Marcel Proust, maestro del recuerdo, dijo en Sobre la lectura que los mejores libros son aquellos que nos hacen recordar lo que hacíamos mientras los leíamos. Este es uno de esos libros. José Antonio Gurpegui, como catedrático de universidad que es, conoce bien el mundo que presenta: sin embargo, no es esta una novela de campus más. Su estructura es fascinante, un juego de espejos y puntos de vista, un caleidoscopio de emociones. Y es que Dejar de recordar no puedo es una novela circular que queda sin embargo abierta, porque nos sitúa, desde su intertextualidad constante, ante el relato sobre nuestras vidas, sobre cómo nos miramos y sobre cómo miramos al otro. Y sobre cómo le narramos. Escribir es aquí una manera de entender la vida y de entender al otro: para hablar de uno mismo tenemos que escribirnos. La novela deja huella porque nos obliga a completarla con nuestras propias vivencias, a mirarnos mientras miramos a los personajes, a mirar cómo nos miran ellos. Es una obra que nos divierte pero que también nos hace recordar las cosas que nosotros mismos hacíamos y vivíamos mientras la leíamos, mientras leíamos esas otras vidas que escribían la nuestra.
«Heme aquí tranquilo en el fondo del abismo». Son palabras de Las ensoñaciones del paseante solitario de Rousseau que se me antojan contemporáneas del protagonista masculino, palabras en las que pensé mientras leía el relato de ese personaje masculino absolutamente egoísta, comodón y acomodaticio, que no es capaz de ofrecer a las mujeres otro tipo de amor que no sea aquel que no le obligue a mover un ápice su historia vital. Frente a ese relato, los otros dos, perspectivas que nos hacen vibrar, porque son espejos enfrentados que nos obligan a darnos cuenta de que no es posible vivir la misma historia. El protagonista masculino está tranquilo en el fondo de su abismo, mientras que el abismo de ella es muy diferente y José Antonio Gurpegui lo describe de manera magistral. La realidad la vemos según nos ve, y nos vemos en la realidad. Dos espejos enfrentados fracturan y deforman lo real. La mirada del otro nos mira mientras le miramos. Y mientras miramos, somos.
Y no es casual que Dejar de recordar no puedo tome su título de un verso del poeta chicano Tino Villanueva, porque la literatura, sobre todo la de Hemingway, es parte de esta literatura. Los libros de los otros están en este libro, y nuestro relato se va entremezclando con la lectura que hacemos de esas escrituras. Escribir es contarse y contarse es vivir. El autor lo sabe, nos lo hace saber y nos lo hace vivir.
África Vidal
Sinposis – Historia de amor y (des)encuentro entre Joaquín, un profesor universitario de avanzada edad, que ya no espera nada de la vida; y su colega-doctoranda Isabel, unos veinte años más joven que él, divorciada de un acaudalado médico estadounidense y que ha regresado a España donde vive con su novio y cuida de su hermano gravemente enfermo.
Joaquín a punto de cumplir 55 años, sabe que nunca alcanzará su sueño de llegar a ser catedrático y ha aceptado vivir la agradable existencia del pequeño burgués junto a su compañera Pepa y los dos hijos de la pareja. Todo cambiará cuando Isabel – joven, inteligente, y de impresionante belleza- se incorpora como profesora a su departamento. El azar, o las circunstancias, será el causante de que Joaquín se convierta en el director de tesis de Isabel que tratará sobre «El existencialismo en Hemingway: The Sun Also Rises». Si la relación amorosa entre Jake y Brett en la novela de Hemingway no podía materializarse por la impotencia que causó en Jake una «herida física» de guerra, la existente entre Joaquín e Isabel parece que tampoco podrá continuar por la «herida psíquica» de Joaquín sufrida casi treinta años antes, cuando otra joven de gran belleza lo abandonó al poco tiempo de obtener la plaza de profesor universitario. Como Jake y Brett, los inmortales personajes de Hemingway en Fiesta, también Joaquín e Isabel vivirán las delicias y tormentos de un amor tal vez imposible…
Narrada como si fuera un rompecabezas, las piezas van encajando conforme conocemos el pasado de los dos protagonistas. El 19 de diciembre, día en que Joaquín cumple 55 años e Isabel defiende su tesis, la historia amorosa parece terminar de forma abrupta. De regreso a casa, como un Ulises moderno, Joaquín, marcado por una traumática relación anterior, repasa en su mente cómo su relación con Isabel ha llegado a este punto; Isabel, por su parte, ha recogido en unos cuadernos de notas sus sentimientos, miedos, e ilusiones. Y entre ellos un testigo neutral: el narrador omnisciente que todo lo sabe.
José Antonio Gurpegui.(San Adrián, Navarra, 1958). Catedrático de Literatura Norteamericana en la Universidad de Alcalá y «Visiting Scholar» en el Departamento de Literatura Comparada de la Universidad de Harvard (1994-96). Es crítico literario en el suplemento El Cultural del diario El Mundo y previamente en ABC y La Razón. Entre otros ha publicado ediciones de Los cuentos de la Alhambra de Washington Irving, Las aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain, Hojas de hierba de Walt Whitman y La narración de Arthur Gordon Pym de Edgar A. Poe. En Huerga y Fierro ha editado Estudios de teatro actual en lengua inglesa con colaboraciones de Arthur Miller y Derek Walcott. También ha publicado volúmenes monográficos sobre Jonathan Edwards, John Steinbeck, y Ernest Hemingway.
Dejar de recordar no puedo es su primera novela publicada.
Dejar de recordar no puedo. Ficha técnica
Autor: José Antonio Gurpegui
Título: Dejar de recordar no puedo
Editorial: Huerga y Fierro.
Páginas: 217.
Año de publicación: 2017.
Precio: 18€.