El líder del Likud se dispone a ser reelegido para un cuarto mandato

Netanyahu triunfa por sorpresa en las elecciones y volverá a ser primer ministro de Israel

Herzog reconoce su derrota tras haber devuelto protagonismo al Partido Laborista

El partido conservador se hace con 30 escaños del nuevo Parlamento, 6 más que la Unión Sionista de Isaac Herzog

Israel se ha despertado esta mañana con la sorpresa de la victoria electoral del primer ministro Benjamin Netanyahu.

Con prácticamente todos los votos escrutados, el conservador Likud obtiene 29 escaños frente a los 24 de la coalición de centroizquierda Unión Sionista, encabezada por el laborista Isaac Herzog, en un Parlamento de 120 miembros.

Netanyahu ha derrotado a las encuestas, que auguraban su derrota al final de la campaña, con un resultado épico que también hace añicos los sondeos a pie de urna difundidos la noche del martes por las cadenas de televisión, que arrojaban un empate entre ambas formaciones.

Ahora se prepara para ser reelegido para un cuarto mandato como jefe de Gobierno, el tercero consecutivo desde 2009.

El partido nacionalista Likud, que preside el primer ministro Benjamín Netanyahu, ganó las elecciones celebradas este 17 de marzo de 2015 en Israel, por un claro margen de diferencia sobre la coalición de centro izquierda Campo Sionista, que encabeza el laborista Isaac Herzog.

El Likud obtiene 29 escaños, y el Campo Sionista 24, resultado que revalidará a Netanyahu al frente del gobierno israelí por tercera vez consecutiva.

El Campo Sionista, una alianza de centro-izquierda formada por el líder del Partido Laborista, Itzhak Herzog, y la ex ministra de Exteriores Tzipi Livni, superaba antes de las elecciones en intención de voto al Likud.

El primer ministro afirmó que iba a trabajar por la formación de un gobierno «fuerte y estable». Sus seguidores lo vitorearon y clamaban:

«No queremos un gobierno de unidad con los laboristas».

Netanyahu señaló que ya había hablado con partidos más pequeños del bloque de derecha y los urgió a conformar rápidamente una coalición.

Poco después de las primeras proyecciones, el presidente israelí Reuven Rivlin se había pronunciado por una gran coalición entre el Likud y Campo Sionista.

«Estoy convencido de que solamente un gobierno de unidad puede evitar una rápida caída de la democracia israelí y la celebración de nuevas elecciones anticipadas», dijo Rivlin, citado por el diario «Haaretz» en la noche del martes.

La elección parlamentaria anticipada se hizo necesaria luego de que la coalición de centroderecha de Netanyahu se quebrara a finales del año pasado, tras menos de dos años en el cargo.

«Dada la actual atmósfera, lo más probable es que tengamos un gobierno de derecha», dijo Avraham Diskin, analista político y profesor en la Universidad Hebrea.

Itzhak Herzog, por su parte, se negó a reconocer una derrota y dijo que hará «cualquier esfuerzo» por reemplazar a Netanyahu.

Herzog llamó a los otros partidos que están a favor de la reforma social a «unirse» bajo su liderazgo. Herzog y Livni esperaban poder destronar juntos a Netanyahu, que es primer ministro desde 2009 y también lo fue en los años ’90.

Netanyahu, de quien algunos analistas habían dicho que su carrera política enfrentaba serios obstáculos parece haber ganado terreno a expensas de partidos más pequeños y de línea dura del ala derecha.

El partido centrista Kulanu de Moshe Kahlon, una escisión del Likud, obtuvo diez escaños y se considera que tendrá un papel decisivo, ya que estará presionado para sumarse a un gobierno liderado por Netanyahu.

El alto cargo del Likud Silvan Shalom afirmó que el partido buscará formar gobierno junto a partidos de derecha, nacionalistas y agrupaciones ultraortodoxas con el fin de contar con una coalición de al menos 63 miembros.

«Israel le ha dicho hoy que sí al primer ministro Netanyahu de forma muy clara», dijo a periodistas Shalom, ministro de Agua y Energía e Infraestructura.

Los analistas creen que el próximo gobierno necesitará tiempo para su conformación. Netanyahu incluso podría recelar de formar un gobierno de línea dura, ya que esto provocaría presiones adicionales por parte de los gobiernos europeos y Washington, y buscar un acercamiento a un socio más moderado.

Antes de las elecciones, muchos votantes habían expresado su preocupación por el alto costo de vida. Las demandas socioeconómicas podrían pesar sobre el próximo gobierno.

En su discurso de victoria, Netanyahu prometió tener en cuenta los problemas financieros de los ciudadanos. La participación en las elecciones fue del 71,8 por ciento, la más alta desde 1999. De acuerdo con los resultados, la Lista Árabe Unida, que agrupa a la mayoría de partidos árabes israelíes, será por primera vez tercera fuerza política con 14 bancas. Le siguen el Partido del Futuro de Yair Lapid con unos 11 curules, la agrupación de centroderecha Kulanu con hasta 10 mandatos y el partido de los colonos La Casa Judía de Naftali Bennett con ocho.

Los ultrarreligiosos Shas y Judaísmo Unido de la Torá llegaron a siete asientos, el partido de ultraderecha Israel Beitenu de Avigdor Lieberman seis y el centroizquierdista Meretz cuatro.

El resultado del martes podría dificultar en gran medida un relanzamiento del estancado proceso de paz con los palestinos. La noche antes de que comenzaran los comicios, presionado por los partidos de ala más dura, Netanyahu había prometido que bajo su gobierno no se conformaría un Estado palestino.

La agrupación radical palestina Hamas consideró que el presidente Mahmud Abbas debería abandonar las negociaciones de paz con Israel.

«Los resultados deberían ser suficientes para convencer a la Autoridad Palestina y al partido Al Fatah de olvidarse de la posibilidad de mantener estas negociaciones absurdas», señaló Ismail Radwan, dirigente de Hamas, en un comunicado.

Lisa Goldman, de la New America Foundation, un «think-tank» con sede en Washington, dijo que era probable que el gobierno estadounidense «no toque» un nuevo proceso de paz con Netanyahu en el poder.

Netanyahu ha hecho de la lucha contra un Irán nuclear una de sus principales banderas. Incluso se arriesgó a empeorar sus relaciones con su principal aliado en el mundo para pronunciar un discurso a comienzos de mes en el Congreso de Estados Unidos.

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