El producto, para mayor gloria del millonario, se denomina Chen Guangbiao Buena Persona
Hay personas que tienen tal capacidad para los negocios, que se dice que serían capaces de vender aire. Como cuenta desde Shanghai el periodista Malcolm Moore, para The Telegraph, el millonario chino Chen Guangbiao está a punto de convertir esta frase en una realidad.
Guangbiao, muy conocido por su faceta como filántropo, ha decidido que tiene que concienciar a la población de su país de la gravedad del problema que representa la contaminación atmosférica.
El potentado, que estrelló no hace mucho su Mercedes Benz para subrayar que es imprescindible proteger el medioambiente, ha decidido que, nada mejor para proteger el Planeta, que vender aire puro del Tibet enlatado.
El producto, para mayor gloria del millonario, se denomina Chen Guangbiao Buena Persona y el primer lote cuenta con 100.000 latas que costarán entre cuatro y cinco yuanes, alrededor de 50 céntimos de euro.
Dado que el proyecto tiene un fin social, por cada lata vendida, el millonario donará 0,10 yuanes -menos de un céntimo de euro- a organizaciones humanitarias.
El resto de los beneficios irán destinados a aumentar la fortuna de Guangbiao.
Y es que la caridad bien entendida comienza por uno mismo. Sobre todo si es capaz de vender algo tan ilimitado y común como el aire.
EL PLAN AIRE
La enorme contaminación, y la incidencia que acarrea de enfermedades del sistema respiratorio, es uno de los grandes problemas en las principales ciudades chinas, donde en días de fuerte polución incluso la visibilidad puede quedar afectada.
El reto de disfrutar de un aire limpio permanece latente entre la población china, que ve con escepticismo cómo las mediciones gubernamentales de contaminación difieren de lo que respiran en las calles.
Las estadísticas oficiales admiten que el área costera del este chino, que concentra al 27 por ciento de la población y el 43 por ciento del Producto Interior Bruto Nacional, sufre una media de cien días de contaminación anuales.
Esta región muestra una concentración dos a cuatro veces superior al nivel de partículas PM2.5 (de 2,5 micras de diámetro, treinta veces menor que el de un cabello humano) considerado saludable por la Organización Mundial de la Salud, según los datos del Ministerio de Protección Medioambiental chino.
Un informe de la NASA va más allá y alerta de que esa zona es la región del mundo más afectada por las partículas PM2.5.
El año pasado, un informe del ministerio chino reveló que casi el 40 por ciento de las 113 mayores ciudades del país sufren niveles de contaminación alarmantes.
La aprehensión se multiplicó cuando instituciones extranjeras independientes revelaron que las lecturas de los niveles de contaminación por parte del Gobierno chino no incluían las partículas de un diámetro inferior a las 2,5 micras.
Esas partículas, al ser respiradas, pueden alojarse en las profundidades de los pulmones o incluso entrar en el flujo sanguíneo y causar graves problemas de salud o incluso la muerte en los casos más extremos.
La directora de la Campaña de Clima y Energía de Greenpeace en China, Li Yan, puntualiza que «la gente suele señalar el incremento de vehículos como la mayor fuente contaminante, aunque en realidad gran parte de la polución proviene de la quema de carbón, como la procedente de las industrias, la electricidad y la calefacción, que causa alrededor del 60 por ciento de la contaminación«.
Recientemente el Gobierno chino anunció que mejorará su medición exacta de contaminantes y que todas las ciudades chinas contarán hacia el año 2015 con un sistema de medición de las partículas contaminantes más pequeñas -y nocivas- en la atmósfera, frente a las insuficientes cifras actuales.
La concienciación ciudadana también está creciendo. El mes pasado las autoridades desecharon el proyecto para construir un conducto de residuos industriales después de violentas manifestaciones en el este chino.
En la provincia de Sichuan también se canceló en julio un proyecto para establecer una refinería de cobre tras manifestaciones en contra que aglomeraron a miles de personas temerosas de los efectos nocivos que la planta pudiera tener sobre su salud.
Ante esta situación, Li da la bienvenida a iniciativas como la de Chen y sus latas de aire.
«Es una idea muy creativa, una actividad muy significativa, puede inspirar a las personas a que vean lo precioso que es el aire y que tiene un coste».