Si fuese un partido de tenis, podría decirse que Arantxa Sánchez Vicario tienen todos los pronunciamientos para perderlo. No tiene el saque a favor, pierde 0-40 y su rival tiene tres bolas a favor para hacer ser y partido.
El caso es que la extenista ha visto como su todavía marido, Josep Santacana ha pedido el divorcio y ha abandonado el ático de Miami donde el matrimonio vivía con sus dos hijos, Arantxa y Leo, de 9 y 7 años respectivamente, para instalarse en otro apartamento con una nueva pareja, con la que tendría una relación desde hace meses.
Según informan fuentes familiares a La Otra Crónica, Santacana se ha llevado todos los bienes de su esposa, incluso los trofeos y la ha dejado en la ruina más absoluta. La tenista estaría viviendo del sueldo que tiene como directora deportiva del centro educativo Metropolitan School de la ciudad norteamericana -unos 3.000 euros al mes- y de las colaboraciones con canales latinos de televisión en los que la deportista comenta los partidos de la Copa Davis y otros eventos relacionados con el tenis.
Pero lo más doloroso para la tenista es la reclamación que ha puesto en un juzgado su marido de la custodia de los dos hijos.
Según el entorno del marido, la madre de los pequeños no está en condiciones psicológicas óptimas para atenderles. Además, Josep gestionaba el patrimonio de su esposa y se habría hecho con el control total de su fortuna, que ascendería a varios millones de euros.
Al mismo tiempo, Arantxa tiene pendiente una deuda fiscal en España de 1,7 millones de euros por impago de impuestos entre 1989 y 1993. Y el Banco de Luxemburgo, donde tenía una cuenta, les reclamaba este mismo mes de enero 7,5 millones de euros, de los cuales 2,5 millones corresponden a intereses, a causa de un aval no satisfecho con el que habrían pagado otras deudas.