Dedica todo el tiempo que puede a sus hijos Mariano, de 11 años, y Juan, de 5 años
La noche en que se conocieron los resultados electorales de 2008, Elvira Fernández Balboa, más conocida como Viri, salió con los ojos empañados en lágrimas al balcón de la calle Génova a abrazarse con su marido, Mariano Rajoy.
Era un día especialmente duro para el dirigente popular y no quería separarse de él, que no dejaba de pensar en lo que se le venía encima en los próximos meses.
El Partido Popular había logrado subir en votos y escaños, pero había perdido las elecciones. El beso en la frente de Mariano Rajoy a su mujer, recogido por todas las cámaras, fue lo más comentado de aquella madrugada.
Viri, más afectada aún que su marido, apenas podía articular palabra y contener las lágrimas. Sonreía emocionada ante los cánticos de los miles de militantes del PP congregados frente al balcón de la sede del partido.
Se habían conocido 16 años antes. La leyenda habla de una noche de copas en el bar La Luna de Sanxenxo, en Pontevedra, en la que un grupo de chicos, entre los que figuraba Mariano Rajoy, decidió abordar a un grupo de chicas, entre las que se encontraba Viri.
Otras fuentes señalan al productor José Manuel Lorenzo, hermano del actor Francis Lorenzo, como el hombre clave que presentó a la futura pareja.
Y una tercera versión, quizá más extendida y fidedigna, mezcla ambas historias, situando a Lorenzo en La Luna, como factor clave para que Rajoy conociera a esa chica que le había parecido tan atractiva. Sea como sea, se conocieron en la Semana Santa de 1992 y empezaron a salir un tiempo después.
El líder del PP reconoció recientemente que «no fue fácil» iniciar el noviazgo.
Viri había estudiado Económicas en la Universidad de Santiago de Compostela. Cuando conoció al que sería su marido trabajaba en una pequeña constructora de Lérez, una localidad muy próxima a Pontevedra.
Tenía 28 años. Mariano Rajoy, por su parte, había ocupado cargos de responsabilidad en el PP de Galicia y ahora se dedicaba a la política nacional desde Madrid. Tenía 37 años y un futuro prometedor.
Tras un noviazgo sin sobresaltos, Viri y Mariano se casaron el 28 de diciembre de 1996, Día de los Santos Inocentes, en la Capilla de las Conchas de la isla de La Toja, en Pontevedra. Los novios tuvieron que soportar bastantes chascarrillos sobre la fecha elegida para la boda. Lo prepararon todo con discreción y normalidad.
Quizá porque querían una ceremonia sencilla, no les agradó la presencia de decenas de periodistas y fotógrafos en la puerta de la iglesia. Pero aquella era inevitablemente una boda mediática.
Tan solo habían pasado unos meses desde que el PP de José María Aznar ganara las elecciones generales. Mariano Rajoy acababa de ser nombrado ministro de Administraciones Públicas, consolidando así su carrera política nacional, tras haber dedicado la década de los ochenta al PP gallego, llegando a ser vicepresidente de la Xunta de Manuel Fraga.
Ahora sus responsabilidades eran mayores y su relevancia pública también. El año 1996 pasaba como un huracán por su biografía, modificando radicalmente su vida en lo político y en lo personal. Viri asistió al cambio en primera fila.
Discreción
La palabra que más se oye al preguntar por Elvira Fernández Balboa en cualquier entorno es discreción.
Tanto sus amigos y conocidos en Galicia como las amistades del matrimonio en la capital o sus compañeros de trabajo están de acuerdo en que no desea ningún tipo de protagonismo público, incluso aunque sea muy probable que el futuro de su marido la convierta inevitablemente en primera dama de la política española.
Le gustan la familia y el trabajo. Ha trabajado en Antena 3 Televisión, en el Departamento de Control Presupuestario, y en Admira, como asesora técnica de dirección. Más tarde, en Telefónica.
