En la misma hoguera ha quemado también su reputación Rodríguez Zapatero, que ha colaborado con esta maniobra de la que no podía ignorar ni sus raíces ni sus efectos.
No hay que utilizar muchos argumentos para descalificar lo que sucedió este 20 de mayo de 2018 en Venezuela. Ni siquiera a simple vista se podía considerar que fueron unas elecciones presidenciales.
No fueron libres ni equitativas, ni había ninguna garantía de que se respetase el resultado (Con estas ganas intentan partirle la cara a Zapatero en Venezuela por sus marranadas: «¡Asesino!» ).
Se sabía de antemano, porque los sectores más relevantes de la oposición habían denunciado esas condiciones y se negaron a participar, teniendo en cuenta el precedente de las legislativas de 2015, en las que el régimen fue derrotado a pesar de todas sus trapacerías pero la voluntad de los electores fue ignorada.
Además, la indiferencia manifiesta de una gran parte de la población deja ver hasta qué punto Maduro no es capaz de movilizar el apoyo masivo que reclamaba ni siquiera usando burdos engaños.
Es obligatorio para nosotros denunciar el incumplimiento de los acuerdos. Por eso este proceso no fue real, no lo reconocemos y exigimos que se convoquen nuevas elecciones.
— Henri Falcón (@HenriFalconLara) 21 de mayo de 2018
En realidad, lo que se ventilaba en estas votaciones no era el segundo mandato de Maduro sino precisamente su deslegitimación absoluta. Los principales países de la región y del mundo ya han dicho que no reconocerán el resultado (¿alguien hubiera podido albergar la menor duda de quién sería proclamado vencedor?), por lo que Maduro se convierte formalmente en un usurpador y el régimen bolivariano, en un poder no democrático, es decir, una dictadura.
MEGANALISIS INFORMA: Boletín Final. Participación en Venezuela. Abstención histórica (83%), nunca vista en el País en una elección presidencial. Estos son nuestros resultados, producto del trabajo técnico avalado por casi 40 años de experiencia. Ver detalles en gráfica. pic.twitter.com/B75fYsoohv
— Meganalisis (@Meganalisis) 20 de mayo de 2018
Esa clarificación indiscutible sobre la verdadera esencia del chavismo es seguramente el único elemento que aporta la maniobra de ayer. Pero, a cambio, el efecto perverso de esta terquedad de Nicolás Maduro en ignorar las apelaciones al sentido común, y mantener la convocatoria, ha emponzoñado de forma seguramente definitiva cualquier salida ordenada para el régimen.
Después de esto, el dictador ha perdido toda la credibilidad -o la poca que le quedaba- para organizar una consulta aceptable mientras él permanezca en el poder.
En la misma hoguera ha quemado también su reputación Rodríguez Zapatero, que ha colaborado con esta maniobra de la que no podía ignorar ni sus raíces ni sus efectos.