Angel Gabilondo, ex corazonista y recientemente nombrado ministro de Educación

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El primer fraile ministro

, Domingo, 19 de abril 2009

«Ni se avergüenza ni oculta lo que ha sido, pero tampoco va por ahí proclamándolo. Mi hermano se siente orgulloso de su pasado de religioso corazonista. Lo que es hoy se lo debe, al menos en parte, a lo que ha sido», cuenta a Crónica Lourdes, la hermana monja del nuevo ministro de Educación, Angel Gabilondo, con la que compartió durante muchos años la misma vocación religiosa.Ella sigue llevando el hábito de las Franciscanas Misioneras de María. El fue hermano corazonista durante 13 años. Después colgó la sotana, se casó, hizo carrera en la enseñanza y, hace unos días, Zapatero lo nombró ministro. Hermano de la estrella de la televisión -y antes de la radio- Iñaki Gabilondo es el primer fraile ministro de la historia moderna del país.

El ex religioso nació en San Sebastián en 1949. Su padre era dueño de una carnicería de la ciudad. Los Gabilondo siempre fueron una piña. Todavía hoy se siguen juntando los nueve hermanos todos los años en la Semana Grande de Donostia. Una familia unida y con profundas raíces religiosas. «Mis padres -cuenta Lourdes- tenían una fe sólida como una roca. Una fe que hemos mamado todos desde pequeños. Y que seguimos manteniendo. Puedo decir que Dios está presente en nuestra familia». En este caldo de cultivo familiar surgieron por generación espontánea vocaciones religiosas en al menos dos de los nueve hijos del matrimonio Gabilondo.

La primera en tomar los hábitos fue precisamente Lourdes, la mayor. Le siguió Angel, el quinto, en su camino de entrega a Dios. Por eso, entre ambos se fraguó pronto, como reconoce Lourdes, «una gran complicidad y una unión e intimidad muy profunda».Les unía la misma vocación y el deseo de seguir a Dios de una forma radical. Profesando los tres votos de pobreza, castidad y obediencia. Ella ingresó en las Franciscanas Misioneras de María. Tras una larga carrera en el extranjero, regresó a España.Desde hace ocho años reside en Vigo y es la única mujer delegada episcopal de Galicia.

Angel siguió sus pasos y, como conocía de cerca a los corazonistas, por haber estudiado en su colegio de Mundaiz, pidió ingresar en su noviciado. Los hermanos del Sagrado Corazón o corazonistas fueron fundados en Lyón por Andrés Coindre en 1821. Hoy están extendidos por todo el mundo y son 1200 hermanos, de los que unos 200 están en España. Se dedican a la enseñanza y a los pobres y necesitados. Los hermanos profesan los tres votos, pero no acceden al sacerdocio. Son frailes, pero no curas. Como los maristas o como los hermanos de La Salle.

A pesar de sentir muy pronto la llamada de Dios, Angel no se decidió a entrar en la congregación hasta que terminó el COU.Era el año 1966, cuando ingresó en el noviciado de Alsasua. Tenía 17 años. Y una enorme ilusión por buscar a Dios. «Siempre fue un buscador. Esa es la palabra que mejor lo define», dice su hermana Lourdes.

Su preparación intelectual y teológica fue muy seria. Después del noviciado, estudió teología pastoral en Tejares (Salamanca) con los hermanos de La Salle. Y se fue a Vitoria, para dar clases de Literatura y Religión en cuarto de bachillerato. Y en la capital alavesa se metió al colegio en el bolsillo en poco tiempo. Porque Angel, según cuentan sus propios compañeros, «reunía todas las cualidades humanas». Alto y bien parecido, jugaba divinamente al fútbol y hasta cantaba con una voz muy potente y radiofónica.

Además, era un intelectual, al que siempre se le veía leyendo y subrayando algún libro de Teología, escribiendo poemas o preparando guiones de radio -un interés que compartía con su hermano Iñaki- o catequesis para los chavales más jóvenes. Con sus guiones despertaba los sentimientos de los alumnos y los involucraba en campañas sociales. No era raro verle llevar personalmente comida o dinero a las familias que vivían en las chabolas.

Con su aportación y la de otros hermanos jóvenes, el colegio de Vitoria llegó incluso a conquistar el trofeo, entonces tan preciado, de la final del programa televisivo Cesta y Puntos.Venció, en 1970, a un instituto de Torrelavega.

