El funcionario alemán amenazó al secuestrador del pequeño Jakob para que revelara dónde lo escondía

Daschner: el policía que torturó por salvar a un menor

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¿Amenazaría usted con torturas al secuestrador de un niño de 11 años que no le dice dónde lo esconde? ¿Se pararía a cavilar que no puede violar las leyes o sólo tendría puesta la cabeza en salvar la vida del menor?

Wolfgang Daschner, subdirector de la policía de Francfort, no se lo pensó dos veces en septiembre de 2002 cuando apresó al captor del pequeño Jakob y no obtenía respuesta alguna por las buenas durante el interrogatorio, así que lo hizo por las malas.

«Sufrirás dolorosas torturas», dijo Daschner al secuestrador, lo que le ha costado ahora un proceso judicial, que comenzó ayer en Alemania, y por el que puede sufrir una pena de entre seis meses y cinco años de prisión.

El 27 de septiembre de 2002, Jakob von Metzler, hijo de un banquero de la próspera Francfort, fue secuestrado cuando regresaba del colegio. Esa misma jornada, los padres del chaval recibieron la petición de un rescate de un millón de euros. Dos días después, los padres del adolescente pagaron la cantidad exigida, persiguiendo y deteniendo la policía al joven que recogió el dinero y que resultó ser un conocido de la hermana de Jakob.

El 1 de octubre, cuando Magnus Gäfgen, el secuestrador del chaval, llevaba 24 horas en la comisaría de la ciudad germana y no aportaba detalle alguno del paradero del menor, Daschner entró en acción con amenazas físicas para arrancarle la confesión. Y lo consiguió, pues Gäfgen, creyendo y temiendo las palabras del subdirector de la Policía, le reveló dónde se encontraba su víctima.

Sin embargo, era ya demasiado tarde, pues el pequeño no había aguantado la cinta aislante con la que le tapó Magnus y falleció por asfixia.

¿Héroe o villano? Los alemanes se dividían ayer con apasionadas opiniones al inicio del juicio abierto contra Daschner por «grave coacción». Varios manifestantes se acercaron a las puertas del Tribunal Regional de Francfort para increpar al acusado y denunciar la «tortura estatal». A su vez, la revista Stern hacía pública una encuesta que mostraba que el 60% de la población germana está a favor de lo que hizo el policía, de 61 años.

«Lo que hizo mi cliente era necesario y proporcionado a la situación», alegó el abogado de Daschner, Eckart Hild. «La cuestión», prosiguió, «se centra en si la policía debe quedarse sentada a esperar mientras un niño secuestrado agoniza hasta su muerte».

El veredicto será pronunciado antes de 2005 y, hasta entonces, se esperan interesantes jornadas de juicio, ya que en una cita previa celebrada en febrero el acusado dejó caer que tenía orden y visto bueno de hacer uso de amenazas físicas desde el Ministerio del Interior del Land o estado federado de Hesse.

«Negamos esa afirmación rotundamente», contestó rápidamente el ministro del Interior de Hesse, Volker Bouffier, del partido democristiano.

Respecto al secuestrador, Magnus Gäfgen, de 28 años, fue condenado a cadena perpetua en julio de 2003. Su obsesión por dejar de ser un simple estudiante de Derecho y mejorar económicamente (la razón que esgrimió para secuestrar a Jakob) le pasó una factura elevada.

Pero el proceso del policía Daschner ha provocado todo tipo de reacciones y su caso es totalmente distinto, aunque estos días se encuentre sentado en el mismo banquillo de los acusados que el secuestrador Gäfgen. Y es que, al final, siempre cae sobre todos el peso de la ley, o debe caer, según los abogados y los defensores de Derechos Humanos que se han puesto en contra de Daschner, frente a algunos políticos y jefes de policía que le han dado todo su apoyo.

El propio acusado no niega los hechos, e incluso fue él mismo quien escribió en el dossier del caso Jakob que preguntó en más de una ocasión a Magnus Gäfgen si estaba dispuesto a recibir «dolor bajo supervisión médica».

Ahora bien, el policía Daschner se declara inocente. Pero eso ya queda en manos de la Justicia y no de la opinión pública, los abogados, policías o defensores de Derechos Humanos.

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