"Solvente asesino"

Expandillero que mató a 27 : «Me arrepiento cada día»

"Hoy lo veo diferente y siento que yo no tenía el derecho para quitarle la vida a ninguno"

Expandillero que mató a 27 : "Me arrepiento cada día"
Integrante de la pandilla MS-13 y Barrio 18 YT

El comienzo

Mike (nombre ficticio) nació en una familia humilde, en una colonia de El Salvador donde operaba la pandilla Barrio 18. Cuenta que «convivía con ellos haciendo favores» y cuando tenía 14, le preguntaron si quería entrar, y, «quizá de una necesidad de autoestima», dijo que sí.

Al principio tenía que mover drogas y armas, ya que -explica- a la pandilla «le gusta que seas menor de edad» porque si te detiene la Policía no te va a procesar. Sin embargo, para entrar en la banda de verdad -«hacer el brincado»- tienes que matar, según recoge RT.

El brincado

Mike cuenta que a la hora de hacerlo, tuvo alguna duda, pero más por la posibilidad de ser arrestado que por la ética, ya que desde que uno comienza a hacer favores para la banda «te meten esa idea de que ahora que eres parte de la pandilla tienes enemigos y la única forma de seguir viviendo es matando, si no, vos a ser la víctima».

Después de dar ese paso y siempre que demuestres valor y no se te vea «actitud de temor», puedes pasar al siguiente nivel y hacer el brincado. Durante este acto de iniciación, tres ‘homeboys’ -personas ya brincadas- golpean al futuro miembro en todo el cuerpo, respetando tan solo la cara y las partes sensibles, mientras el palabrero, jefe de banda, cuenta los 18 segundos (que en realidad pueden durar cuanto le dé la gana).

Seguir matando

Después de brincar, la principal labor de un pandillero es seguir matando. Normalmente, tienes que eliminar a los miembros de otras pandillas (el peor enemigo es Mara Salvatrucha), pero también a los que llaman ‘piedra de tropiezo’: civiles que «no están de acuerdo», que llaman a la Policía, que están «estorbando a la pandilla».

Mike mató a 27 personas, todas de las pandillas o vinculadas con las pandillas. Confiesa que recuerda sus caras y se arrepiente «todos los días de la muerte de todos», independientemente «de si eran contrarios, si me hubieran querido matar, a cuantos mataron ellos».

«Hoy lo veo diferente y siento que yo no tenía el derecho para quitarle la vida a ninguno», asegura.

La vida de pandillero

Sin embargo, por aquel entonces su «adrenalina era tal» que le «importaban poco las consecuencias». «Yo era de los que cuando el palabrero mío decía hay que ir donde fulano a matarlo, yo levantaba la mano y decía voy», recuerda, y añade que siempre «tomaba la iniciativa». En un momento dado, cuando su palabrero fue arrestado, él llegó a ser el jefe de su pandilla.

No todos los pandilleros viven bien, pero Mike «sí vivía», porque se quedaba con el dinero de la pandilla sin decírselo a nadie. Así ganaba más de 2.000 dólares al mes, pudiéndose gastar 1.500 en una discoteca «en cocaína, prostitutas, alcohol». Todos lo sabían, pero «no había nadie con la solvencia de asesino que yo tenía para reclamarme», explica.

En la cárcel

Sin embargo, cuando cayó preso tras ser delatado por uno de los suyos, decidió a ir a un penal de civiles, para no estar con los demás ‘homeboys’ y no tener que responder por haber robado a sus compañeros, «algo gravísimo dentro de la pandilla».

Fuente: RT/Leer más

VIDEO DESTACADO: ‘El Pozo’, la nueva cárcel blindada para las bandas más peligrosas de Honduras

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