El aire acondicionado le produce una tos seca e incómoda.
«Perdóname», se disculpa educadamente:
«El aire acondicionado me tiene martirizado».
Nacho Vigalondo (Cabezón de la Sal, Cantabria, 6 de abril de 1977), uno de los directores más interesantes del cine español actual, estrena en toda España Colossal, cuarto largometraje de su carrera y el segundo rodado en inglés. Con guion propio (y muy original), el film, de ciencia-ficción y fantasía, mezcla elementos de suspense, comedia y acción.
Coproducido por Estados Unidos, Canadá, Corea y España («En realidad, con Sayaka, mi productora, estamos como socios, pero la financiación ha sido más desde fuera», puntualiza), la historia arranca con Gloria (Anne Hathaway), una chica que, en un mal momento vital, abandona la ciudad de Nueva York para regresar a su pueblo.
Allí se reencontrará con un amigo del colegio (Jason Sudeikis), mientras que en Seúl, a miles de kilómetros, un monstruo gigantesco ataca las calles de la capital de Corea del Sur. ¿Qué es lo que conecta a Gloria con toda esa tragedia?
En su entrevista con Periodista Digital, a partir de unas preguntas tipo test, el cineasta se define como una persona «desordenada, urbanita y a la que le gustaría ser menos racional». ¿Y es un director mandón? «En la medida en la que uno tiene que serlo en un set, ya que todo pasa por uno, pero no soy especialmente mandón. No soy autoritario», matiza.
Felicidades. Colossal fue presentada en los Festivales de Toronto, San Sebastián, Sitges, Sundance, SXSW… y ha sido vendida a todo el mundo.
Sí. Estoy muy contento. De hecho, España es el último país donde se estrena en salas.
Según IMDB, en Hong Kong se estrena el 27 de julio 2017.
¿Ah, sí? ¡No tenía ni idea!
Se dijo que era una mezcla de Cómo ser John Malkovich y Godzilla.
Esa fue una frase que se utilizó para vender el proyecto en Cannes, pero no la dije yo.
¿Y por qué le gusta la fantasía, la ciencia-ficción?
Siempre me ha gustado la fantasía como una posibilidad para hablar de cosas muy cercanas y muy próximas. De hecho, Colossal tiene una mezcla de películas que he visto desde niño, de mi amor por esas películas, y también tiene mucho de mis experiencias directas y de las de personas a mi alrededor. Historias que he vivido, historias de las que he sido testigo, que me han contado… La mitad de la película apunta muy lejos, y la otra mitad es cercana.
Aborda también los amigos de la infancia y cómo cambia la gente.
Exactamente. O también, qué la cambia.
Usted es de Cabezón de la Sal, en Cantabria, y luego vino a Madrid. No sé si está inspirado en su propia historia, pero Colossal presenta lo que es pasar de un sitio pequeño a una gran ciudad, y, posteriormente, volver al lugar de origen.
Sí, por supuesto. Hemos vivido unos años en los que se ha hecho habitual que gente próxima a nosotros, o nosotros mismos, tenemos que volver al pueblo. Hace unos años pensabas que tu vida en la ciudad era un poco tu destino último y que tu vida estaba estabilizada, y, de repente, la crisis económica nos ha llevado a muchos a replantearnos dónde y cómo vivir. Y la película parte de este planteamiento.
¿Qué es lo que le atrae de los monstruos? A usted, y a mucha gente. ¿Por qué producen tanta fascinación?
La verdad es que no lo sé. Alguien tendría que analizarlo desde fuera. No sé por qué tengo esa relación con el cine fantástico, pero supongo que es algo oculto, algo que está escondido en mi genética.
¿Es una forma de evadirse de la realidad?
Sí, inevitablemente lo es, pero no sé cuál es el mecanismo que me lleva a enfrentarme a ese tipo de historias.
Ya rodó Open Windows con Elijah Wood. ¿Cómo consiguió a Anne Hathaway?
En realidad no es mérito mío. Ella leyó el guion, se lo dio su agente, y decidió hacer la película.
Estaba embarazada de cinco meses. ¿Qué tal el rodaje con ella?
Magnífico. Fue una experiencia muy gratificante de comienzo a fin.
¿Y qué tipo de actriz es? ¿Se rueda de forma distinta con las grandes estrellas?
Sí hay diferencias entre rodar con alguien experimentado y con alguien con poca experiencia, pero, como yo no conocía al reparto, ya estaba preparado, movido por ciertos tópicos, para enfrentarme a todo tipo de situaciones. Tengo que ser justo y reconocer que rodar con Anne Hathaway y Jason Sudeikis ha sido un placer similar al que sentí cuando rodé Extraterrestre.
¿Le gusta improvisar?
Me gustaría tener la posibilidad en un futuro de improvisar y de poder experimentar con variantes, pero, por el momento, con el tipo de presupuestos y de ritmos con los que he tenido que trabajar, no he tenido la oportunidad. Por el momento, soy un director bastante fiel a un plan. Intento ajustarme a un plan previo lo más detallado posible, y, a partir de ahí, que las cosas salgan lo mejor posible.
