Le da dado hasta en la mismísima boca del paladar. Manuel Sierra Marín, coronel de Infantería, escribe una contundente carta este 20 de mayo de 2016 en el diario ABC en el que deja a José Julio Rodríguez a los pies de los caballos por ser un «hipócrita y un pacifista antimilitarista».
Así arranca la misiva:
Desde finales de 2009 hasta abril de 2010, tuve el honor de estar al mando del contingente español del Ejército de Tierra en Afganistán, cuyo mando superior en España correspondía al general Julio Rodríguez, entonces Jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad), hoy, según sus palabras, «soldado raso de Podemos» (eso sí, con una pensión de general).
Integrados en una fuerza internacional bajo mandato de la OTAN, se nos encomendó la misión de «apoyar al pueblo afgano, a su Gobierno y a sus Fuerzas Armadas, para alcanzar las condiciones de seguridad que facilitasen la gobernabilidad y el desarrollo de Afganistán». La misión implicó combatir a una insurgencia talibán implacable, que además sembraba el terror en la población civil bajo nuestra protección. Como otros contingentes, sufrimos bajas. El cabo Jon Felipe Romero Meneses murió en combate y seis de los nuestros resultaron heridos; algunos sufren secuelas permanentes. También los talibanes tuvieron bajas. Les combatimos aplicando unas «Reglas de Enfrentamiento» basadas en la legítima defensa y el principio de proporcionalidad, reglas dictadas por el Jemad y avaladas por la OTAN.
Asegura sin reservas que:
Asumimos los riesgos con profesionalidad y cumplimos con nuestro deber, algo de lo que todo militar se siente íntimamente satisfecho.
Ahora he sabido que quien daba las órdenes desde su despacho madrileño era contrario a la OTAN y a «quien utiliza las Fuerzas Armadas como último recurso». Además, se jacta de ser «pacifista y antimilitarista como el que más».
Y sentencia:
Estas declaraciones son de una hipocresía que raya la traición, en particular a los que cumplimos lealmente sus órdenes con todas las consecuencias. Por este motivo, afirmo que este personaje es, en realidad, un farsante, tan indigno y oportunista como el que más. Y quien lo nombró Jemad, alguien tan nefasto como él.
