El galerista tiene que saber quitarle la banalidad al arte para captar algo de verdad
Es el mercado legal que más dinero mueve en el mundo después del bursátil y el inmobiliario. Es el arte que, además, posee una peculiaridad que lo diferencia del resto. El contacto emotivo e intelectual con el producto que se adquiere. Pero al margen del romanticismo una galería de arte es un negocio más.
En Madrid, este mes de septiembre dos emprendedores han decidido crear un nuevo espacio para la cultura contemporánea. Antonio González y Álex Tejido ofrecen en su galería ASM 28 un nuevo espacio para la creación artística y el contacto directo del público con ésta.
Saben que es un momento delicado para cualquier negocio cuentan con la curiosa ventaja que tiene el abrir una galería en una zona donde éstas abundan.
«Estamos en la calle Orellana de Madrid que es una zona donde convivimos unas siete u ocho galerías. En nuestro caso la competencia es un buen síntoma porque cuantas más galerías haya es más cómodo para el coleccionista visitarlas todas».
Cuando hablan de coleccionista, Antonio y Álex subrayan que no tenemos que pensar sólo en el gran inversor.
«Todo el que tiene uno o dos obras de arte (aunque sea de pequeño formato y precio) ya se puede considerar coleccionista. Este es un plus que queremos darle a nuestros clientes para conseguir, sobre todo entre los jóvenes, que se interesen por el mundo del arte».
No sólo es vender, aunque éste sea el objetivo, y los directores tiene clara su función casi pedagógica sobre la obra y los autores que exponen. En ASM 28 tienen como una de sus metas desterrar el prejuicio que pueda condicionar a las personas a la hora de acercarse a una galería de arte.
«Un buen galerista tiene que atender a todo el mundo como si estuviera frente al director del Museo Reina Sofía.»