Matt Damon me dijo que lo que más le llamó la atención de Spielberg es que toma seis decisiones en 10 segundos y que jamás se autocuestiona. ¿Usted es decidido?
Yo sí le veo el valor a la posibilidad de autocuestionarse a uno mismo. O, al menos, a lo mejor quizá yo tengo más necesidad de autocuestionarme que Steven Spielberg (sonríe), pero, sí, entiendo perfectamente lo que quiere decir. Un rodaje te enfrenta constantemente a decisiones que hay que tomar en tiempo real y problemas que hay que solucionar casi a la vez que esos problemas surgen. Y hay que tener una capacidad de improvisación y de decisión muy grande.
¿Qué le da el cine?
Es una forma de vida. Me lo da todo. Me da motivos para madrugar y motivos para acostarme tarde. Sin cine mi vida sería tan diferente que no logro atisbarla en la lejanía.
¿Da miedo enfrentarse a una coproducción internacional?
Uno diseña una película, la piensa, la escribe, y sueña con hacerla. A partir de ahí, el miedo es que no consigas hacerla. Ese es el miedo real y el miedo más poderoso. Que las cosas no sucedan. Y es un miedo justificado, porque incluso a directores con más prestigio que yo, de repente, las cosas les dejan de suceder, con lo cual, a partir de ahí, cualquier miedo derivado de las circunstancias de hacer una película, una vez que sabes se va a hacer, me parecen muy pequeños y muy secundarios.
Estudió Comunicación Audiovisual en la Universidad del País Vasco, aunque no acabó.
Sí. Para mí fue una época fundamental. A mi socia en la productora, Nahikari Ipiña, la conocí en la carrera. Y muchas de las personas a las que conocí en aquel entonces son personas fundamentales a día de hoy en mi vida profesional. Esa etapa es importante por gente que conoces y por cómo logras definirte en un contexto. Antes de hacer el corto nominado al Oscar estuve 10 años trabajando en cortos ajenos, propios, y en ese contexto de la universidad empecé a vislumbrar quién era yo y qué sentido podía tener que yo hiciera películas.
¿Entre los directores hay muchos lazos de amistad?
Sí. Nos necesitamos los unos a los otros, aunque solamente sea para chequear nuestras propias obras. Hay algo que otro director tiene y que no tiene uno, y es la distancia respecto a tu propia película. Incluso sobre el propio guion. A mí, antes de acometer un proyecto, siempre me gusta testarlo con mis amigos más cercanos. Y tener de amigo a Koldo Serra, Carlos Vermut o Álex de la Iglesia es un lujo; un privilegio.
La nominación al Oscar le cambió la vida, o al menos, la carrera…
Sí, sí. Claro que me la cambió. Gracias a eso pude generar la confianza suficiente como para hacer un largometraje.
¿Sus grandes influencias?
No lo sé. Puedo decirte qué directores me gustan y me han alimentado el alma durante toda mi vida, pero ¡ya podrían ser mis influencias! Las influencias no son algo que uno decida. Ojalá alguien como David Lynch, que ahora está deslumbrándonos con la nueva temporada de Twin Peaks, me influyese. Me encantaría, pero eso no está bajo el control de uno.
Y cuáles le gustan?
Lynch. Hace poco di una clase en un taller en el que vi destripar la obra de Joseph Losey, que me encanta. Don Siegel, Samuel Fuller… Mi director favorito es el japonés Hitoshi Matsumoto. Pero según me voy acordando de nombres, podría seguir y no parar.
Colossal es su cuarta película. Usted vive en Madrid. ¿Se ve viviendo fuera de España, en Hollywood, por ejemplo? ¿Cuál sería su carrera soñada?
Como en realidad lo de irte a Hollywood ya no tiene el peso que tenía antes y las distancias ya no tienen la densidad que tenían antes, y realmente uno ya no se ve obligado a decidir… (pensativo), mi situación soñada es tener la capacidad de decisión. Poder rodar aquí o allí. Creo que eso es lo que deseo.
¿Pero se ve viviendo fuera de España?
No, no tendría por qué, ahora mismo. Aunque mis siguientes siete películas fueran rodadas en Hollywood, yo no tendría por qué irme a vivir allí.
Además de director, es guionista. ¿Qué fase disfruta más: la de escritura, pre-producción, rodaje, postproducción…?
Cada fase tiene un placer distinto, pero yo creo que el placer de rodar es muy difícil de comparar con las demás.
Por último, además de cortos y largometrajes, usted ha sido guionista de televisión ( la segunda temporada de Gran Hermano, el programa Vaya semanita), ha dirigido sketches, videoclips, ¿prepara ya algo nuevo?
Estoy barajando guiones que estoy leyendo, un guion que estoy escribiendo… No sé exactamente lo siguiente que voy a hacer. Y a mí me encanta saberlo, me encanta tenerlo claro, pero en estos momentos me estoy peleando (sonríe).