuerza contra ellos, es porque es un dictador sin escrúpulos. Nicolás Maduro es un personaje que ha logrado la mayor catástrofe socioeconómica de la historia de Venezuela y ni siquiera es capaz de asumir la gravedad de sus propias palabras.

Ante tamaña barbaridad, es natural que hayan empezado a abandonarle hasta relevantes dirigentes del régimen fundado por Hugo Chávez, que no pueden soportar la deriva autoritaria y arbitraria que ha emprendido este antiguo conductor de autobuses.

Venezuela se encuentra en un momento crítico y no hay más que dos posibilidades: o Maduro logra llegar al 30 de julio para disolver todo el actual entramado constitucional, para cumplir sus planes de hacer otro a su medida descartando toda opción crítica, o la oposición y los disidentes del chavismo que aún conserven algo de dignidad logran derrocarlo para impedirlo.

En el primer caso, el déspota tampoco se saldrá con la suya sino que simplemente acelerará su alocada carrera hacia el abismo. Sólo si se produjese el segundo escenario se podría vislumbrar una cierta esperanza de futuro para un país al que la experiencia bolivariana ha destrozado hasta los cimientos.

Maduro se está quedando sin amigos en el exterior, la economía del país está al borde del colapso y sus posibilidades de crédito están taponadas. Las aerolíneas extranjeras dejan de volar a Caracas, las empresas se han ido ya ante la gravedad de la situación.

En el interior, el régimen se empeña en taponar todos los caminos pacíficos dentro del marco institucional y no deja más vía posible que las protestas, que a estas alturas ya no van a cesar.

La rocambolesca historia del helicóptero secuestrado por un policía podría ser tanto el reflejo de esas dudas en el seno del chavismo, como un burdo pretexto para desencadenar una oleada de represión dentro de las Fuerzas Armadas, para garantizarse la lealtad de los pocos que queden.

Los verdaderos patriotas venezolanos no pueden seguir apoyando a Maduro sin tener en cuenta que, de todos modos, el tiempo de este excéntrico dirigente se ha acabado y que, contribuyendo a mantenerlo en el poder, se convierten en cómplices de un sátrapa cuyos crímenes serán juzgados y condenados más temprano que tarde.

La fiscal general Luisa Ortega lo ha entendido hace tiempo y ha elegido ponerse del lado correcto en este momento tan grave para su país.

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