Llegan impulsados por las mismas fuerzas que durante siglos han empujados a millones de seres humanos a marchar

Con la muerte en los talones

Aparecen más de 50 refugiados muertos en un camión en Austria Borrar

Con la muerte en los talones
Inmigrantes ilegales pasan andando desde Serbia a Hungría. PD

La canciller Merkel, abucheada por una 'manada' de derechistas en un centro de refugiados

La marea es imparable. Llegan impulsados por las mismas fuerzas que durante siglos han empujados a millones de seres humanos a marchar y ni siquiera se les pasa por la cabeza que a este lado del mundo, en la opulenta, cómoda y civilizada Europa, la vida puede ser también muy dura para ellos (Aparecen más de 50 refugiados muertos en un camión en Austria).

Muchos llegan con la muerte en los talones, huyendo de infiernos en lo que en nombre de Alá los facineroso cortan cabezas, torturan homosexuales y convierten en esclavas sexuales a las hijas de los ‘infieles’.

Otros escapan de la necesidad, el hambre y la desidia. Una de las novedades es que los desventurados usan Google Maps para orientarse, se hacen ‘selfies’ con los y contactan por WhatsApp con los que les han precedido en la travesía.

Otra de las innovaciones, afortunadamente, es que existe la Unión Europea y el drama adquiere dimensiones globales. Que el presidente Hollande y la canciller Merkel convirtieran el pasado lunes una reunión de trámite en una cumbre oficiosa sobre inmigración, es todo un símbolo.

Esa ha sido la cara. La cruz tiene muchos perfiles y todos inquietantes. Uno, son los gritos de «traidora» con los que dos centenares de manifestantes recibieron ayer a Merkel, a la puerta un centro de refugiados (La canciller Merkel, abucheada por una ‘manada’ de derechistas en un centro de refugiados).

Es el mismo que vivió dos noches de terror el fin de semana pasado, hostigado por una ‘manada’ de borrachos y neonazis.
Otro detalle, crucial a la hora de elaborar políticas conjuntas, es la airada reacción de Hungría.

Un día después de que el primer ministro Viktor Orban calificase de «humillante» el reparto de fondos comunitarios para afrontar la crisis, el Gobierno húngaro ha despachado otro 2.100 policías a la frontera, anuncia el posible envío del Ejército y asegura que levantará un muro metálico para impedir la entrada de ‘sin papeles’ desde la vecina Serbia, que no forma parte de la UE.

En las televisiones occidentales, tertulias y debates, todo son buenas palabras y emocionadas declaraciones de solidaridad, pero pinta fea la cosa.

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