Cancelada la cumbre de la UE para ampliar la negociación con Grecia

Se eterniza la ‘tragedia griega’: La Unión Europea no se fía y pide más medidas a Syriza

El presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, suspende la reunión de jefes de Estado y de Gobierno a Veintiocho que debía seguir al cónclave de líderes de la eurozona

Se eterniza la 'tragedia griega': La Unión Europea no se fía y pide más medidas a Syriza
El francés François Hollande, el griego Alexis Tsipras y la alemana Angela Merkel. EP

El comercio griego ya solo acepta pagos con dinero en efectivo / Las compras han caído en general un 70% desde el ‘corralito’ pero las de alimentos y gasolina han aumentado un 20%

El presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, ha cancelado este 12 de julio de 2015 la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno a Veintiocho.

La decisión llega apenas unas horas después de que se filtrase un documento interno del Gobierno Merkel en el que queda patente que Alemania considera «extremadamente difícil» pactar con Grecia, porque no se fía del Gobierno de Syriza.

No es casual que los dirigentes europeos, al igual la ciudadanía, estén ‘mosqueados’ y duden de que Tsipras y los suyos vayan a cumplir un programa contra el que hace una semana se celebró un referéndum, a instancia y por libérrima decisión del mismo Gobierno que ahora lo ha aprobado en el Parlamento nacional, y que antes clamó contra las instituciones y los socios prestadores.

Como el tercer rescate exigirá una nueva y cuantiosa contribución dineraria, y como la aplicación de estos programas suele suscitar roces y malentendidos, la confianza no es mero acompañamiento, sino indispensable alerta contra conflictos futuros.

Las diferencias de criterio entre los ministros de Economía y de Finanzas europeos, que este sábado examinaban la petición de un tercer rescate presentado por el Gobierno de Alexis Tsipras, han impedido hasta ahora llegar a una conclusión.

Parece imponerse en la UE la tesis de que las reformas y ajustes inmediatos que ofrece ahora Syriza a cambio de la ayuda, no son suficientes y que los ‘hermanos gemelos’ de Podemos, no son gente de fiar («El referéndum convocado por Tsipras ha sido una obra maestra de confusión y delirio hipnótico»).

La nota que ha sufido a su Twitter el presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, no aclara gran cosa:

El Eurogrupo reclamó anoche un esfuerzo adicional al titubeante e inexperto Gobiuerno griego: más concreción en algunas medidas y, sobre todo, máxima rapidez para aprobar reformas de inmediato: media docena de exigencias en total («Tsipras ha dejado a Pablo Iglesias y a Mariano Rajoy compuestos y sin relato»).

Tras el dictamen relativamente benigno de FMI, BCE y Comisión sobre el plan griego —aunque las instituciones exigen, una vez más, “medidas adicionales”—, los ministros no lograron finiquitar el pacto.

Ante las dudas de los países más duros, los jefes de Estado y de Gobierno deberán cerrar la negociación: sin fumata blanca, Grecia saldría del euro («¿Está dispuesto Tsipras a pactar con aquellos a los que quería doblegar y volver a casa como un típico social-traidor?»).

Entre los que se han vuelto exigentes y están hartos de las ‘niñerías‘ de Alexis Tsipras y sus ministros, destacan los alemanes y en concreto la canciller Merkel y su ministro de Finanzas. España parece ponerse de perfil (Luis de Guindos: «Todo el mundo quiere que Grecia continúe en el euro»).

Ente quienes piden comprensión para con los manirrotos griegos están Italia y Francia. Y en este país no sólo desde el Palacio del Elíseo. La ultraderechista Marine LePen se ha volcado en favor de Syriza y sus jugadas:

«Un pueblo de Europa se ha levantado contra los tecnócratas de Bruselas y ha expresado su rechazo a la política de austeridad impuesta por la troika, una verdadera carnicería social».

A la espera de noticias, la situación en Grecia y los sufrimientos de su ciudadanía empeoran. Tras 13 días de corralito, muchos comercios y negocios, sobre todo micropymes, operan ya sólo con dinero contante (Los griegos reciben con decepción lo que les propone Tsipras tras seis meses de perder dinero, empleo y tiempo).

La pregunta que lanzan reiteradamente los diarios populistas alemanes y llega como un trueno a los despachos de la UE en Bruselas es muy simple:

¿Cómo puede Grecia convencer de que piensa pagar el dinero que pide prestado para el tercer rescate si una de sus exigencias es que se le permita dejar de pagar una parte de lo que se le prestó en los dos rescates anteriores?

CONCLUSIONES SONROJANTES

Como subraya el diario ‘El País’ en su editorial de este 12 de julio, la principal enseñanza de este semestre de negociaciones y tensiones es que la capacidad de integración por la UE de elementos insólitos, políticas extremas y Gobiernos inexpertos sigue siendo muy poderosa.

La segunda, que el viaje realizado por el Gobierno de Alexis Tsipras para aceptar aquello que no quiso asumir apenas hace una semana ha acarreado demasiadas desgracias para los griegos.

Y no solo porque el coste económico que ha implicado dilapidar tiempo en regateos inextricables ha sido exagerado, al hundir la economía griega desde el crecimiento a la recesión; del superávit primario en el presupuesto al déficit; de la estabilidad bancaria al corralito.

También porque ha resultado desastroso políticamente para Atenas. La derrota de Tsipras (e indirectamente del propio Estado griego, que ha visto derrumbarse su ya frágil prestigio) es de las que marcan época.

Quienes lo han definido mejor son los ministros contrarios al pacto final, al que han calificado de “capitulación”, entendiendo que el “nodel referéndum” se ha traducido en un “sí humillante”.

Prácticamente ninguna de sus pretensiones programáticas se cumple: no hay compromisos de quita de la deuda; sigue la denostada troika; habrá Memorándum y exámenes mensuales de su cumplimiento; se mantiene la mayoría de las privatizaciones; se acelera la reforma del disparatado sistema de jubilaciones (que Atenas reconoce como “insostenible”) y la modernización del IVA.

Lo único que quizá conserve de su ideario sea la resistencia a reducir en la medida en que se le reclamaba el gasto militar.

Si eso es un gran triunfo para un partido de izquierda radical, que venga Dios y lo vea.

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