Crítica Cinematogáfica

“Geostorm”, caerán chuzos de punta

Ahora el discípulo toma el relevo del maestro de la destrucción.

El cine de catástrofes siempre estará ahí para demostrarnos, pedagógicamente, que por muy mal que veamos las cosas, el mundo siempre podrá ir a peor…al menos en la ficción. Este subgénero cinematográfico tan apegado al fenómeno «blockbuster» tuvo su periodo de mayor esplendor en la alocada y hortera década de los 70. Títulos como «El coloso en llamas» (1974), «Terremoto» (1974), y muchos otros, delimitaron una tendencia de la industria que se ha negado a desaparecer en los años posteriores.

Con cierto retraso a la hora de «subirse a la ola» del nuevo repunte de popularidad del género, acaecido con la llegada del agorero año 2000, llega a nuestras paranoicas butacas «Geostorm» (2017), dirigida por un experto en la materia, Dean Devlin. Devlin fue el productor en la sombra detrás del abonado al catastrofismo Roland Emmerich («Independence Day», «El día de mañana» o «2012»), y ahora el discípulo toma el relevo del maestro de la destrucción.

Atención ahora al argumento oficial de «Geostorm» (2017). No habrán leído una sinopsis tan bizarra y disparatada como esta en años: cuando unos cambios catastróficos en el clima hacen peligrar la supervivencia en la Tierra, numerosos gobiernos del mundo se unen y dan lugar a un proyecto consistente en una red global de satélites que rodeen el planeta, armados con avanzadas tecnologías, capaces de evitar desastres naturales. Jake (Gerard Butler) es un diseñador de satélites que, tras un fallo en esta cadena, deberá formar equipo con su hermano Max (Jim Sturgess) para viajar al espacio y salvar al planeta de una tormenta artificial de proporciones épicas, mientras en la superficie del planeta se está gestando un complot para asesinar al presidente de Estados Unidos. Flipante.

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