El hecho de que Morsi se niegue a pronunciar hasta la palabra "Israel" en público ilustra las posturas hostiles hacia el estado judío
Las sirenas de ataque aéreo sonaban el jueves en Tel Aviv cuando terroristas palestinos ampliaban el alcance de los proyectiles que disparan contra núcleos civiles israelíes. Un proyectil aterrizó en el barrio de Rishón Lezión mientras 3 israelíes perdían la vida tratando de refugiarse en el municipio de Kiryat Malachi, al sur de Israel, y muchos más resultaban heridos de gravedad a medida que el conflicto entre Israel y las organizaciones terroristas palestinas se caldea.
El responsable militar de Hamás Ahmed al-Jabari perdía la vida en una intervención militar israelí el miércoles. Y el conflicto no da muestras de amainar.
La Hermandad Musulmana egipcia está empezando a insistir en que el Presidente Mohamed Morsi «suspenda las relaciones diplomáticas y comerciales con la entidad usurpadora» en respuesta a las recientes hostilidades de Gaza, para que Egipto «sirva de referente a los árabes y musulmanes que tienen relaciones con esta entidad».
Morsi pelea por equilibrar el enfoque más práctico de los círculos diplomáticos y militares del país — partidarios de la estabilidad — con la postura más agresiva de la Hermandad. El hecho de que Morsi se niegue a pronunciar hasta la palabra «Israel» en público ilustra las posturas hostiles hacia el estado judío que se imponen en el nuevo Egipto. Hace poco, Morsi respondía «amén» al imán egipcio que llamó a la aniquilación de los judíos.
El brazo político de la Hermandad anunciaba el martes planes de proponer una nueva legislación que enmienda de forma unilateral el tratado de paz entre Israel y Egipto, cosa que tendrá enormes implicaciones con respecto al futuro de la vital relación, que constituye la piedra angular de la estabilidad en Oriente Próximo.
Con Egipto llamando a cuentas a su embajador en Israel como respuesta a las operaciones de Gaza, está por ver el grado al que Morsi explotará esta crisis para impulsar la agenda vehementemente antiisraelí de la Hermandad Musulmana.
Por su parte, Jordania se ha visto agitada esta semana por las peores manifestaciones registradas desde el principio de la Primavera Árabe a principios de 2011, que piden la marcha del rey Abdalá.
Las protestas surgieron inicialmente en respuesta al anuncio del Primer Ministro Abdalá Ensour el martes de que el precio de la gasolina subirá, afectando a la capital y a otros 12 municipios de todo Jordania. Al menos 14 personas resultaron heridas y 35 fueron detenidas en los enfrentamientos, que incluyen ataques a edificios públicos e incendios provocados de vehículos y gasolineras. «Revolución, revolución, es una revolución popular» cantaron unas 2.000 personas reunidas en la principal plaza de Ammán, sede del Ministerio del Interior de Jordania. La policía antidisturbios tuvo que utilizar agua a presión para dispersar a los manifestantes.
Pero los manifestantes armados con armas de fuego que atacan edificios públicos en avisperos del fundamentalismo islámico como Maan tras las oraciones de la tarde no son «espontáneos», sino activistas de la Hermandad Musulmana, como declaraba un alto funcionario de la seguridad jordana al Washington Post. «La Hermandad Musulmana tiene un plan, y está muy bien organizada. Para ella, todo esto es un regalo del cielo», explicaba el funcionario.
Jordania venía estando al margen del levantamiento que ha castigado a los demás países de la región, a pesar del descontento por la corrupción y el empeoramiento de las condiciones económicas. «Aunque estemos en invierno, la primavera jordana está a punto de empezar», afirma Mohammed Husseini.
El mes pasado, la Hermandad Musulmana celebró una manifestación pidiendo la democratización y la desaparición del poder del monarca que reunió a más de 10.000 personas.
Steve Emerson es miembro del Comité de Inteligencia del Congreso