Resulta cuanto menos curioso calificar de audaz al presidente Bush. Tal es el calificativo que les merece a los editorialistas de La Razón por la propuesta lanzada en la cumbre de la ONU como medida para erradicar la pobreza. El máximo dirigente del país que representa el capitalismo más puro propuso eliminar los aranceles comerciales siempre y cuando hagan lo propio el resto de países. La medida, acogida con una previsible sorpresa, supone identificar la solución a la desigualdad como el fomento del comercio.

La propuesta del presidente Bush ha sido acogida con alegría en la publicación de Ansón, que la califica como una “ayuda al desarrollo más que a la limosna” en referencia a las ayudas económicas que se destinan a los países propios. Por ejemplo, el famoso 0,7% del PIB que Zapatero pretende acordar en Nueva York. Zapatero al que, según Jáuregui en ABC, sólo saludó Bush por amabilidad “sólo de rebote” gracias a sus “intolerables groserías de progre rancio”.

A la propuesta americana podrían referirse también las palabras de Gala en El Mundo: “confundir universalidad con occidentalización”, con exportar el Estado del bienestar”americano al más puro estilo Plan Marschall. George Bush no olvidó en su intervención criticar a Annan por la corrupción del programa “Petróleo por alimentos” llevado a cabo en Oriente Medio, quizá en un intento de convertirse (desacreditar y proponer) en el referente político internacional que no ha sabido ser.

El Mundo destaca de la sesión de ayer el hecho de que Zapatero no suscribiera la propuesta de gravar los billetes de avión como medida para recaudar fondos para los países pobres; nada dice, sin embargo, de los estragos que haría en el turismo nacional dicha medida, ni de la aportación española para vacunas y medicamentos. El País, por su parte, se centra en reflejar el fracaso de las negociaciones y las funciones del Rey (diplomática) y de Zapatero (de negociaciones) en la jornada de ayer.