Los implacables cazadores de yihadistas no temen ser crucificados o mutilados

La secreta Mortaja Blanca que persigue al sangriento Estado Islámico como un vengativo fantasma

El grupo 'contraterrorista' opera en el área de Al Bukamal, en la frontera con Irak, y cuenta con 300 combatientes

No temen a las represalias del Estado Islámico que muchos de sus componentes ya han sufrido: ser crucificados o desmembrados en mitad de una plaza pública bajo la ‘bendición’ del versículo 33 del 5to. libro del Corán:

«La pena para aquellos que hagan la guerra contra Dios y sus mensajeros y lleven corrupción a la tierra no es otra que la muerte o la crucifixión».

Son los miembros de misterioso grupo La Mortaja, operan principalmente en el área de Al Bukamal, en la frontera con Irak, y cuentan con 300 combatientes dispuestos a arrancar el «malvado brazo» del antaño denominado Estado Islámico de Irak y el Levante. 

El nombre lo han adoptado en homenaje a la prenda mortuoria que aguardaba a sus enemigos (el blanco es el color del luto en la religión musulmana), y en el vídeo en el que se anunciaba su creación -el mismo que encabeza estas líneas- prometía

«purificar la tierra del régimen ocupante de Asad».

Cuando el Estado Islámico comenzaba a apuntalar su hegemonía en la provincia siria de Deir Az Zor, unas misteriosas pintadas aparecieron en los muros: «Al Kafn Al Abyad» («La Mortaja Blanca»), en caracteres árabes.

Pocos días después, los miembros del Estado Islámico comenzaron a ser víctimas de atentados y ejecuciones sorpresa.

Hasta tienen cuenta en la red social Twitter: @alkafn_w y en Facebook.

El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) y algunos medios periodísticos libaneses comenzaron a hablar de los ‘fantasmas’ que combatían al Ejército Islámico en su propio territorio.

Ahora, la agencia estadounidense Reuters ha conseguido entrevistar por Skype a su cabecilla, identificado como Abu Aboud:

«El secretismo es el elemento más importante del trabajo de Mortaja Blanca»,

explicó Aboud, quien indicó que la organización está formada por células de 4 personas que operan de forma independiente unas de otras.

La organización fue formada por antiguos integrantes de los batallones insurgentes suníes, agrupados bajo la etiqueta genérica del Ejército Sirio Libre, ahora casi derrotados en la provincia.

Ante la imposibilidad de hacer frente al Estado Islámico en operaciones militares convencionales optaron por el sabotaje y la guerrilla urbana.

El grupo ha anunciado que en octubre mató a más de 100 miembros del Estado Islámico durante los combates en la provincia siria de Deir al Zor, informa Reuters.

MIEDO

El principal propósito de los guerrilleros es «crear miedo dentro del Estado Islámico», revela el líder, que no proporciona su nombre auténtico por razones de seguridad.

Su modus operandi se basa en atentados inesperados donde el Estado Islámico es más vulnerable, siempre por sorpresa: milicianos que se descuidan y andan o en pequeños grupos o solos.

La idea es ejecutarlos en el acto.

«Si secuestramos a uno de sus miembros es sólo para liquidarlo más tarde».

«El 80% de los miembros no habían tomado parte en ningún combate anteriormente. Los entrenamos y se unieron a Mortaja Blanca debido a la gran opresión que sienten desde que el Estado Islámico se ha hecho con el poder».

Además, el OSDH ha advertido de la aparición de grupos similares, con nombres como la «Brigada Fantasma» y la «Brigada del Ángel de la Muerte», todos haciendo terrorismo contra los terroristas.

«Hace 10 días, unos agresores en una moto lanzaron una granada contra un militante del Estado Islámico de Irak y el Levante en la rotonda de Naim. Un civil musulmán perdió su pierna y un niño murió. De inmediato, nuestros combatientes establecieron un control de carretera y lograron capturarlos. Pudieron también detener a otros miembros de la célula»,

explicó Estado Islámico en un texto en su cuenta de Twitter, que acompañó con la difusión de las imágenes de ambos detenidos ensangrentados y agonizando.

Apenas dos meses después, ocho miembros de grupos insurgentes rivales sirios sufrieron el mismo destino, acusados de ser parte de las milicias «Sahwa» o «del Despertar», denominación que hace referencia a la alianza de tribus suníes iraquíes que se alzaron en armas contra el Estado Islámico de Irak (germen del actual EI) en 2006.

En aquella ocasión, el general estadounidense David Petraeus percibió inmediatamente la oportunidad y ordenó que se les proporcionasen suministros y armamento; en dos años las fuerzas tribales habían logrado pacificar su territorio y expulsar a los radicales.

Sin embargo, la política sectaria del 1er. ministro iraquí, Nuri Al Maliki, provocó que esas mismas tribus saltaran al Estado Islámico en territorio iraquí.

TEMORES

Pero entre los líderes yihadistas se mantiene el temor a una insurrección tribal suní contra el Califato, que podría haber empezado ya: en agosto, más de 700 miembros de la tribu siria de Al Sheitaat fueron ejecutados por oponerse al dominio del Estado Islámico en Deir Az Zor. Y un número similar de integrantes de la tribu Albu Nimr, en la provincia iraquí de Anbar, ha muerto durante octubre en enfrentamientos o ejecuciones a manos de militantes de esta organización.

Sin duda que esa es la gran esperanza, mucho más que los bombardeos de Barack Obama.

En esta ocasión, sin embargo, el Pentágono carece del margen de maniobra para darle armamento a los enemigos locales de Estado Islámico.

«Necesitamos expandir las misiones de entrenamiento, asesoramiento y asistencia en la provincia de Anbar»,

declaró a principios de este mes el general Martin Dempsey, jefe del Estado Mayor estadounidense. «Pero la precondición es que el Gobierno de Irak esté dispuesto a armas a las tribus», indicó.

Y ahí ocurre el problema: la pésima relación entre Bagdad (controlado por chiíes) y las tribus suníes.

«Pedimos armas muchas veces, pero solo nos han hecho promesas. Le dimos al Gobierno coordenadas para que lanzase ataques aéreos, pero no mantuvo su palabra»,

se quejó el Sheikh Naim Al Gaud, de la tribu Albu Nimr, en una entrevista con la BBC.

Según el analista Robert McFadden, una insurrección suní generalizada es una condición imprescindible para acabar con el dominio del Estado Islámico.

Sin embargo, conseguir suficiente apoyo popular para un levantamiento de este tipo «llevará tiempo».

De ahí la importancia de La Mortaja Blanca y organizaciones equivalentes.

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