Carta al Director

Por qué, para la Filosofía, es necesaria la pena de muerte

Por qué, para la Filosofía, es necesaria la pena de muerte
Silla eléctrica. PD

En la sociedad hay una serie de individuos humanos que, dada la gravedad de los actos por ellos cometidos, quizás no merezcan denominarse personas humanas y que, por tanto, la sociedad no pueda admitirlos bajo ningún concepto

Sr. Director:

Soy profesor de filosofía de un instituto de Asturias y mi comentario tiene que ver con una de sus intervenciones en el programa de Intereconomía El gato al agua del pasado miércoles 17 de noviembre 2010.

Suelo verles siempre que puedo y en ese día se habló sobre la cadena perpetua. Usted hizo un primer comentario muy cauto sobre una opinión, que es más generalizada de lo que se cree entre la ciudadanía, favorable incluso a la pena de muerte.

Pues bien, acerca de este tema y en su línea argumental me gustaría hacerle el siguiente excurso (si bien quizás debería leerlo también el Sr. de Prada o la Sra. Durán, a quienes su fe cristiana les puede):

En primer lugar, cabría afirmar que en esta sociedad hay una serie de individuos humanos que, dada la gravedad de los actos por ellos cometidos, quizás no merezcan denominarse personas humanas y que, por tanto, la sociedad no pueda admitirlos bajo ningún concepto. Me estoy refiriendo a asesinos convictos y confesos.

Es muy importante que se den estas dos circunstancias para la argumentación que sigue, dado que sólo así se asegura que no hay error en la sentencia (de muerte, claro está).

Si bien es cierto que el valor de la vida se consagra como uno de los más importantes sino el que más, también cabe el recurso de la legítima defensa como eximente en un caso límite (incluso la tradición cristiana limita el quinto mandamiento en estos casos de legítima defensa).

Del mismo modo, el valor de la vida humana es uno de los principios fundamentales de la ética. Con todo, cabe hacer una excepción y justificar desde la ética algo ¿tan execrable? como la pena de muerte (pena que ha estado presente en todas las sociedades humanas de forma natural hasta hace bien poco y que continúa estando en algunos países).

¿Cómo justificar entonces desde el punto de vista ético algo que va en contra de uno de los principios fundamentales de la ética como es la conservación del ámbito corpóreo?

Ahí va la justificación de una manera muy resumida:

Para empezar hay que analizar críticamente el concepto de «pena de muerte». La pena, obviamente ha de aplicarse sobre un sujeto vivo, de lo contrario la pena como mucho se queda para sus familiares, a no ser que aceptemos la existencia de «almas en pena».

Por ello, el profesor Gustavo Bueno (padre del contertulio de El gato al agua Gustavo Bueno) propone la expresión «eutanasia procesal». La explicación tiene un entramado lógico bien hilvanado:

A aquellos individuos humanos, reos de crímenes horrendos, léase asesinos convictos y confesos, habrá que hacerles ver y recapacitar sobre lo horrible de los actos por ellos cometidos. Si una vez dado este paso, estos asesinos se dan cuenta de la magnitud de sus crímenes, su conciencia no podrá soportarlo, no podran vivir con ese peso el resto de sus días y entonces:

– O bien toman el camino que tomaría un individuo racional en su caso, a saber, el suicidio (casos de este tipo se dan, por desgracia, muy frecuentemente: por ejemplo, un marido obsesivo mata a su mujer y a sus hijos y después se quita la vida…). Habrá que darles esa opción si así lo desean.

– O bien no tiene los arrestos suficientes para llevar a cabo este hecho irreversible que supone el suicidio, con lo cual la sociedad, a través de las instituciones correspondientes ha de facilitarle una muerte digna, es decir, la eutanasia procesal. En este caso la eutanasia procesal se concibe como un favor que la sociedad concede a quienes no pueden vivir ya más y no se atreven a suidarse. Por cierto, ha habido casos de asesinos de esta clase en EEUU que han pedido expresamente para ellos la pena capital.

Ahora bien, en el caso de que estos asesinos convictos y confesos no tomen conciencia de su culpabilidad y se jacten de haber cometido esos crímenes horrendos, se rían de las víctimas, etc., entonces habrá que despojarles de su condición de persona humana.

Si no son personas, pueden ser tratados como las alimañas y ser eliminados sin ningún tipo de remordimiento.

PD: La argumentación completa aparece desarrollada por el profesor Gustavo Bueno en su libro El sentido de la vida: seis lecturas de filosofía moral (páginas 71 a 74)

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