A medida que el régimen sirio se viene abajo, va quedando claro que Hezbolá e Irán han apostado fuerte por la salvación del régimen Assad
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A medida que se registran intensas hostilidades en Aleppo y Damasco y el futuro de Siria sigue incierto, va quedando paulatinamente más claro quién va a ser el perdedor final de esta ronda de la Primavera de Oriente Próximo. Al margen del régimen Assad y de su clan alahuita, si Siria cae en manos de la oposición, los dos perdedores principales serán Irán y su satélite libanés, Hezbolá. Los dos siguen combatiendo a pesar del hecho de que es improbable que Assad triunfe, pero al mismo tiempo también se están preparando para limitar pérdidas y poner el acento en un frente importante: el del espionaje.
El triángulo Irán-Siria-Hezbolá lleva décadas funcionando, desde mucho antes de que Bashar relevase a su padre Hafiz Al-Assad en junio del año 2000. Es sabido que Siria brindó asilo a algunos de los terroristas más famosos de Hezbolá. Uno de esos terroristas es Imad Mughniyeh, vinculado a algunos de los peores atentados acaecidos en América, en Israel y hasta en los países árabes. Mughniyeh fue asesinado en el año 2008 en Damasco.
Irán lleva siendo el principal patrocinador de Hezbolá desde los primeros años 80, aportando de 60 a 100 millones de dólares al año. Un informe del Pentágono posterior a la guerra del Líbano de 2006 documenta un incremento de hasta 200 millones de dólares en las donaciones iraníes a Hezbolá, que se sumaría a millones más en armamento, entrenamiento y apoyo logístico.
Las significativas arcas de Hezbolá ayudan a crear otras fuentes de ingresos. Hezbolá controla el tráfico de drogas que se extiende desde Sudamérica hasta África Occidental. Estas operaciones se controlan desde lugares como Brasil, residencia de más de 6 millones de personas de origen libanés, o Costa de Marfil, hogar de unos 80.000 libaneses. La RAND Corporation calcula que 20 millones de dólares de la financiación anual de Hezbolá saldrían de la zona de la Triple Frontera (Paraguay-Argentina-Brasil). Además de utilizar estos fondos para financiar actividades terroristas, Hezbolá también los canaliza a programas sociales que ayudan a mantener la popularidad y la influencia política en el seno del Líbano.
Siria viene siendo el principal canal del tráfico de armas y de millones entre Irán y Hezbolá, tráfico que incluye los misiles que Teherán desplaza al sur del Líbano. Una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (la 1701) surgida a tenor de la guerra del Líbano de 2006 prohíbe a Hezbolá disponer de cualquier armamento dentro de las aldeas ubicadas al sur del río Litani, pero eso no ha tenido ningún impacto sobre el tráfico de armamento ni el flujo de dólares.
La conocida Unidad Quds, el brazo de operaciones exteriores armadas de Irán, está muy presente en Siria. Hasta tal punto que tras el atentado registrado el 18 de julio que costó la vida a tres importantes funcionarios de seguridad del círculo de íntimos de Assad, empezaron a circular rumores de que el responsable militar de la Unidad Quds iraní, el General Qasen Soleimani, también había perdido la vida en el atentado. Al parecer asistía a un encuentro de seguridad para coordinar la respuesta del gobierno.
El Tehran Times informaba que «El responsable del departamento de relaciones públicas del Cuerpo de la Guardia Islámica Revolucionaria, el General Ramezan Sharif, ha restado importancia a las crónicas que dicen que el responsable de la Unidad Quds, el General Qassem Soleimani, también perdió la vida en una deflagración registrada en la sede de la Oficina de Seguridad Nacional en Damasco el 18 de julio”.
El paradero del General Soleimani en el momento del atentado y desde entonces sigue siendo un misterio, pero eso no cambia el hecho de que el aparato iraní de espionaje así como la Unidad Quds vienen trabajando y siguen trabajando estrechamente con los sirios.
Es seguro dar por sentado que el espionaje sirio está siguiendo de cerca las actividades de Irán, la financiación y los agentes emplazados dentro del país y en el sur del Líbano. Ningún régimen dictatorial como el de Assad concede permisos de operaciones a espías extranjeros y unidades militares como la Unidad Quds sin tenerlos muy vigilados.
A medida que el régimen sirio se viene abajo y cada vez más funcionarios se unen a la oposición, va quedando claro que tanto Hezbolá como Irán han apostado fuertemente no sólo por la salvación del régimen Assad sino por hacerse con los registros sirios de sus actividades antes de que caigan en manos de los rebeldes o, todavía peor, en manos de espías estadounidenses o israelíes.
Hay una copiosa información que encontrar en medio del caos sirio; información que podría tener un importante impacto sobre los responsables terroristas del régimen islámico y el sur del Líbano durante los próximos años. El caos en Siria supone esta vez una infrecuente oportunidad de sacar a la luz una amplia y tupida red de terror y destrucción. Será aconsejable aprovechar esta oportunidad dado que Siria tiene que ser liberada también de ello.