El mal rollo que hay entre la actriz Lydia Bosch y su exmarido, Alberto Martín, es algo que no solo no desaparece con el tiempo, sino que aumenta a medida que pasan los meses.
La semana pasada, concretamente el día 20 de enero de 2012, Martín Caballero pudo entrar en la casa de La Finca de Somosaguas -donde convivió con Lydia cuando estaban casados-, gracias a una sentencia judicial dictada el pasado mes de julio que revocaba las medidas del divorcio de Primera Instancia.
Esta decisión cambiaba casi todos los resultados y dejaba que el matrimonio alternara cada seis meses el uso de esa vivienda hasta que se vendiera.
Aunque la actriz puso un recurso de queja ante el Tribunal Supremo, que está pendiente de resolución, ha preferido abandonar el domicilio donde sus hijos pasan la mitad de la semana, ya que la otra parte viven con su padre en la casa que adquirió en una urbanización próxima una vez se separó de la actriz.
LA CUSTODIA, PARA LYDIA
Aunque en algunos medios se ha apuntado que los niños pasarán ahora seis meses con su padre, ese dato es erróneo, puesto que lo que dictó la sentencia es que la custodia sería de Lydia, pero el padre podría pernoctar con sus hijos los lunes y miércoles más los fines de semana alternos mientras que la madre los tendría los martes y jueves y sus correspondientes fines de semana con viernes incluido.
Vamos, que los niños son los que los lunes duermen en una casa, los martes en otra y así sucesivamente, tal y como ha querido el juez.
Otro tema era el de la vivienda. La casa, que está en venta desde el pasado mes de julio, ya ha recibido la visita de varios interesados, si bien es cierto que no hay ninguna oferta en firme sobre la mesa.
El hecho de que ese trámite lo gestione una agencia inmobiliaria indica que ambas partes están de acuerdo y contradice así a cuantos apuntaban que Lydia había puesto el inmueble en venta sin contar con la aprobación de la otra parte, propietario de la mitad de la casa, encargo que ninguna agencia habría permitido.
Pero lo más curioso de esta historia es que Lydia y sus hijos abandonaron la casa familia el día 19 para instalarse en un chalet alquilado de la misma urbanización, ya que no han podido mudarse al piso propiedad de la actriz que su exmarido ocupa como oficina de su estudio de arquitectura.
A pesar de que hay una orden de desahucio de 2010, Martín interpuso un recurso y sigue utilizando el que fuera piso de soltera de su ex hasta nueva sentencia judicial.
Ni él ni sus hijos vivirán en la casa ya vacía de La Finca, ya que además compró una vivienda próxima que tiene perfectamente acondicionada.
Allí es donde sus hijos duermen las noches que están con su padre, quien, en la práctica, es como si tuviera una custodia compartida, por lo menos en lo que respecta a los días al mes que pasa con los niños.
Y parece que en este caso, cambiarse para volver a mudarse a los seis meses y tener que enseñar la casa con ellos dentro es algo que no le ha convencido mucho, a tenor de los hechos.
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