El juez Ruz procesa a la banda liderada por el terrorista que estuvo preso de Guantánamo

La mezquita de la M-30 era en Madrid el nido de los terroristas yihadistas que se entrenaban para decapitar

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Se llamaban entre ellos Brigada Al-Andalus y conspiraban en el bar de la mezquita y aprovechando las horas de oración

Las redes sociales siguen siendo el principal ámbito donde los líderes del terrorismo islamista reclutan fanáticos para emplearlos como matarifes en Occidente o muyahidines en Siria o Irak, pero los facinerosos también utilizan a gran escala los centros penitenciarios, locutorios e incluso carnicerías hadal. Y sobre todo, mezquitas.

Como recoge Fernando J. Pérez  en ‘El País’, la red creada por Lahcen Ikassrien, un terrorista capturado por los norteamericanos en Afganistan y que tras pasar cuatro años en la prisión de Guantánamo fue extraditado a España y absuelto aquí de todos los cargos, ha tenido su principal caladero de adeptos en la mezquita de la M-30 madrileña, el gigantesco templo musulmán pagado por Arabía Saudí.

La cafetería de lo que debería haber sido sólo centro de culto se convirtió durante muchos meses en base de reclutamiento y adoctrinamiento de combatientes islamistas con destino a Irak y Siria.

Según se desprende del auto del juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, que este 10 de diciembre de 2014 procesó a 15 miembros de la banda, desarticulada en junio 2014.

Los aspirantes a decapitadores se llamaban entre ellos Brigada Al-Andalus y fueron dejando un notable rastro de su actividad yihadista en papeles, vídeos y redes sociales. Dirigidos por Lahcen Ikassrien, llegaron a contar con una finca para el adiestramiento militar en las cercanías de Ávila.

Es el caso de Hicham Chentouf, que se enroló en el Estado Islámico en Siria en el otoño de 2013. Este joven empezó a acudir al Centro Cultural Islámico de Madrid (la mezquita de la M-30) en 2010.

Tras un año de contacto con la red de Ikassrien, Hicham se dejó crecer la barba y abrazó las tesis del islam más rigorista, hasta ser nombrado imán de la mezquita de Yunquera de Henares (Guadalajara).

En junio de 2014, colgó en su perfil de Facebook, un permiso del emir militar del ISIS en Homs (Siria) para ausentarse una semana del combate. Meses antes, en febrero, publicó una foto suya en la red social con un fusil AK-47.

Un caso parecido es el de Ismail Afalah, quien en mayo pasado, tras un año de asistencia a la mezquita de la M-30 con el líder operativo de la banda, Omar El Harchi, pidió el finiquito en la empresa donde trabajaba y se integró en las filas del EI en Siria. Sus padres creían que su hijo estaba de vacaciones.

El grupo estaba liderado por Lahcen Ikassrien, antiguo miembro de la célula de Abu Dah Dah y que pasó cuatro años en el centro de detención estadounidense de Guantánamo tras ser capturado en 2001 en Afganistán y fue absuelto tras su juicio en España en 2006.

El magistrado describe a Ikassrien, de 46 años, como «líder carismático» del grupo, donde Omar El Harchi actuaba como cabecilla operativo, más volcado en las labores financieras y de captación.

En el domicilio de Ikassrien, en el barrio madrileño de la Concepción, los agentes de la Comisaría General de Información hallaron numerosa documentación manuscrita, poemas ensalzando a Osama Bin Laden, vídeos de entrenamiento, audio con cánticos religiosos yihadistas y cuatro discos compactos de incitación a la guerra contra los no musulmanes.

Por todo ello, lo más que le puede caer al recincidente Ikassrien y en su calidad de jefe de organización terrorista, son 12 años de cárcel.

Al facineroso se le imputa también falsedad documental, porque usaba un permiso de residencia español con su nombre y  fotografía pero cuyo número correspondía con el de otra persona. ha confesado que compró este documento a su dueño por 300 euros.

Omar El Harchi, el ‘operativo’, que saltó de la mezquita de la M-30 a Tetuan, fue quien abonó en metálico los billetes de avión con los que El Morabet y El Helka viajaron a Turquía para entrar en Siria, donde murieron.

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