Con ella "son animales y tienen una sed de sangre como no he visto nunca"

El arma secreta del Estado Islámico para poder decapitar y violar a mansalva se llama ¡Captagón!

"Su producción es barata y sencilla porque solo requiere conocimientos básicos de química"

Milicianos de Estado Islámico drogados con anfetaminas perpetran diariamente violaciones y decapitaciones en la ciudad siria de Kobani, en la frontera con Turquía, de dónde miles de kurdos han escapado de las atrocidades perpetradas por los guerrilleros.

«Son animales. Son inhumanos. Tienen una sed de sangre como no he visto nunca», ha lamentado Ekram Ahmet, integrante del éxodo kurdo, que consiguió escapar de la ciudad hace seis días con su mujer y sus cinco hijos, al diario británico ‘Mirror’.

El colapso de la infraestructura estatal, el debilitamiento de las fronteras y la proliferación de grupos armados durante los casi tres años de conflicto, ha transformado a Siria en un importante centro de producción de drogas, en especial de Captagón, una droga «cuya producción es barata y sencilla porque solo requiere conocimientos básicos de química», según el psiquiatra libanés Ramzi Haddad.

«TIENEN UN MONTÓN DE PASTILLAS»

«Tienen un montón de pastillas», ha explicado Ahmet. «Se pasan todo el día tomándolas. Se ponen agitados y se desesperan por castigar a los niños a la mínima que hagan», ha añadido.

El uso de las drogas se está extendiendo tanto entre los milicianos como entre los propios civiles –las pastillas se pueden conseguir por cinco dólares, unos tres euros– y está adquiriendo un cariz dominante en el conflicto.

Por ejemplo, el responsable de Estado Islámico de las ejecuciones de los periodistas internacionales, el conocido como ‘John el Yihadista’, parece estar bajo los efectos del jat, una planta con efectos psicotrópicos, según indicó explicó en su momento un analista de audio al diario británico ‘The Times’.

En el caso de Kobani, el Captagón parece ser la droga favorita del Estado Islámico. No solo perpetran las matanzas bajo sus efectos, sino que también operan drogados cuando reciben órdenes de enfrentarse con las milicias kurdas para expandir su territorio a lo largo de la frontera con Turquía.

«Esto se veía venir», ha asegurado Ekram. «Antes de llegar aquí habían tomado todas las localidades cercanas. «Establecieron puntos de control. Detenían autobuses con kurdos y les mataban a todos».

 

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