La alemana Margot Wolk es la última miembro viva de la 'brigada del veneno'

La mujer que lloraba cada vez que se zampaba la comida de Hitler cumple 96 años

Era una de las catadoras oficiales de los alimentos del Führer

Margot Wölk era una de las 15 jóvenes que trabajaban en el cuartel militar de Hitler de la ‘Guarida del Lobo’.

Se encargaban de probar la comida antes de que diera cuenta de ella el Führer, algo que hacía según cuenta llorando a moco tendido por miedo a caer fulminada.

Por fortuna nunca le pasó nada, y ahora esta alemana, la última superviviente de la ‘brigada del veneno’, acaba de cumplir 96 años, tal y como informa ‘Mirror‘.

Wolk desarrollaba tan ardua labor en el bosque de lo que antes era Prusia Oriental y hoy en día es Polonia- durante la Segunda Guerra Mundial:

«La comida siempre era vegetariana», explicó a la cadena de televisión alemana RBB.

«Había constantes rumores de que los británicos querían envenenar a Hitler. Nunca comimos carne. Nos daban arroz, fideos, pimientos, guisantes y coliflor».

EL ALMA EN UN PUÑO

Para Margot y sus compañeras, cada comida podía ser la última. Relata que algunas mujeres tenían tanto miedo que se ponían a llorar al empezar a comer, empezando por ella misma:

«Teníamos que terminar la comida. Después, nos tocaba esperar una hora, y siempre teníamos miedo de ponernos enfermas. Llorábamos por la alegría de haber sobrevivido».

Margot Wölk no era nazi, y se hizo catadora de comida por casualidad. En 1941, cuando su marido estaba en la guerra, tuvo que abandonar su hogar en Berlín por culpa de los bombardeos y se marchó a vivir con su suegra a Partsch -actualmente Parcz, Polonia-, una ciudad situada a 400 kilómetros de Berlín. El alcalde de la ciudad, un nazi fervoroso, la obligó a trabajar en tan molesto menester.

NUNCA LE VIO

«Las medidas de seguridad eran tan estrictas que nunca vi a Hitler en persona, solo a su pastor alemán, Blondi».

A finales de 1944, cuando el Ejército Rojo iba avanzando, un oficial de las SS ayudó a Margot a escapar, y esto le salvó la vida.

Fue la única catadora de comida que sobrevivió; todas sus compañeras fueron fusiladas en enero de 1945.

 

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