Antonio Alonso fue su alumno en aquellos años. «Dejó huella, porque conectaba como nadie con nosotros. Todos lo admirábamos y hasta queríamos ser como él. Además, en clase, era cercano y exigente a la vez. Y, encima, jugaba estupendamente bien al fútbol». Jugaba y entrenaba al equipo infantil del colegio, que quedó campeón de Alava, jugó el sector y perdió la final contra la Real Sociedad, el equipo de sus amores.

Si los chavales lo idolatraban, los otros frailes le admiraban por su capacidad intelectual, su manera de ser, su profunda espiritualidad y sus iniciativas pastorales creativas y punteras. Por ejemplo, adaptando las celebraciones, los cantos y las moniciones de las eucaristías a los chicos que, de hecho, hasta iban contentos a sus misas. En las que se cantaban temas de los años 60 con letras adaptadas.

Consciente de su valía humana y espiritual, la congregación decide trasladar a Angel Gabilondo al colegio de Madrid de la calle Alfonso XIII en 1971. Y también aquí revolucionó el colegio.Luis Fernando López lo tuvo de profesor y todavía lo recuerda: «Me daba Filosofía. Era un hermano que, con sus 25 años, se llevaba a los chavales de calle. Tenía mucho gancho. Físicamente atractivo, llevaba una melena rubia cortada al estilo paje y una impecable sotana negra, que se remangaba para jugar. Hasta las niñas del Santa Catalina de Siena, el colegio que está al lado, cruzaban a menudo para ver al hermano Gabilondo».

El fútbol sigue siendo una de sus pasiones. De hecho crea una liga de antiguos alumnos que, todavía hoy, congrega a más de 200 chavales todos los fines de semana. Pero, en Madrid, además de dar clases y jugar al fútbol, profundiza sus estudios y cursa Teología Fundamental en Comillas. Acumula experiencia y conocimientos, que, junto a un grupo muy dinámico de compañeros, va plasmando en diversos libros catequéticos. Por ejemplo, Mes del Corazón de Cristo: 30 celebraciones de la Palabra, publicado en Mensajero de Bilbao en 1969. De ese mismo año es también el catecismo Enséñanos a amar. Una obra dulce y tierna, con la que se trataba de hacer más digerible la doctrina cristiana. Un catecismo rompedor para la época, con un lenguaje adaptado a los jóvenes.

Eran los años de la aplicación del Concilio Vaticano II en España.Y los vientos de la renovación prendieron a fondo en Angel y en algunos otros compañeros, que tenían ganas de cambios y cambios rápidos. Y una mayor radicalidad. «Buscaba otro estilo y quería un mayor compromiso de la congregación con los pobres», dice su hermana. Un amigo de entonces va más allá: «Necesitaba nuevos aires». Y, en 1978, dejó la congregación, junto a un grupo de hermanos.

«Nunca tuvo crisis de fe. No se salió por una mujer. De hecho, tardó años en casarse. Hoy, tiene dos hijos: Hugo de 23 y Ramón de 20», explica Lourdes. Antes de casarse, terminó Filosofía y Letras en la Autónoma e hizo allí toda su carrera. Desde profesor adjunto, titular y catedrático, a rector y presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades de España (CRUE).

Y, ahora dirige el ministerio que ha impulsado la asignatura de Educación para la ciudadanía. «Rezo por él -dice Lourdes-, para que responda a lo que la palabra 'ministro' significa para los franciscanos: servidor, disponible y que va aprendiendo de los demás. Y seguro que lo consigue, porque es un gran trabajador y una persona que quiere que todos estén felices a su alrededor». 

PALABRA DE ANGEL

Se titula Enséñanos a amar. Fue publicado por Ediciones Mensajero (1969) y escrita por siete hermanos corazonistas. Entre ellos y en primer lugar, Angel Gabilondo Pujol. Un catecismo sumamente pío, aunque rompedor para la época, con un lenguaje adaptado a los jóvenes y centrado en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Algunas de sus perlas:

-«Si los que gobiernan las naciones son buenos y se entregan a su pueblo para conseguir un reinado de libertad, respeto mutuo y paz, los súbditos les deben obediencia y colaboración para luchar contra las fuerzas que se oponen a la justicia y felicidad de las naciones».

-«Cada año leemos en los periódicos las narraciones de las hazañas de los niños que se sacrifican por sus compañeros, salvan la vida a otros... Se trata de la operación Plus Ultra... Estos niños han comprendido el cristianismo».

-Contraportada: «Señor, enséñame a ser generoso, a servirte como mereces, a dar sin medida, a trabajar sin miedo a que me hieran y a no esperar más recompensa que saber que hago tu voluntad.Amén».