Dedica todo el tiempo que puede a sus hijos Mariano, de 11 años, y Juan, de 5 años. No le atrae la vida política, aunque siempre ha simpatizado con el Partido Popular. Es creyente y católica.
Entre sus principales aficiones se encuentra la lectura, y frecuentemente selecciona sus libros favoritos para recomendárselos a su marido. Es una mujer inteligente, culta, sensata y muy responsable.
Encaja a la perfección con la forma de ser de su marido. Su publicitada timidez parece más bien una excusa para esquivar a los periodistas molestos que una realidad. Al menos, sus amigos no la consideran excesivamente tímida.
Viri procede de una familia dedicada a la construcción. Antes de conocer a Mariano Rajoy, su único vínculo con la política era su tío Elisardo Balboa, que fue alcalde de Sanxenxo por el PP a comienzos de los noventa.
Sus padres prefirieron educarla en colegios públicos, por lo que las primeras etapas de su vida académica transcurrieron entre el Valle-Inclán y el Ciudad Infantil Príncipe Felipe de Pontevedra.
Sólo en contadas ocasiones se puede ver al matrimonio mostrándose juntos ante las cámaras y los medios de comunicación, con la excepción de los días previos a las últimas elecciones generales, cuando los asesores de Rajoy consideraron apropiado que salieran a la luz, acudiendo en pareja a algunos mítines y protagonizando puntuales apariciones en prensa.
Aliada en la sombra
Una de esas contadas ocasiones en que se les pudo ver juntos frente a la prensa fue en agosto, con motivo de la visita de Benedicto XVI a Madrid para la Jornada Mundial de la Juventud. Se habían visto antes, en noviembre de 2010, en la peregrinación del Papa a Santiago de Compostela.
Allí, en un breve encuentro, Benedicto XVI regaló al matrimonio una medalla y un rosario, mientras que estos le obsequiaron con una Virgen Peregrina, la patrona de Pontevedra.
Meses antes, Mariano Rajoy y toda su familia habían inaugurado el Año Santo de Santiago de Compostela, como peregrinos tempraneros de la catedral compostelana, en donde también posaron abiertamente ante las cámaras.
En las últimas semanas, ante la proximidad de la esperada cita electoral, el matrimonio ha intensificado sus apariciones en actos públicos como la presentación del libro En confianza de Mariano Rajoy, o la reciente convención del PP en Málaga, en donde posaron junto a José María Aznar y Ana Botella.
Su desafección por los focos mediáticos y la política activa sitúa a Viri algo más cerca de los gustos de Sonsoles Espinosa que de los de Ana Botella. Sin embargo, la admiración por la sencillez y la austeridad la distancian de la mujer de José Luis Rodríguez Zapatero.
Si llega a La Moncloa, tratará de que el nuevo entorno no dañe la vida familiar y el desarrollo académico y personal de sus hijos, que podrían seguir estudiando en el British Council de Somosaguas, en Pozuelo de Alarcón.
Después del sabor amargo de la derrota electoral de Mariano Rajoy en 2008, los recientes resultados del pasado 22-M devolvieron la sonrisa al matrimonio.
En la primera gran noche de victoria electoral del líder del PP, Viri prefirió mantenerse al margen una vez más y no salir al balcón junto a su marido, como sí había hecho en 2008.
Esta vez, en cambio, siguió desde el interior del edificio de Génova cada pequeño detalle de la fiesta de Mariano Rajoy con los militantes del PP, que coreaban con entusiasmo el nombre del líder de su partido y bailaban al ritmo de la música que pinchaba El Pulpo.
Hoy, por primera vez desde las últimas elecciones generales, el matrimonio contempla como algo real y cercano su posible desembarco en La Moncloa en noviembre.
Aunque, fieles a la personalidad de ambos, no quieren echar las campanas al vuelo. Porque como el propio político reconoció hace algunas semanas, todavía no han recibido «ni un solo voto» para llegar a La Moncloa. Prudencia ante todo.