Reseña de 'Los Días de Gloria'

Memorias de Don Mario Conde de Montecristo

Memorias de Don Mario Conde de Montecristo

Una de las pocas aunque inciertas esperanzas de futuro que le quedan al huérfano y desamparado españolito medio es la reciente reaparición pública de don Mario Conde, una de las mentes más privilegiadas de la España del último medio siglo y una de las figuras más nobles y capaces que ha dado el erial patrio.

Su reciente libro titulado Los Días de Gloria, por su gran calado, por su conocimiento de la naturaleza humana, por la valiente y lúcida descripción taxonómica del ecosistema zoológico político económico social del reino, debería ser de obligada lectura a los efectos oportunos en cualquier foro de educación para la ciudadanía y en general para cualquier persona de bien que quiera perfeccionar su opinión libre de propaganda o prejuicios sobre lo que ocurre. Sobre lo que nos pasa y porqué nos pasa.

El texto de más de ochocientas páginas puede considerarse como un libro de memorias pero no le faltan caracteres de la mejor novela negra o de aventuras, de terror surrealista, quizás a lo Poe. Un tratado de Psicología, de Política, un master en economía y gestión de empresas.

Un libro canónico que viene a completar con éxito la descarnada visión de la realidad de otros grandes clásicos imprescindibles para comprender la verdadera naturaleza de nuestro inmutable presente histórico como la del gran Cervantes en Rinconete y Cortadillo o El Coloquio de los perros; La Araña negra o El Intruso de Blasco Ibáñez; la saga del conspirador Aviraneta de Baroja, la Escuela de Mandarines de Espinosa, sin olvidar la del famoso Mario Puzo en El Padrino.

Escrito de modo ágil, eficaz, ameno, casi neutro, sin apenas desmayos en su redacción, el lector queda atrapado además de horrorizado por lo que se describe. Pese al largo metraje no le sobran muchos fotogramas ni secuencias. Huele a sinceridad salvo acaso en algunas referencias a Su Majestad y parte de su entorno en las que, menos fluido, se mantiene muy pudoroso, sobre todo teniendo en cuenta su peripecia y que en España la Justicia se administra en nombre del Rey.

Don Mario Conde cometió importantes errores. Fiarse de que quien no debía. No comportarse como se esperaba de un plutócrata, de un miembro de la antipatriótica, codiciosa y pía clase dominante española. No hacer caso a los avisos bienintencionados imbuido de un triunfalista optimismo voluntarista que se revelaría fatal. No comprender que se había convertido en una amenaza porque en el reino no cabe la supervivencia de la aristocracia del mérito.

La caza y captura de don Mario Conde, injustamente condenado por razones de Estado como Dantés el protagonista del folletín de Dumas, por lo que él bautizó en otro famoso libro como El Sistema resulta un espectáculo demoledor. E inquietante. Aquí, en este reino malbaratado por la partitocracia nadie parece estar a salvo. Ni entonces, ni ahora.

En verdad, la historia se repite cuando no se combaten las causas. El presente nos señala la misma crisis de entonces. De Serra a Serra, otra vez se especula con temor sobre la incompetencia de la partitocracia para hacer prosperar a España. No progresa la condición humana sino las nuevas tecnologías aplicadas al sometimiento de la voluntad.

Hay que admirarse de la fortaleza humana y mental de don Mario Conde. Parece mentira que haya resistido, que no se haya doblegado en su caída a los infiernos. Quizás por su rara fortaleza espiritual. Es esa la mayor lección. Sin concesiones morbosas o comerciales, en libro no se narra su peripecia masónica salvo de modo tangencial en relación con sus iniciativas ecuménicas o sincréticas con el Vaticano e Israel o en algunos comentarios de índole místico.

Sin embargo creemos existe un cierto fondo masónico en el relato, por aquello de que la realidad imita al Arte: revivir la leyenda del sacrificio del maestro Hiram a manos de los malos compañeros, la ambición, el fanatismo o la hipocresía. O que el quinto, último y más importante viaje del compañero es metafísico, al fondo del alma humana, de la conciencia donde brilla la estrella flamígera de la Divinidad en el hombre. Stelle, última Palabra de cada uno de los tres cantos de La divina comedia de Dante, que nunca habría abandonado a nuestro héroe en su peripecia más desoladora.

Regresa, pues, Mario Conde de Montecristo porque la esperanza de Justicia y Libertad, rayos infinitos de la estrella flamígera, es un anhelo irrenunciable en el Hombre.

Habrá que estar muy atentos.

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Autor

Luis Balcarce

De 2007 a 2021 fue Jefe de Redacción de Periodista Digital, uno de los diez digitales más leídos de España.

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