Indonesia, Malasia y Tailandia ya han sido denuncidos por la ONU por prácticas "inhumanas"

Los Gobiernos del sureste asiático juegan al ‘ping-pong’ de la muerte con 8.000 inmigrantes

Los países de la zona impiden la llegada de refugiados rohingyas y los devuelven a su suerte

Los Gobiernos del sureste asiático juegan al 'ping-pong' de la muerte con 8.000 inmigrantes
Un refugiado lleva en brazos a su amigo inconsciente tras ser rescatados del mar, en Malasia. EP

Algunos proceden de Bangladés, de donde huyen de la pobreza de su país. La mayoría son refugiados de la minoría rohingya, de religión musulmana, y huyen de Myanmar

El drama de la inmigración y de los refugiados no es, lamentablemente, patrimonio exclusivo de las aguas del Mediterráneo.

Ahora, entre 6.000 y 8.000 bengalíes y rohingya, una minoría musulmana perseguida en Birmania, siguen atrapados en embarcaciones a la deriva en alta mar en el sudeste asiático, a la espera de poder desembarcar en algún lugar, según la ONU.

En muy mal estado, sin agua y sin comida, en distintas embarcaciones, los inmigrantes sobreviven como pueden expuestos a diversas enfermedades.

Países vecinos como Indonesia, Malasia y Tailandia ya han sido denuncidos por la ONU por prácticas «inhumanas» al no dejarles desembarcar en su suelo.

Desde hace seis días, más de 2.500 han llegado a tierra en esos tres estados, pese a la oposición de la Marina de cada uno de ellos, que empuja estos barcos lejos del litoral, desoyendo las llamadas de las Naciones Unidas y de organizaciones humanitarias para que abran sus fronteras.

JUGANDO AL «PING PONG»

«Lo que vemos ahora es una especie de ping-pong marítimo», ha dicho Joe Lowry, portavoz de la Organización Internacional para las Migraciones en Bangkok.

«Es un ping pong marítimo con seres humanos. ¿El resultado del juego? No quiero dramatizar, pero si a esa gente no se la asiste y lleva a tierra pronto, vamos a tener un barco lleno de cadáveres».

Es, insiste, un desastre humanitario en potencia.

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