El matrimonio llevaba 17 años junto y el maltrato de él sobre ella había sido una constante, según fuentes policiales. Hasta el punto de que lo abandonó y puso rumbo a España, hace unas dos semanas. El sospechoso vino hasta nuestro país, concretamente a Madrid, donde ella se había instalado. Las amenazas, agresiones y humillaciones comenzaron ante la negativa de la mujer de regresar con él a Rumanía. Ella puso en conocimiento de las autoridades españolas las vejaciones de las que estaba siendo víctima y consiguió una orden de alejamiento.
A este sujeto no le quedó más remedio que regresar a Buzau, la localidad donde residía en su país de origen. Y entonces comenzó a perfilar su macabra venganza. El hijo de ambos, de apenas 12 años, se encontraba allí. Con la excusa de pasar un día en el bosque, preparó una mochila y se lo llevó al campo, según recoge Carlos Hidalgo en ABC.
Sin embargo, aquella no iba a ser una jornada precisamente de felicidad entre padre e hijo. El individuo ahora arrestado, de 39 años, apresó al chaval, lo desnudó, ató a un árbol y, con un hacha, le rajó las manos, las piernas y el vientre. Luego, le cosió. Y todo ello lo fue grabando con la sangre fría que solo puede poseer un psicópata. Los gritos del chiquillo se podían oír a decenas de metros a la redonda, pero el lugar estaba en medio de la nada, a cien kilómetros de la capital, Bucarest.
La segunda parte del diabólico ardid vino justo después. Cuando el maltratador envió los vídeos con la tortura a su exmujer, con la que había iniciado los trámites de divorcio, muy a su pesar. Era la manera de exigirle que regresara a Rumanía, a su lado: «Tienes que volver conmigo o, de lo contrario, esto irá a más. Además, quiero que me pagues mil euros. Si no, atente a las consecuencias», la amenazó. Ella temía que todo terminara con la muerte del niño. Estaba aterrorizada.
Fueron hasta tres las grabaciones que recibió por parte del encartado. Alertó de inmediato a la Policía Municipal. Los agentes acudieron a su domicilio, en el barrio madrileño de Usera. Tras entrevistarse con ella, la trasladaron a la comisaría del distrito. La Policía Nacional tramitó rápidamente la denuncia y pusieron los hechos en conocimiento de la Interpol. De esta manera, lo que se intentaba era que las autoridades rumanas se pusieran manos a la obra.
Así fue. Poco después, los agentes del país del Este localizaron al muchacho en casa de la abuela paterna. Estaba horrorizado, muerto de miedo y tuvieron que llevárselo en ambulancia hasta el hospital. Presentaba aún cortes en la parte superior del pecho. En cuanto a su padre, había emprendido la huida, pero le cazaron pronto en el mismo bosque donde había cometido las atrocidades al chaval. Se encuentra ingresado en el Hospital Psiquiátrico de Sapoca, bajo custodia policial. Se cree que puede tener sus facultades mentales alteradas.
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