"Dios mío, hazles que paren", gritaba la joven, pidiendo atyuda a la gente
«En junio filmaré un documental de 20 minutos sobre los derechos de las mujeres y los abusos contra ellas en Egipto desde la revolución«, dejó escrito la periodista Natasha Smith en su blog.
El proyecto la convertiría de testigo a víctima durante las celebraciones posteriores al resultado electoral en Egipto.
Una de las jornadas de trabajo durante las que acudió a la plaza Tahrir (El Cairo), epicentro de las movilizaciones sociales, ‘cientos de hombres’ la agredieron sexualmente en lo que ella califica como una ‘violación masiva’ en plena plaza y a la vista de toda la multitud.
«Empezaron a quitarme la ropa. Me encontré desnuda. Su insaciable apetito por hacerme daño fue aumentando. Esos hombres, cientos de ellos, pasaron de ser humanos a animales; me sentía como carne fresca entre leones hambrientos».
«Cientos de hombres me arrastraron. Estaba en una pequeña plataforma, donde permanecí encorvada decidida a proteger a mi cámara. Pero no sirvió de nada. Mi cámara fue robada».
«Me arañaban y apretaban mis pechos; les grité «¡Salam! ¡Salam! ¡Alá! ¡Alá!» en mi estado de desesperación».
«Sólo un par de hombres en un primer momento trataron de proteger y guiarme hasta una tienda de campaña. La tienda fue aplastada. Yo iba descalza, ya que robaron mis zapatos. Me tiraron una vez más, siendo violada a cada segundo. Fui arrastrada desnuda por el suelo sucio».
Los hombres que trataban de protegerme consiguieron llevarla hasta otra tienda mientras la tensión y la multitud crecían alrededor.
Los tocamientos siguieron a pesar del escudo humano que trataron de formar varios testigos de la escena:
«En este punto, me dije en voz alta a mí misma, con calma, y otra vez, Dios, por favor, haz que se detengan. Por favor, Dios. Por favor, haz que se detengan».
«No soy religiosa, pero en momentos de desesperación, todos nos sentimos obligados a apelar a un poder superior para salvarnos. Es la naturaleza humana. La necesidad de sentirse seguro y amado es la que impulsa a muchos a la religión en primer lugar».
Una ambulancia la rescataría del lugar. Tocamientos y otra larga lista de vejaciones en grupo fueron el castigo que sufrió Natasha antes de poder ser trasladada a un puesto sanitario en una zona de la plaza, desde donde fue evacuada con un burka y ropa de hombre para no ser identificada.
«¡Esto no es Egipto!»
Las mujeres que le atendieron le dijeron que el ataque fue motivado por rumores difundidos acerca de que Natasha era una espía extranjera, después de la campaña de publicidad nacional hecha sobre los peligros de los extranjeros.
«Era en realidad sólo un pretexto, una excusa para abusar y violar a una rubia chica joven occidental».
«¡Esto no es Egipto! ¡Este no es el Islam! Por favor, no creas que esto es Egipto», le pedían las mujeres que la atendieron.
«Les aseguré que yo lo sabía, que me encantó Egipto y su cultura y su gente, y la tranquilidad innata del Islam moderado. Estaba aturdida, pero yo no soy realmente una persona vengativa y pude ver a través de la situación. Este acto vicioso no era representativo del lugar que había llegado a conocer y amar».
La reportera fue evacuada de la zona y visitó varios hospitales y la comisaría con poco éxito. Sin embargo, sigue decidida a continuar con su labor cuando se recupera física y mentalmente:
«Nada ni nadie me va a detener. Cuando esté lista, voy a terminar esto. El show debe continuar».
Segundo asalto sexual en Tahrir
Durante las protestas que rodearon a la primera árabe de Egipto, una profesional de un medio estadounidense también denunció haber sido víctima de un ataque sexual en el mismo emplazamiento.
Lara Logan, la periodista estrella de la cadena de televisión CBS, que fue violada por decenas de enardecidos manifestantes mientras cubría la revuelta en El Cairo, no sólo desvela un testimonio impactante.
Afirma que, durante una hora que se le hizo eterna, pensó que iba a «morir torturada«.
El asalto sexual y multitudinario a la periodista ocurrió el pasado 11 de febrero de 2011, cuando esta se encontraba en la plaza de Tarhir preparando un informe para el programa «60 minutos«.
Estaba hablando a cámara cuando de pronto la multitud que festejaba el triunfo de la revuelta se volvió amenazante.
Lara Logan fue separada a empellones del equipo de camarógrafos, productores, asistentes y traductores que la acompañaba por un numeroso y enardecido grupo de hombres, que le arrancó allí mismo la ropa, la manoseó, la sobó, abusó de ella hasta hartarse y de todas las formas. Y en el frenesí, por ‘pecadora’, le administraron una tremenda paliza.